Massa o Milei, lucha de modelos, y qué es lo mejor para Chubut
ESPECIAL PARA EL CHUBUT
POR RICARDO MONTACUTO
PERIODISTA
por REDACCIÓN CHUBUT 19/11/2023 - 00.23.hs
Pocas veces una elección presidencial dividió tan profundo a los argentinos. A quien resulte presidente, le espera una tarea durísima y de alto costo. ¿Qué le conviene a la provincia?
Sergio Massa o Javier Milei. Peronismo y aliados, versus liberales, macristas y anti K. No hay más. Y un porcentaje de argentinos que votará en blanco o que no concurrirá hoy a las urnas. A ese número cabría prestarle atención esta noche, podría ser significativo.
Lo que se define hoy en la Argentina es mucho más que una elección presidencial. Implica también una opción entre modelos de gestión, de país, y de prioridades. Esas diferencias, profundas, entre Javier Milei y Sergio Massa y todas sus circunstancias, no lo son tanto al analizar las tareas que deberá encarar el próximo Presidente de la Nación, si no quiere que el país le explote en las manos con una crisis de hiperinflación y mayor pobreza, desempleo, probable estanflación, y todos los males derivados de una ecuación simple: Desde hace más de cien años y salvo en contados períodos, el Estado argentino gasta más de lo que recauda. También las provincias. Ese déficit se ha compensado con una monumental toma de deuda y emisión monetaria de entrecasa, ambas inflacionarias.
Las consultoras que elaboran informes mensuales para el Banco Central (38 en total para el último Relevamiento de Expectativa de Mercado conocido la semana pasada) proyectan una inflación «nucleo» -sin precios regulados, «cuidados», ni estacionales- de poco más del 193% para el cierre de este año. La inflación es el peor impuesto que pagamos los argentinos y durante el gobierno de Alberto Fernández fue del 340,3%.
El próximo presidente deberá poner en marcha un plan de estabilización, reducción drástica del gasto público y del déficit fiscal, unificación y liberación del tipo de cambio, y al mismo tiempo, sostener políticas de inversión, generar condiciones estables de trabajo, y seguir conteniendo los altísimos niveles de pobreza que llegan en promedio al 40,1% de las personas alcanzadas por la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, pero que serán mucho más cuando se conozca la medición del segundo semestre de este año. Milei o Massa deberán acometer esta agenda urgente.
Hoy se termina además el año electoral que ha resultado extremadamente agotador para la población y que ha ensanchado aún más el abismo entre la gente «común» y los políticos. La política nos agotó. Abusó de la paciencia y del tiempo de todos nosotros.
El calendario electoral empezó muy temprano, en marzo en nuestra provincia con elecciones internas para seleccionar candidatos a intendente de Trelew. Luego, las generales en esta ciudad, los procesos internos de los partidos y frentes que compitieron en las provinciales, la elección de gobernador, y las elecciones PASO, generales nacionales y balotaje presidencial. Hubo provincias en las que se empezó a votar en febrero.
En Chubut nos hemos salvado por poco de tener que sufragar -además- en unas primarias para cargos provinciales. Hay que reordenar, simplificar y acortar los calendarios electorales. La multiplicidad y abundancia de elecciones cada dos años sólo profundizan la idea de que aquí se vota cuando le conviene a la política, a los políticos, y los oficialismos de turno. Desde hace años que Chubut se debe un código electoral propio.
Los ánimos están encendidos entre el temor y la bronca. La grieta se ensanchó entre quienes votan a unos y otros. El mal clima se metió en grupos sociales, de amigos, de padres y madres del colegio de los hijos, en los clubes, escuelas, trabajos, y grupos de afinidad. La tensión está a flor de piel y cualquier chispa genera explosiones de odio y enojo, que se sienten con fuerza en las redes sociales y grupos de mensajería.
Hay un contexto apropiado para caldear ese infierno: hemos visto hasta aquí una de las campañas más sucias que ha experimentado la democracia argentina desde 1983. La zafra electoral de Sergio Massa terminó a caballito de una «campaña del miedo» que resultó por momentos ridícula. Aunque el proselitismo negativo da resultados.
En una entrevista, el consultor político Carlos Fara -flamante Presidente de la International Association of Political Consultants- nos contó que las campañas del miedo funcionan, si se pone el acento en los temores reales de la gente. Massa hizo foco sobre las tarifas de transporte, la educación pública, la venta de órganos, o la liberación de la venta de armas. No importa si resultan argumentos reales o no. Sino cuánto miedo «al otro» se puede generar.
La campaña del oficialismo fue en sus últimos tramos de una inmoralidad mayúscula: usaron todos los medios del Estado, oficinas públicas, recursos de todos los argentinos, para fomentar el miedo a Milei. Y fingieron demencia respecto de casos escandalosos, como el de Martín Insaurralde y su vida de lujos o el caso de «Chocolate» Rigau y sus jefes políticos, viviendo de «la nuestra» como ñoquis de una legislatura. No importa cuándo lean esto.
Javier Milei, que reniega de «la casta», motorizó su campaña en el enojo, hasta el último día. La Libertad Avanza montó incluso la idea de un fraude electoral que resultaría poco menos que imposible, y del que debieron desdecirse en la justicia a horas del balotaje.
Pero el daño está hecho. Si Milei pierde las elecciones de hoy, sus votantes y militantes gritarán «¡fraude!» hasta quedarse mudos, aunque luego no puedan aportar ni un solo dato para materializar semejante pesadilla conspirativa. La idea de un fraude de dimensiones colosales es -de mínima- una tontería lisa y llana. Milei y Massa contarán con un ejército de 105.000 fiscales cada uno para controlar la elección.
Es un comicio simple. Los errores que se produzcan en los telegramas serán subsanados en el escrutinio final, que realmente es «el que vale». Además de esto, voceros de La Libertad Avanza dijeron todo tipo de barbaridades en los últimos días sobre los temas más variados: el mar, Malvinas, el Papa, el rol de la prensa, lo que se les ocurra.
Miedo y enojo serán los sentimientos negativos que van a dar cuerpo a la elección de hoy, la última del año y de este larguísimo y agotador proceso de selección de autoridades constitucionales.
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