Puerto Madryn

No sólo un sátiro hipersexual. Un escrito sobre ataques de pánico.

Por Dra Vanina Botta. Medica ( MP 2536). Esp en Psiquiatria. Esp en Medicina Legal y Forense

por REDACCIÓN CHUBUT 15/05/2024 - 00.00.hs

Pan es el Dios Griego de la fertilidad y sexualidad masculina, se trata de uno de esos personajes mitológicos entre lo divino y lo humano.
Un Dios sin límites, cambiante y caótico; despreocupado e irresponsable.
Vagando por los bosques se divertía asustando a aquel que se le cruzara, aunque su ocupación era acechar a las ninfas, perseguirlas y seducirlas.
Pero Pan también tiene el don de la profecía y poderes médicos apareciéndose en los sueños. Pan habita el mundo de las pesadillas, del terror nocturno.
No en vano fue justo ese el origen de la palabra “pánico”. Con este término los griegos se referían al terror intenso, no a un miedo simple, sino un miedo que por su gran intensidad es capaz de desorganizar pensamientos y conductas en forma de “ataques”.
Sensación de ahogo, mareos, visión borrosa, palpitaciones, náuseas, dolor de pecho, sudoración. 
Miedo; avalancha de miedo, miedo súbito, miedo a morir, miedo a volverse loco, miedo a estar teniendo un ataque cardiaco. 
Sensación de pérdida de control, de no ser dueño de sí misma/o, de estar a merced de algo que es superior a uno. Sensación de querer irse, de estar en otro lado, de salir corriendo. 
Sufrir un ataque de pánico es una experiencia terrible que puede ser disparada por variadas causas, tanto externas como internas. Es decir, la crisis de pánico, aparece muchas veces sin que exista un desencadenante claro.
Lo que sucede aquí, es que el cerebro está sometido a una emoción primaria muy poderosa: el miedo. Una alarma neurobiológica que ha servido para la supervivencia y forma parte del repertorio para la preservación. 
Quien haya experimentado alguna vez un “ataque de pánico” sabe lo que sucede después: el miedo a sufrir otro más. 
Miedo al miedo. Ese primer ataque deja una huella a nivel cerebral.
El miedo es una emoción normal que todos hemos sentido alguna vez, un mecanismo adaptativo que nos permite poder actuar ante una amenaza, nos protege. 
Sin embargo, cuando este persiste,  se intensifica, se torna incontrolable, se sucede a modo de crisis súbita, hace que las personas modifiquen sus hábitos, limita la vida es cuando se  empieza a considerar patológica. Además, cuando una persona vivió un ataque de pánico comienza a evitar situaciones o lugares 
La duración de la crisis o ataque de pánico es de unos minutos, pero parece una eternidad, es el fin del mundo que dura 15, 20, 30 minutos, que dejan a la persona perpleja, agotada y horrorizada, tal como el Dios Pan con su naturaleza salvaje espantando, persiguiendo a las ninfas y generando ese miedo enloquecedor en los bosques.
El Dio Pan  es de la mitología griega (400 A.C) . Hoy estamos inmersos en una sociedad ansiógena, hiper-conectada, hiper-estimulada, en la cual vivimos en estado de alerta constante, de temores y de querer estar siempre en otro lado, de salir corriendo. Sociedad de pensamientos anticipados y de irritabilidad frecuente. Sociedad de estrés y miedos. 
Todo esto, como si el Dios Pan siguiera acechándonos  y asustándonos. 
 

 

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