La Piedra Filosofal y la alquimia sexual
por REDACCIÓN CHUBUT 16/03/2015 - 02.38.hs
¿Cuál es el significado de nuestra piedra filosofal interna? ¿Dónde debemos cimentar nuestro templo? A lo largo de la vida de este bendito planeta muchos fueron los buscadores de la piedra filosofal, capaz de transformar el plomo en oro.
Artur Pendragon, el fundador de la mesa redonda y custodio del Santo Grial, alcanza el reino del padre en el momento que extrae la espada de la piedra. La espada símbolo de libertad y de voluntad. También se utiliza para someter y matar. El símbolo de la piedra ayuda a Arturo a alcanzar el reino del padre, Ulter Pendragon, quien fue quien incrustó la espada en la piedra.
¿A qué reino del padre se refiere? ¿Al del padre físico o al del padre Celestial -arquitecto universal, creador de todos nosotros?
Los Templarios relacionan a la piedra directamente con nuestra Señora, con las vírgenes negras. En cada virgen había un trozo de piedra, quizás fragmento de algún meteorito. Las piedras eran importantes en el Templo de Salomón, en el cual el centro del altar es de piedra. Por otro lado, en los altares antiguos se solía encontrar la inscripción «PTR», Petra (Piedra en español).
Fulcanelli afirma que, en la búsqueda de la piedra filosofal y de la fabricación del Oro, «lo Esencial no es la transmutación de los metales, sino la del propio experimentador», la materia prima está contenida en el mismo experimentador.
En el Misterio de las Catedrales nos dice: «Existe una piedra de grandes virtudes, la que siendo llamada piedra no es una piedra; es mineral, vegetal y animal, se encuentra en todas partes y a toda hora, en cualquier persona».
También, Nicolás Flamel, escribe: «Hay una piedra oculta, escondida y sepultada profundamente bajo un manantial, ella es vil, pobre y sin ningún valor; está cubierta de estiércol: a ella, siendo siempre la misma han sido dados muchos nombre diversos».
Hermes escribió: «He aquí, os declaro lo que ha sido oculto: La obra está con vosotros y en vosotros doquiera ella esté continuamente, vosotros también la tendréis siempre donde os encontréis».
Arnaldo de Villanueva, Alberto el Grande, Raimundo Lulio y muchos alquimistas, denominan Mercurio al esperma o semen.
¿Por qué Adán nos alejó del paraíso y nos cerró las puertas del Reino de los Cielos? ¿Cuál fue el pecado original, el pecado que despertó todos los otros pecados y esclavizó a nuestro mundo de defectos psicológicos?
La fornicación cerró definitivamente las puertas del Reino de los Cielos y el Venerable Maestro Jesús le confió el secreto a Simón Pedro (la piedra), para que sea él quien lleve esas llaves de liberación o destrucción.
La magia sexual, el Sahaja Mahituna, Solve et coagula, tantrismo blanco, Kamasutra -entre otros- son conocimientos para alcanzar nuevamente el Paraíso perdido. Por la misma puerta que salimos debemos entrar, lo importante o el gran arcano no es ser Célibe sino Casto.
A través del sexo uno puede elevar la condición humana o sumergirla definitivamente, el sexo nos permite regenerarnos o degenerarnos.
El secreto es realizar el sexo castamente, sin perdidas de las energías sexuales -las aguas mercuriales que habla San Bernardo, con las tres gotas de leche de su propia virgen-. Esas energías, al no perderlas, las podemos trasmutar y conformar el caduceo de Mercurio. Podemos elevar esa energía a través de nuestra columna vertebral, despertando una energía poderosísima, esa es la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, nuestra Divina Madre, Nuestra Señora interna, que nos puede elevar a la condición de superhombres, trasmutando el plomo (nuestros egos) en oro (nuestra conciencia liberada).
Existe un símbolo del Caduceo donde dos serpientes entrelazadas trepan por una vara. Podemos asociar esa vara con la que Moisés levantó la serpiente en el desierto. Inclusive, a esas serpientes también las vemos en los tocados de los faraones Egipcios. Ese caduceo de Mercurio, además de ser el símbolo de la medicina, representa al mensajero que trae consigo un mensaje para toda la humanidad: sus alas representan lo divino. Ascendiendo las serpientes por nuestra columna vertebral nos transforma en divinos. He ahí el milagro de la Alquimia.
En Oriente una serpiente se denomina Ida y la otra Pingala. Una es dorada, la otra plateada, igual que las llaves de Pedro que hacen cruz. A ese mismo símbolo lo encontramos en el escudo del Papa, es la cruza entre el aspecto masculino y el aspecto femenino, y por supuesto son los responsables de la creación divina y no algo pornográfico o pecaminoso como tratan de hacerlo ver.
Víctor Hugo Bassino
Gran Prior
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