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Asombrosa inconsciencia de la humanidad (XIII)

El 21 de septiembre pasado, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, abrió el debate del 76 período de sesiones de la Asamblea General, haciendo sonar la señal de "alarma" ante un mundo que "nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido". “El mundo debe despertar. Estamos al borde de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada", dijo Guterres a los líderes internacionales reunidos en Nueva York.

Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida. La pandemia ha incrementado las desigualdades; la crisis climática está golpeando el planeta, se está llegando al punto de no retorno.

 

Continúan crecientes el incumplimiento de los derechos humanos, la falta de respeto a la ciencia, el aumento de la división entre ricos y pobres y entre bloques geopolíticos. “…Y los salvavidas económicos para los más vulnerables llegan demasiado poco y demasiado tarde... si es que llegan. La solidaridad está ausente, justo cuando más la necesitamos” dijo Guterres.

 

Es frustrante advertir que se han tirado a la basura en Estados Unidos al menos 15 millones de vacunas contra la covid-19, entre el 1° de marzo y el 31 de agosto de 2021, descartadas tras haber superado en las heladeras, la fecha límite para su administración. Algunas fueron descartadas "por roturas o incidentes en la cadena de frío". En otros países sucedió lo mismo. En Trelew, la prensa informó que hubo que desechar 140 dosis de la vacuna rusa Sputnik-V porque se había roto la cadena de frío en su conservación. Y en Comodoro Rivadavia se denunció robo de vacunas.

 

Mientras hay países muy ricos que acceden a vacunas y simplemente tiran dosis, hay otros que no han podido inmunizar más que a una pequeña parte de su población, sobre todo en África. Hay países necesitados que no disponen recursos para comprar vacunas. La vacunación anticovid sigue siendo muy desigual en el mundo y la carrera para obtener dosis es una realidad. "Es un problema de equidad", dijo Tim Doran, profesor en salud pública en la Universidad de Nueva York.

 

El mundo se enfrentó primero al reto de desarrollar en tiempo récord una vacuna. Luego al de distribuirla a escala planetaria sin malgastar una sola de las preciadas dosis.

 

No han tardado en aparecer las noticias de personas no pertenecientes a grupos prioritarios que recibían la vacuna o, algo más sorprendente aún, dosis que acababan en el cubo de la basura.  En España, el general al mando de las Fuerzas Armadas tuvo que dimitir después que se hiciera público que había recibido la vacuna. Los avivados que se aprovecharon de una situación, en la Argentina, no renunciaron. Algunos, funcionarios de alto nivel político, para conseguir vacunarse declararon falsamente pertenecer al personal de salud.

 

A la crisis provocada por la pandemia, se añade la del cambio climático y el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indica que no estamos en camino de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

 

Guterres activa alarma al advertir que los gobiernos parecen inconscientes de lo que se avecina. Ya son evidentes los efectos, generalizados, veloces y cada vez mayores. El calentamiento global se está acelerando en todos los rincones del planeta, aunque se manifiesta de manera distinta en cada zona. En el Ártico, el calentamiento supera el doble del promedio terrestre. El 20 de junio de 2020, en la localidad rusa de Verkhoyansk, a 115 kilómetros al norte del círculo polar, se alcanzó 38 °C, record desde 1885, en que se iniciaron los registros. En la Antártida se está derritiendo el denominado “glaciar apocalíptico”, lo que podría provocar un aumento de más de 65 centímetros del nivel del mar global. Expertos alertaron que podría suceder dentro de tres años.

 

El calentamiento no debe superar 2 ºC, respecto de la temperatura de la época preindustrial, para ello es necesario reducir las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases similares y hacerlo de forma permanente y sustancial. Solo así se conseguirá frenar el efecto invernadero. Si el mundo lograra esta mejoría de inmediato, pasarán entre dos y tres décadas hasta empezar a obtener resultados significativos.

 

Entre 1850 y 1900 la temperatura creció un 1,1 ºC. Si se sigue así, para los próximos 20 años, se alcanzará 1,5 ºC y, si no hay un cambio radical, aumentará hasta los 2 ºC o más. El porvenir climático es preocupante y extremo.

 

Los expertos del IPCC vaticinan que, con 1,5 °C, las olas de calor aumentarán y las estaciones cálidas durarán más que las frías. Si el calentamiento aumenta a 2 ºC, los periodos de calor extremo pueden poner en peligro la salud y la agricultura. En ambos casos, habrá sequías, cambios en las precipitaciones mundiales, aumentos continuados del nivel del mar y destrucción de zonas costeras. También se perderá el hielo marino del Ártico y los ecosistemas oceánicos se verán en serios problemas. En las ciudades habrá que afrontar un calor más intenso que en el entorno y más inundaciones que nunca. El mundo al borde de alcanzar un punto de no retorno.

 

No hay dudas que son las actividades humanas la causa principal del incremento de las temperaturas. El futuro de la humanidad está en manos del ser humano. Están en juego la vida misma y la sostenibilidad del planeta. Las acciones humanas aún pueden determinar cómo será el clima del futuro, por lo que todavía es posible reconducir la situación. Es preciso que la humanidad adquiera conciencia y reaccione.

 

Debemos conseguir la emisión neta cero de dióxido de carbono y limitar otros contaminantes atmosféricos, como el metano. Cada uno de nosotros puede colaborar en esta dirección. Al consumir, elegir productos respetuosos con el medioambiente, practicar la movilidad sostenible, emplear energías renovables y apostar por la eficiencia energética, son excelentes hábitos a nuestro alcance. Si así actuamos, combatimos el cambio climático y nos convertimos en ejemplo a seguir.

 

SI LA HUMANIDAD NO ADQUIERE CONCIENCIA

 

 QUE ESTÁ CAMINANDO HACIA EL ABISMO, NO SOBREVIVIRÁ

 

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