La columna de Susana

DÍAS DE SOLEDAD

Fueron días de introspección, me cuestioné: por qué no me gusta -o no me animo a- hablar o leer en voz alta, por qué no me siento bien con determinada gente, por qué disfruto tanto mi soledad. Busqué las formas de revertir las dos primeras con estrategias, esas que me olvido luego cuando tengo que aplicarlas.

por REDACCIÓN CHUBUT 17/12/2024 - 11.02.hs

Me quedé sola cuatro días completos, hice la rutina diaria –obligatoria- y me encarcelé en casa a mirar películas, a dormir en forma transversal, a no cuidarme en las comidas… A escribir esto.

 

Pensé si mis amigas solteras –o divorciadas- se sentirían así de bien esos fines de semana largos en los que se encontraban con alguien y lucían eufóricas. En contraposición a ellas, para mí son excepcionales esos estados que rompen la cotidianeidad de la vida. Yo vivo en pareja hace muchos años y ellas viven solas.

 

Hay algo inquietante en los cambios. Uno compara, extraña, disfruta, piensa… Proyecta y vuelve a  comparar.

 

Y se da cuenta de que ningún estado es completamente feliz, que cada uno tiene sus aristas interesantes y otras no tanto… No sé puede tener todo en esta vida, dicen por ahí…

 

Lo que sí es inobjetable es que la soledad es un estado a disfrutar de vez en cuando, te da tiempo para pensar, te permite no ser satélite, percibir los tiempos largos sin horarios, hacer sólo lo que tenés ganas, sin negociar…

 

Pero una de esas noches estuve segura que recibiría una llamada y así fue. Estuve segura de escuchar pasos en la planta baja al momento de despertar… y no era así.  Me costó conciliar el sueño, no pude abrir la tapa de un frasco. Todo lo que refería a mi vida en pareja se puso en cuestión…

 

Un día completo de soledad es una oportunidad para aplicar todo lo que fantaseo…No respetar horarios, no bañarme, no atender el timbre ni el teléfono, no salir y hacer solo lo que tengo ganas.

 

No almorzar si no tengo hambre, dejar las conductas repetitivas para ver qué pasa…

 

De pronto -en la mitad de la ducha- pensé qué sucedería si me pasara algo allí y nadie pudiera auxiliarme. Bajando las escaleras pensé qué pasaría si me cayera y no podría pedir ayuda…

 

Vivir solo tiene muchas ventajas seguramente, y también algunas complicaciones.

 

Susana Arcilla

 

susanabeatrizarcilla@gmail.com

 

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