Un vacío injustificado en la Terminal de Omnibus de Trelew

La soledad optativa del residente o viajante encontraba compañía en un espacio de charlas imprevistas. O de lecturas periódicas. Además de contener la espera programada de los micros que, por cuestiones del momento, reprogramaban la salida. Al menos, la comodidad pacífica allí contemplada permitía una distracción momentánea tolerable.

Transcurrieron los años, y el presente de aquella confitería vivencial quedó marcado por su cierre inesperado e inmediato. Ese gran espacio es utilizado ahora para capacitaciones y reuniones improvisadas.

Actualmente, el Municipio de Trelew asignó a ese lugar charlar sobre determinadas temáticas o encuentros para planificar asuntos ejecutivos. Solo se mantiene la limpieza, para exponer el orden cotidiano de la estación terrestre, a la vista de los turistas que arriban a la ciudad.

Las autoridades que administran la terminal explicaron alguna vez que el regreso de la confitería depende de las licitaciones. Deslizaron que hay interesados, de todos modos, los costos actuales determinados por la inflación acelerada sugieren algunos impedimentos para quienes conducen emprendimientos gastronómicos.

Además, al tratarse de la Terminal de Omnibus, implica costos superlativos difíciles de remediar, por lo que parece complejo que en lo inmediato un sector especializado cargue con las demandas de ese espacio. Habrá que analizar rentabilidad y gastos, una ecuación que supone dificultades en una economía cíclica.