CRITICO ESCENARIO EN CERCANIAS AL BASURAL MUNICIPAL

Daño ambiental: no hay controles, y cada vez son más los lugares donde se arrojan desechos de langostinos

Camino al complejo lagunar, entre Trelew y Rawson, siguen emergiendo depósitos de basura, cuyo impacto ecológico es severo. Si bien hay denuncias, las prácticas no cesan. 
 

por REDACCIÓN CHUBUT 20/03/2023 - 00.00.hs

Cajones, bolsas y otros elementos denigran un sector que merece ser cuidado.

La inexistencia de un mecanismo de control, promueve la proliferación de focos infecciosos nocivos para el ambiente. Cerca del basural municipal, ingresando por un camino alternativo que conduce hasta el sistema lagunar, se observan montículos de desechos de langostinos dispersos en distintos tramos, causando además olores nauseabundos.

 

El trayecto de ripio, que acompaña el cauce de un canal de riego, donde el agua de tono verde oscuro sugiere un alto contenido químico, en sus márgenes dispone de basura de cualquier índole: artefactos, calzados, prendas de vestir, autopartes, entre otros. También es desprolija su visual, donde predominan yuyos de grandes dimensiones; por lo que de noche representa una zona de riesgo.

 

A ese panorama desalentador hay que sumarle los desechos de langostinos, que en alguna parte del recorrido fueron convertidos en cenizas, quizás para evitar su notoriedad, aunque su olor permanezca. 

 

La sobra del langostino está contenida en bolsas de nylon, y en cajones de plástico utilizados para la carga del producto marino. En los alrededores, además de las aves, existen otros elementos que se utilizan para procesar la mercadería, llámese guantes o baldes, que ya no están aptos para su manipulación. Y también conocen la rusticidad de los mini basurales.   

 

A simple vista, no existe un tratamiento adecuado del producto, tampoco la existencia de una planta de disposición final para evitar el daño ambiental. Es notoria la falta de controles, sobre todo en una zona concurrida como el basural, donde funciona desde hace muchos años una planta de reciclaje. Es decir, no es aceptable que nadie observe comportamientos desapegados a las reglas ambientales. No debe existir temor a la denuncia. 

 

Hace varios meses, vecinos de otros sectores de la ciudad denunciaron presencia de desechos de langostinos, detrás del predio del Sindicato de Empleados de Comercio, un sector urbanizado.

 

Los residentes de aquel lugar se quejaron públicamente por la cantidad de residuos dispensados en varios puntos de una zona compleja, también reinada por arbustos. El olor puso en alerta a los vecinos, que tras insistentes reclamos, impidieron que las empresas sigan violentando el ambiente. 

 

Ocurre que las prácticas continúan, pero ahora en otro rincón de la ciudad. Claro, como no se trata de un punto visitado con frecuencia, las malas acciones son naturales, aún conociendo el impacto ecológico negativo. 

 

Camino al complejo de lagunas, predominan distintas especies de aves, que se posan sobre los desechos de langostinos para alimentarse, teniendo en cuenta que es la única opción que tienen en tierra firme. 

 

Más allá del atractivo que implique observar y fotografiar gaviotas, cisnes y demás, es impensado suponer que alguien no tome nota de las magras condiciones ambientales que persisten en esa franja. Sugiere, al menos, la inexistencia del Estado para controlar ese aspecto, que genera además olores nauseabundos. 
 

 

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