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Massa - Milei: 40 años de democracia, el cambio de paradigma y la crisis de JxC

(Por Martín Gómez) Un 30 de octubre de 1983 la fórmula presidencial por el radicalismo, Raúl Alfonsín - Victor Martínez, se coronaba ganadora de los comicios, que dieran un nuevo comienzo de la vida democrática argentina.

por REDACCIÓN CHUBUT 17/11/2023 - 10.03.hs

Tras reconocer la derrota Italo Luder (candidato justicialista), Alfonsín realizaba su discurso de victoria ante una multitud enardecida.

 

Dos fragmentos de su discurso son los más importantes a destacar: "Yo les pido que comprendan, que Iniciamos una nueva etapa en la Argentina"... "Levantamos bandera de unión nacional, levantamos bandera de convivencia democrática, levantamos bandera de justicia social, levantamos bandera de solidaridad y de ayuda fraterna. De esta manera tenemos que trabajar para adelante. No va a ser nada fácil, pero no habrá nada imposible para un pueblo absolutamente resuelto; y qué la Argentina ocupe el lugar que le corresponde".

 

Dichos fragmentos pueden remontarse a la actualidad y, de hecho, son fundamentales para entender el contexto actual; desde lo electoral, hasta lo económico. Ya sea Massa o Milei quien se siente en el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre, deberá comprender que está entrando en una nueva etapa. Su gestión será parte de un nuevo paradigma.

 

Un nuevo paradigma en puerta

 

Claramente que estás elecciones sean de tercios y con definición de los pisos, ya es una novedad. Cuando históricamente siempre tuvimos un sistema de partido hegemónico; y estos últimos años, con una grieta feroz, un cuasi bipartidismo.

 

El cambio de paradigma puede comprenderse en base a tres características:

 

El recambio generacional en los liderazgos políticos. En las elecciones generales del 22 de octubre teníamos tres espacios fuertes con amplias chances de coronarse, de los cuáles aquellos dos que pasaron a competir en el balotaje, Libertad Avanza y Unión por la Patria, poseen liderazgo político con un margen entre 45 a 55 años de edad. Mientras que Juntos por el Cambio su rango etario en los líderes es +60; ¿eso es malo?, claro que no.

 

Pero la juventud tiene la perspectiva de transmitir vitalidad, energía y convencimiento en sus creencias. La lucha interna de JxC entre halcones y palomas acaparó toda la energía del espacio, sin darle el lugar, y apoyo respectivo, al surgimiento de nuevos liderazgos. Esto lo debilitó y pagó muy caro, ubicándose como tercera fuerza en las elecciones generales.

 

Cambio Cultural y social. Es acertado pensar que la sociedad del ‘83 no era la misma a la de fines de los ‘90/ principios de los 2000; y más aún esta última a la del 2023. En esta misma senda, aquella juventud y militancia del '83 tenía un fuerte deseo por el retorno a la vida democrática y un rechazo a la violencia.

 

Por el contrario, la juventud y militancia actual avala una violencia hacia la clase dirigencial y “rechaza” la democracia clásica; pero amplía las bases de la discusión en la arena digital, tomando a la e-democracy por sobre la democracia representativa tradicional.

 

Hoy vivimos en una aldea global, donde la vida digital es un puente, un camino y hasta un medio. Hoy la interacción desde lo individual es fundamental para el sistema. Hoy es una sociedad indescifrable, tanto que vamos a tener en un mismo año electoral tres elecciones totalmente distintas, las PASO, las Generales y ahora el balotaje. Hoy tenemos una sociedad más amplia, pero a la vez más compleja.

 

El modelo de país. En estos 40 años de democracia pudimos experimentar 2 modelos totalmente opuestos. Con la irrupción de la última dictadura militar el 24 de marzo de 1976 se instala el modelo neoliberal, aunque si bien en la primera etapa es mucho más gradualista que en la época menemista, que se caracteriza por las medidas de shock.

 

Y durante la presidencia de Alfonsín fue un modelo más de transición, de lo militar a lo democrático, aunque mucho no pudo revertir la crisis y termina su gobierno con una hiperinflación y la reducción del PBI. Dicho modelo termina implosionando a fines del 2001 con una feroz crisis económica, política y social.

 

Posteriormente a la crisis de comienzos del siglo XXI, y con la victoria de Néstor Kirchner a la presidencia de la nación en 2003, comienza el periodo neopopulista.

 

Un Estado presente parecía una vieja epopeya para las nuevas generaciones, que solo lo reconocían por los libros de historia. El nuevo fervor de militancia política durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner le dio vitalidad a la participación política; pero nada tiene que ver con la vocación de servicio de la vieja manera de militancia, dónde hoy militar por un fin personal es moneda corriente.

 

Así la base de un Estado presente empieza a mostrar sus deficiencias, con un discurso de igualdad y justicia social; pero con un 40% de pobreza y una inflación interanual del 142%. Y la corrupción en los distintos niveles de la política, es tal vez, el talón de Aquiles del modelo.

 

Los candidatos presidenciales Sergio Massa y Javier Milei, son fieles representantes de cada uno de dichos modelos. Aunque es seguro que habrá que repensar un modelo nuevo, que contenga la experiencia de dichos modelos anteriores; para así evitar caer en los mismos errores.

 

 

El dilema de JxC

 

Tras la derrota de Patricia Bullrich en las elecciones generales, JxC se ubicó como tercera fuerza con el 23,81% de los votos. Este resultado resonó fuerte al interior del espacio y ahí es donde comenzó el dilema ¿A quién apoyaría el espacio en el balotaje?

 

El líder histórico del PRO, Mauricio Macri y Patricia Bullrich decidieron inclinarse por Javier Milei, en contra del nemesis legendario, el Kirchnerismo. Por el contrario, un sector de la UCR y también del PRO, el sector más progresista, decidieron apoyar a Massa.

 

Por los dichos malintencionados que el libertario tuvo hacia Raúl Alfonsín y la democracia. En distinta sintonía que sus bases, la cúpula mayor de la UCR se inclinó por la abstención del apoyo a cualquiera de los dos candidatos, justificando que ambos le hacían un mal al país.

 

¿Qué hacer, y por qué la mejor opción era la de la UCR? Si tuvimos durante todo este año electoral, y la previa también, un escenario de tercios, era fundamental seguir con esa condición en el próximo gobierno. El planteamiento de abstenerse del apoyo a cualquier candidato ahora en el balotaje, le daba al espacio una posición a futuro de tercera fuerza, condicionando a los otros dos espacios.

 

Así, aquel espacio ganador, podría hacerlo con un caudal no mayor de votos; limitando su legitimidad como fuerza ganadora. Y a la segunda fuerza, lograr contenerla como principal fuerza opositora.

 

También podría condicionar el resurgimiento de una nueva grieta, encauzando el rumbo a un modelo verdaderamente democrático.

 

 

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