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Con 35 años de historia en el corazón de los trelewenses, cerró sus puertas «El Bazar Azul»

Con 35 años de historia en el corazón de los trelewenses, «El Bazar Azul» cerró sus puertas el último sábado, luego de 70 días de liquidación «por cierre» en A.P. Bell y 9 de Julio.

por REDACCIÓN CHUBUT 23/08/2017 - 00.00.hs

Paradójicamente a lo que ocurre cuando cierra un comercio, en este caso es porque sus dueños decidieron poner el «broche de oro» a tantos años de trabajo y empezar a disfrutar, nada más y nada menos, que de la vida. Disfrutar de los nietos, de la pasión por el trekking y de los viajes. Marcos Mazo y su esposa, Susana Marlene Jones, con más de 47 años trabajando, y con 35 años con «El Bazar Azul», decidieron bajar las persianas de un tradicional comercio que han visto pasar varias generaciones. Primero en la calle Ameghino cuando era «El Gran Bazar» y luego, cuando Mazo decidió pintar el local completamente de azul, fue la gente misma la que lo bautizó como «El Bazar Azul». Nombre que desde el sábado sólo quedará para el recuerdo, porque el cierre es definitivo y Marcos y Susy decidieron que al cerrarse el comercio, muere el nombre también.
En una emocionada entrevista con Maru Ortiz, para FM EL CHUBUT, Mazo contó la historia del local, que es un poco su propia historia, la de sus dos hijos, sus dos nietos y la de los empleados que han pasado por allí.
«Susy ha trabajado desde hace 47 años, comenzó a trabajar a los 16 años y yo empecé más tarde, a los 19. A ella la conocí en Puerto Piámides, en un viaje, en una de las salidas como «colimba»», dijo.
Siempre en el rubro del comercio, «yo vendía financiaciones, antes del bazar. Vendía a crédito, pero siempre tenía plata para cobrar y plata para deber. En este país, las crisis han surgido cada 10 años. Entonces me cansé de tener dinero para cobrar y bastante para pagar; yo nunca serví para no cumplir con mis deudas.
«Quise poner un ramo dónde vender de contado y pagar de contado». Y así surgió el bazar.

 

COMO EL DE ESTAMBUL
El sueño de Mazo fue «en grande». Cuando decidió abrir el bazar, lo llamó «El Gran Bazar», por «el de Estambul, donde está el bazar más grande del mundo. Cuadras y cuadras de bazar. Pero los vecinos no se acostumbraron a ese nombre, no pegó. Yo lo pinté de azul al exterior y así se lo empezó a identificar como el Bazar Azul.
«El nombre se lo puso la gente, los clientes, a quienes tanto le debemos», señaló.
Todo se podía encontrar en «El Bazar Azul»: artículos de bazar, de limpieza, regalería, ropa blanca, mimbre, copetín, petit muebles...
En los últimos tiempos, lo más vendido, han sido los mates automáticos, «un  recipiente cuasi térmico, para la gente que trabaja y toma mate al mismo tiempo. Esto fue lo más exitoso que hemos vendido».

 

NOS HA IDO BIEN
Recordó Mazo las crisis que han superado, cuando estuvieron a punto de achicar el personal, cuando se alquiló el local y a la vez se pagaba alquiler del otro local, «en las peores épocas seguí comprando y pagando», memoró Mazo.
En «El Bazar Azul» se han desempeñado hasta 6 empleados como máximo. El local de A.P. Bell 225 fue construido a pulmón, con las caraterísticas propias de un bazar.
En tiempos de malaria «trabajábamos mi señora, yo y la empleada Susana Jones, de igual nombre que mi señora».
Ahora, cuando se alquile el salón, más lo que perciben como jubilación, podrán vivir tranquilos, disfrutando de la vida: nada más y nada menos.
«A disfrutar de los nietos, tener más tiempo para la familia, pasear, hacer trekking que tanto nos gusta e ir a visitar a una tía, a España, que vive y está plena con sus 92 años», dijo Mazo, muy emocionado por la tanta gratitud recibida en las últimas horas: «La gente no quiere que nos vayamos», indicó, señalando con un nudo en la garganta que al cerrar «El Bazar Azul» muere ese nombre también. Sólo no morirá en el recuerdo de una comunidad que hoy también se despide de ese local y del tanto brillo y exquisitez que siempre supieron ofrecer.

 

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