8 de noviembre: Día del urbanismo mundial

El urbanismo desde la perspectiva de las ciudades patagónicas

Por Carlos Sanabra para EL CHUBUT

por REDACCIÓN CHUBUT 07/11/2025 - 20.29.hs

Hace 76 años –en el año 1949- el Urbanista argentino  Carlos Della Paolera propuso instituir el 8 de noviembre como el día Mundial del Urbanismo para concientizar sobre la importancia de esa disciplina con el fin de lograr ciudades más funcionales, mejor organizadas y que puedan brindar mejor calidad de vida a sus habitantes. 
Desde entonces, en la mayoría de los países del mundo se recuerda cada 8 de noviembre la trascendencia del pensamiento uarbanístico expresado en prácticas profesionales de planificación urbana, diseño urbano, debate de ideas e intercambio de experiencias que contribuyan a consolidar una fuerte cultura urbana en la Comunidad para la construcción de una mejor ciudad.
En la evolución del pensamiento urbanístico surgieron propuestas muy ricas y variadas como las ciudades jardín, la ciudad lineal, las ciudades satélites, las ciudades dormitorios, el Plan de Idelfonso Cerda para Barcelona, las New Towns del Plan de Londres,  los grandes ensambles de Paris por citar algunas de los ejemplos históricos más conocidos o más recientemente las ciudades inteligentes, las ciudades compactas, las ciudades dispersas, la ciudad de los 15 minutos, etc.
Al mismo tiempo observamos que el mundo es cada día más urbano, que se incrementa sin cesar la cantidad de la población mundial que vive en ciudades y la influencia de ellas en sus habitantes es cada día más determinante para sus vidas. En consecuencia, vemos cómo ciudades bien planificadas crecen en  calidad de vida y oportunidades de progreso, mientras que otras crecen desordenadas, con crecientes problemas urbanos y deterioro de la calidad de vida. 
¿Y en nuestras ciudades patagónicas?
Desde esta perspectiva nuestras ciudades patagónicas no califican como buenos ejemplos urbanísticos. Ninguna tiene un modelo urbano de futuro -que trascienda las gestiones políticas de turno- hacia donde orientar las inversiones públicas y privadas, sus herramientas urbanísticas son anacrónicas, con códigos de planeamiento y de edificación pensados a mediados del siglo pasado, con importantes atrasos en infraestructura y equipamiento urbano.
Pero tal vez lo más grave es que –lamentablemente- el urbanismo no aparece como motivo de preocupación de nuestros funcionarios políticos, tampoco como tema de investigación desde el mundo académico o profesional y la consecuencia natural es la ausencia de un debate público, serio y profesional sobre cómo podemos construir mejor cada día nuestras ciudades.
Por eso nuestras ciudades patagónicas se ven con un presente sin rumbo y un futuro oscuro e incierto.  
¿Seremos capaces de iluminar nuestras ciudades desde el candil del urbanismo?

 

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