A 42 años de la tragedia en la Doble Pirámide
POR GUSTAVO GOMEZ
por REDACCIÓN CHUBUT 06/07/2025 - 20.19.hs
Nada hacía presagiar la tragedia aquella helada mañana del 8 de julio de 1984. La jornada de domingo, marcada en principio por el entusiasmo y la camaradería del automovilismo, se transformaría en una de las páginas más tristes para el deporte motor de Puerto Madryn. Cuatro hombres de corazón fierrero, apasionados pilotos y figuras queridas en la ciudad, dejaron sus vidas en un accidente que hoy permanece en la memoria colectiva como un recuerdo doloroso. Alberto “Beto” Milano, Miguel Ángel Coppa, Severino “Quico” Fernández y Norberto Mazzello, amigos y rivales en la pista, encontraron juntos su último destino en aquel fatídico segundo día de la Doble Pirámide.
El evento había comenzado el sábado, cuando la Doble Pirámide arrancó con una gran celebración en Puerto Madryn. En cada tramo de la ruta 1, el público se agolpaba para ver pasar a sus ídolos, saludando el rugido de los motores y la destreza de los pilotos que atravesaban el paisaje agreste.
A medida que la carrera avanzaba hacia Puerto Pirámide, la lluvia comenzó a caer como un oscuro presagio. Eran las 14:53 cuando Beto Milano cruzó la línea de llegada, segundo detrás de Raúl Mosca, bajo el aplauso del público y el banderazo de Jorge Cores, el intendente de la villa balnearia.
Por la noche, la lluvia arreció sobre Puerto Pirámide, como un desafío extra para los equipos que trabajaban sin descanso para poner a punto sus máquinas. Norberto Mazzello, dedicado y meticuloso, había pasado la noche ajustando cada detalle en el auto de su cuñado, Quico Fernández, buscando resolver problemas mecánicos que lo mantenían preocupado.
El domingo amaneció y empezó el movimiento para la vuelta a Madryn. Beto Milano, con el ímpetu de siempre, revisaba su auto junto a Coppa, mientras Fernández se subía al suyo para probarlo en un último chequeo. En un giro del destino, Fernández decidió realizar esa prueba con su cuñado, Mazzello, a su lado, en lugar de su hermano Carlos.
La noticia del accidente, brutal y desgarradora, se esparció con velocidad por Puerto Pirámide y llegó como un golpe a Madryn. Dos máquinas, la número 3 y la 93, se habían cruzado en el camino y, en el choque, ambas salieron despedidas en un vuelo mortal. Sólo un testigo logró ver el desenlace a la distancia, sin poder precisar los detalles de lo ocurrido. Cuatro vidas se apagaron en ese instante, dejando tras de sí una estela de silencio y desconsuelo.
La partida de Beto, Miguel, Quico y Norberto dejó una herida profunda en la comunidad de Madryn. Beto Milano, intrépido y audaz, era admirado por su temple y destreza en el volante, un piloto que había hecho de cada competencia una entrega total. Miguel Coppa, inseparable compañero, compartía con él la misma pasión y coraje. Quico Fernández, guerrero en la ruta, y Mazzello, un genio detrás de cada ajuste mecánico, representaban la unión de una familia y el amor inquebrantable por los fierros.
Aquel 8 de julio de 1984, la Doble Pirámide se detuvo para siempre en el recuerdo de la comunidad, como una historia que se repite en cada curva de la ruta, en cada auto que acelera y en cada piloto que recuerda a quienes dieron todo por su pasión.
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