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Luis Rosales: el trovador patagónico que siempre vuelve

Hace 50 años ganó en el Festival de Cosquín, en 1969. Así, con su canto patagónico y los bríos propios de la juventud, Luis Rosales, nacido en Lago Futalaufquen, Esquel, comenzó a incursionar en el camino de la música y de los escenarios.

por REDACCIÓN CHUBUT 05/08/2019 - 01.19.hs

Apadrinado por uno de los mejores folcloristas del país y del mundo, que ha dejado un legado inolvidable de canciones, el gran Jorge Cafrune. Rosales aún conserva cartas de Cafrune, escritas de puño y letra por el intérprete jujeño.

 

Este trovador patagónico es poeta, cantor, concertista, actor, de todo hizo en su vida este artista que, luego de estar un año retirado por razones de salud, quiere volver a cantar.
Ahora ha recibido una invitación de su amigo Eugenio René Griffiths, cantautor y actor chubutense, que vive desde hace 40 años, en el País de Gales, por lo que Rosales tiene la posibilidad de viajar una vez más a Europa y realizar una gira. Con Griffiths cultivan una amistad desde que se presentó en Cosquín.

 

Luis Rosales, esas personas sin edad y llenas de historias de vida para contar y cantar, ha conocido el exilio, la soledad. Ha cantado en países de Latinoamérica, estuvo en Estados Unidos y Europa. Ha cosechado amigos y amigas en muchos lugares, ha grabado discos, ha rendido homenaje a los galeses y a los mapuches, ha estrechado la mano de presidentes y gobernadores; en cada presentación ha batido récords cantando un promedio de 40 canciones de repertorio propio y del cancionero latinoamericano.

 

Escribió numerosas canciones y poesías, y en cada presentación evoca los colores y belleza de Lago Futalaufquen. Filmó una película, conoció Chile de punta a punta, un país que le abrió las puertas, y donde realizó numerosos festivales solidarios a beneficio de instituciones. Cantó en universidades, pero también lo hizo en teatros, escuelas, clubes y bares.

 

MAS DE 250 CANCIONES
De él ha escrito el cantor cordillerano, Oscar Payaguala, que «Rosales marca todo un tiempo en la década del ’60 para el canto patagónico con un estilo particular porque irrumpe con un canto nuevo que se gestaba en la costa, nos trae el ritmo del loncomeo y se transforma en el referente máximo del canto patagónico». Con Payaguala presentaron un espectáculo llamado «Del mar a la cordillera».

 

Rosales se presentó en Cosquín, por primera vez, en 1967. En ese entonces, los artistas debían representar a sus provincias y le dijeron que «estaba bien» pero «debe presentar temas de la Patagonia porque es de ahí».

 

Así que volvió y se preguntó dónde está el folclore patagónico. Entonces regresó a Esquel y comenzó a buscar, «muchos de mis compañeros del colegio eran mapuches, así que empecé a buscar y a escribir cómo hacían música, qué rituales tenían, el camaruco, los instrumentos musicales. Escribía sobre lo que estaba mirando. 

 

Llegué a casa y le puse música». En 1969 se presentó otra vez en Cosquín y ganó el premio «Mención Especial de Provincias». Como compositor cuenta con más de 250 temas, entre los que se destacan Yapaí Peñi, Hualicho Bailarín, Herencia Mapuche, Ruego Indio, Allá en el Futaleufú, Paisanita de mis pagos, Cigüeña de acero, Recuerdo de la abuela, Cazando jabalí, Huella de noviembre, y sus grabaciones más conocidas son «Patagonia: Luis Rosales le canta a la Patagonia»; «Padre de las luces, allá en el Futaleufú»; «Canto homenaje a la epopeya galesa», «El sembrador y yo», «Yo soy de la Patagonia»; «Diálogo con Dios»; «La Patagonia canta» y otros. 

 

 

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