Condenado a 17 años de prisión por siete hechos de abuso sexual agravado
Antonio José María Melillanca, fue condenado a la pena de 17 años de prisión y costas del proceso por considerarlo autor penalmente responsable del delito de abuso sexual con acceso carnal y agravado, provocando un grave daño en la salud mental de la víctima, y abuso sexual con acceso carnal en la modalidad de delito continuado, todos en un contexto de violencia de género.
por REDACCIÓN CHUBUT 28/09/2023 - 00.00.hs
La declaración de responsabilidad penal fue dada por el jurado popular en su veredicto. Luego la Fiscalía y la Defensa discutieron la pena a imponer. Bottini y su equipo, conformado por el funcionario Ismael Cerda, la abogada contratada Lucía Estuardo y la prosecretaria Silvia Prada, ponderaron agravantes y atenuantes y requirieron la imposición de veinte años de prisión. Silvana Vélez, juez técnica del debate, dio a conocer su decisión y el análisis que tuvo en cuenta para llegar a ese monto de pena. La sentencia refiere a la cantidad de hechos por los que fue declarado penalmente responsable al acusado. De los ocho hechos llevados a juicio, el Jurado Popular dictó veredicto de culpabilidad por siete. En esa línea tuvo en cuenta también el tiempo prolongado al que resultó sometida la víctima, y el sometimiento y padecimiento constante al que fue expuesta por parte del condenado sin miramiento alguno. En este sentido ponderó la perturbación producida por la persistencia y constancia en la violencia sexual, ya que cometió los hechos mediante violencia y amenazas.
ATENUANTES
No tuvo en cuenta en favor del imputado, las circunstancias de vida, tales como la edad, su familia, el hecho de ser sustento familiar o pertenecer a una institución religiosa. «Tales aspectos no inciden en la reprochabilidad de la conducta que debe contabilizarse en esta instancia», indicó. Sí, ponderó como atenuantes, la nula educación formal, las circunstancias socio-ambientales en las que desarrolló su vida el imputado, necesidades básicas insatisfechas, miseria y pobreza.
«Esto implicó menor disponibilidad de recursos simbólicos, para construir aprendizajes, desarrollar competencias, establecer vínculos afectivos y desarrollar formas de autoayuda y ayuda mutua, para suplir sus necesidades y desenvolverse en su medio social de manera distinta».
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