La inclusión no puede ser un lujo
Por Vanina Botta. Médica. Especialista en Psiquiatría y Medicina Legal. Médica Forense circunscripción judicial Puerto Madryn
por REDACCIÓN CHUBUT 03/12/2023 - 00.00.hs
En 1992, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el día 3 de diciembre Día Internacional de las Personas con Discapacidad para fomentar una mayor integración en la sociedad de las personas con discapacidades.
En el caso de Argentina, en octubre del año 2000 se declaró el 3 de diciembre Día Nacional de las Personas con Discapacidad (Ley 25346), a fin de promover conductas responsables y solidarias sobre los derechos de todas las personas con discapacidad -De acuerdo con los cálculos de la OMS, más de 1000 millones de personas —alrededor del 15% de la población mundial— tienen alguna forma de discapacidad.
Las personas con discapacidad son la minoría más amplia en el mundo y son las que suelen tener más dificultades que otros colectivos en el acceso a la educación, al mercado laboral, a servicios de salud, a la justicia.
Si bien ha pasado tiempo, hemos aprendido y desaprendido mucho respecto a esta temática, hoy entendemos, desde otro paradigma (diferente al paradigma solo médico) que la discapacidad es un concepto que evoluciona y se reconstruye socialmente.
Hasta fue necesario anteponer la palabra “persona” para tomar conciencia de que nos referimos ante todo a una persona y que su condición de discapacidad no puede eclipsar a la persona o definirla. Es persona, sujeto de derechos y obligaciones como cualquier otra. -Si bien como ya sabemos hay diferentes tipos de discapacidades (física, sensoria, mental). Voy a detenerme en la mental: Todos, absolutamente todos los seres humanos, tenemos cerebros diversos y diferentes. Aprendemos de modos distintos, cada uno a su tiempo.
Existe una neurodiversidad o cerebro diversidad. Reconocer y destacar la diferencia, específicamente en las formas de funcionamiento cerebral y su expresión, son los ejes esenciales.
Voy a apoyarme en la noción de neurodiversidad, término introducido desde finales del siglo XX. Es que las lecciones que hemos aprendido acerca de la biodiversidad y la diversidad cultural, racial y sexual han de aplicarse también al cerebro humano -Somos todas y todos neurodiversos
Y esto nos ha permitido, conocer las capacidades, los talentos y las habilidades de las personas con discapacidad, lo cual contribuye a forjar un poderoso argumento para alcanzar un nuevo nivel de respeto y de comprensión hacia ellos.
La discapacidad no es apenas lo que la mirada médica describe, sino que es también la restricción a la participación plena provocada. Entender que el concepto de discapacidad evoluciona, con lo cual al no ser estático (ni tampoco rígido) reviste una índole dinámica que le permite poder adaptarse en el tiempo y a los diferentes momentos socio-económicos, culturales históricos que atravesamos
Entender de qué manera los diferentes elementos del cerebro interactúan, originan y condicionan la conducta y la emoción humana es indispensable.
Es también necesario pensar en las barreras que impiden el acceso a la asistencia sanitaria. Las personas con discapacidad tropiezan con una gran variedad de obstáculos cuando buscan asistencia sanitaria: ofertas limitadas, barreras físicas, aptitudes y conocimientos inadecuados del personal sanitario. También existen las barreras actitudinales, institucionales y del entorno.
Todo lo mencionado nos permite pensar en el acceso a la justicia, sobre todo cuando se convierten en víctimas. Según un nuevo informe de UNICEF ( Nov 2021) , el número de niños y niñas con discapacidad en el mundo es de casi 240 millones.
Los niños, niñas y adolescentes con discapacidad son uno de los grupos más marginados y excluidos de la sociedad, cuyos derechos son vulnerados de manera generalizada.
En comparación con sus pares sin discapacidad, tienen más probabilidades de experimentar las consecuencias de la inequidad social, económica, y cultural. Diariamente se enfrentan a actitudes negativas, estereotipos, estigma, violencia, abuso y aislamiento.
La conexión entre la violencia y la discapacidad es bi-direccional. No sólo los niños con discapacidad están más expuestos a la violencia, sino además, la violencia es una causa significativa de discapacidad intelectual y de otros tipos.
No son pocos los estudios y declaraciones de instituciones prestigiosas que comienzan a reconocer que las mujeres y niñas con discapacidad están expuestas a una situación de especial vulnerabilidad ante la violencia y abuso perpetrados contra ellas.
La discriminación contra las niñas y mujeres jóvenes con discapacidad ocurren a una temprana edad.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce que las mujeres y las niñas con discapacidad suelen estar expuestas a un riesgo mayor, dentro y fuera del hogar; de violencia, lesiones o abuso, abandonó o trato negligente, malos tratos o explotación.
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