Regionales

«La nueva actualidad»

Por Américo Lloyd: Es realmente evidente que la diversidad productiva en nuestro valle inferior, desde la década del año 1940/50, entró en un círculo vicioso, que comprimió las variantes y se sujetó a la cría y engorde de semovientes, especialmente terneros de cría y lanares de refugo, con buen mercado regional, seguro y rentable; pero de escaso valor emergente o agregado, salvo la cosecha de alfalfa y algún cereal forrajero ad hoc.

Hortalizas, frutas y verduras, se producen para consumo interno, en la temporada primavera/verano; aún cuando debemos reconocer el aporte de las comunidades del altiplano, dedicada, casi en exclusividad a la verdulería.
Evidentemente, se han abandonado por diversos motivos, otras producciones que tuvieron éxito y resonancia en el mercado regional, nacional e internacional.
En la década de 1940 en la zona de 28 de Julio, se cosechó garbanzo de excelente calidad y relevante mercado.
Aún cuando no se conoció su estudio de la tierra, la salinidad implícita en la misma, de ahí la denominación tair halem (tierra salada) favorecía con exclusividad, el crecimiento, producción y rendimiento de esta especie de leguminosa adaptada al ámbito mediterráneo, rica en fibra y bajo tenor graso. Lamentablemente no existía en la época asistencia agrónoma; al alcance de los productores; que asesorara para apaliar la degradación del suelo; la especie sufrió las consecuencias y se dejó de cultivar.
Algo similar ocurrió con el trigo, cosechado y procesado en el Valle. Cereal de alto rendimiento y excelente calidad, que obtuvo distinciones en el mercado del País del Norte. En la zona, alimentaba el funcionamiento de los molinos harineros, proveyendo simultáneamente de harina, afrecho y afrechilla a cada productor cosechero, que lograban así los valiosos derivados, sin desembolso pecuniario, considerando que el pago por la molienda se cancelaba con una proporción del producto.
Similares causas agrotécnicas, que afectan el cultivo de garbanzo, más el crecimiento desmesurado de la napa freática, como consecuencia de la obra incompleta del Dique Ameghino, que influyó e influye aún, negativamente en la calidad del suelo; desalentó la continuidad plural de la siembra y consecuentemente la caducidad de los molinos harineros, por falta de materia prima, sin descontar que hubiese existido alguna incidencia remota de grupo monopólicos, facilitados por nuestra indefensa condición de territorio nacional e interventor foráneo.
El Dique Florentino Ameghino fue proyectado como contenedor de las aguas del río Chubut y el compensador debía localizarse aguas abajo, destinado a derivar los excedentes a la tan mentada Meseta Intermedia. Intereses creados, particulares y políticos, se opusieron a la concreción del Dique Compensador, alegando que inundaría yacimientos caolineros existentes en cercanías.
Se impusieron los intereses y se transformó también en generador de energía y el caudal constante del río, afectó napa freática mediante la productividad de las tierras, porque el Dique Ameghino, sin el Compensador, no cumple la función para la que fue proyectado. Finalmente, la industria lechera, en pequeña escala, sostenida con el aporte de los chacareros del Valle, se desarrolló por los años 1940/50, obteniendo éxito con la elaboración del queso Chubut, producto artesanal cuya calidad trascendió la esfera local y al comenzar a ganar nuevos mercados, fue absorbida por empresas del norte del país, y hoy con el mismo sello, se elabora en Buenos Aires.
He pretendido enumerar solamente tres vivencias que marcaron una etapa especial de los últimos ochenta años de la hoy Provincia del Chubut, que nadie me debe contar, porque fui protagonista directo de lo sucedido.
Mientras tanto, fuimos oyentes privilegiados y pasibles «ovejas del rebaño», receptando las promesas de desarrollo integral, endulzándonos los oídos con el pregón de la riqueza de nuestro territorio. Nos prometieron un ferrocarril transpatagónico que nunca llegó; pero se llevaron el que existía, cuya terminal distaba solamente cien kilómetros para integrarse al Ferrocarril Roca en San Antonio Oeste, en Río Negro; interactuaba entre Puerto Madryn y el país, una flota de ultramar, transportando la carga de la zona, trayendo desde el norte abastecimiento general para empresas y comercios regionales, abaratando costos y generando paralelamente mano de obra diversa. Nos hablaron de la Revolución Productiva, de los arándanos que transformarían la economía provincial, promesas vanas que se llevaron como un «tsunami» cientos de millones de dólares, derivados del cobro de ajuste de regalías petroleras.
Como se podrá apreciar, es muestra suficiente para certificar el marcado retroceso experimentado en nuestra provincia, que entregó constantemente su riqueza, en la que interactuaron gobernantes probos y bien reconocidos, como el fundacional Dr. Jorge Galina, el escribano Roque González, injustamente destituido y el Dr. Atilio Oscar Viglione, que excedió su «solidaridad» al resignar parte de nuestra coparticipación federal, que las circunstancias actuales urgen recuperar. Luego entramos en la era de la «langosta» y el tobogán de los «superhéroes y su jóvenes brillantes» que culminó con la mayor defraudación de la historia gubernamental en Chubut. 
Que Dios y la Patria nos lo demande, juran cínicamente al asumir...No podemos esperar «el juicio final» para juzgarlos y la Patria no es merecedor de tanta hipocresía; por lo tanto, reclamamos el fiel cumplimiento de las prerrogativas constitucionales o «hagamos tronar el escarmiento».

 


 

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