Regionales

La alegría de vivir

Les pido disculpas dado que esta vez seré una persona que hablará desde el corazón, dejando todo razonamiento oculto en la mente. El corazón toma la primera fila. Es que mi madre cumple 100 hermosos años este domingo 29 de mayo. Y a mi madre, aparte de nuestra relación, como todo hijo la tiene con la suya, la puedo considerar madre y consejera de tantos niños y jóvenes que transitaron por su lado, recibiendo sus mensajes de cariño, de enseñanza de valores y de esperanza de vida en, algunos de ellos, con existencias muy difíciles. Es que mi madre fue fundamentalmente maestra.
 

Recordar su historia sería recorrer numerosos lugares de nuestra provincia en circunstancias extremas y adversas del siglo pasado, pero de las que supo salir con su gran fé en Dios y en lo que el Señor le entregaba para que tuviera fuerza y voluntad para vencer aquellas dificultades. La conoció Costa de Lepá, no sólo enseñando, sino también preocupándose por la comunidad dispersa, ayudando a la gente a preocuparse de su salud. La conoció Facundo, no sólo enseñando, sino ayudando en la construcción de una nueva escuela y logrando una de las mayores matrículas de aquella aldea escolar. La conoció Trelew, siendo la maestra, vicedirectora y directora de escuelas como la Nº 122 y la escuela Nº 5. La primera de ellas con más de 1100 alumnos, en la época en que era la escuela de la laguna. La conocieron las escuelas nacionales y las provinciales, cuando como supervisora recorría diversas localidades del interior. Y la conocieron sus alumnos y los padres de sus alumnos que pudieron escuchar sus palabras y poder intercambiar con ella sus aspiraciones y expectativas. El francés, aprendido en su juventud, también le permitió traducir sus conocimientos a jóvenes generaciones. 
Y esa alegría de vivir la sigue acompañando y eso nos hace felices a todos sus hijos, nietos y bisnietos y, seguramente, a tantos de aquellos alumnos que la deben recordar con mucho cariño. Adela Salaberry, que de ella se trata, nunca se quejó por las injusticias de la vida y de algunas determinaciones políticas, aunque contribuyó con su pensamiento y obra para respaldar ideas que pudieran traducirse en mejores beneficios para la sociedad. También fue un espejo en donde proyectarse cuando la vida, en muchas ocasiones, parece que nos da la espalda, no nos da consuelo y nos impide ver la salida.
Hoy sigue preocupada por la realidad y por el dolor que le causa que la escuela pública, aquella que ella conoció, no brinde las oportunidades que el conocimiento otorga, pero imagina con esperanza un futuro en donde se revierta esta situación.
Así es Adela y hoy, que pronto cumplirá un siglo de vida, sigue recordando los nombres de alumnos, sigue ejercitando su mente, adaptándose a la tecnología con sus distintos instrumentos y con una capacidad para absorber las técnicas que hacen avergonzar a quienes, con mucha menor edad que ella encontramos dificultades. Es que Adela ha consumido la vida, y lo sigue practicando, demostrándose como puede hacerlo mejor, con gran inteligencia y sagacidad para disimular los errores y enaltecer las virtudes. Tener una madre así me llena de alegría como seguramente a todos mis hermanos y a todos los que la quieren. Gracias Adela por demostrar como la vida nos enorgullece.  
 

 

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