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El problema de encontrar un lugar para los residuos que nos sobrevivirán IV               

El Centro Atómico Ezeiza (CAE) fue inaugurado en 1967 en el partido bonaerense de Ezeiza. Nació originalmente como un lugar para depositar residuos de los diferentes laboratorios de radioquímicos y otras especialidades medicinales. Fue creciendo, y en la zona se fueron instalando diferentes entidades como CONUAR (Combustible Nucleares Argentinos), otros laboratorios de radioquímicos, una planta de reproceso experimental de material nuclear, el reactor de investigación RA1, etc.     

Para depositar residuos se hicieron trincheras, es decir excavaciones de unos 10 metros de ancho por 40/50 metros de largo, con una profundidad promedio de 1 a 1,5 metros.

 

En la década del 60 la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), organismo argentino responsable de la investigación, el desarrollo y el asesoramiento en materia nuclear, intentó y logró reprocesar en Ezeiza, 12 kilogramos de uranio de combustibles gastados del reactor de investigación RA1, recuperándose experimentalmente 425 mg de plutonio.

 

Una vez comprobada la capacidad de los científicos y de la infraestructura disponible para reprocesar combustible nuclear gastado, quedó concluida la experiencia y quedaron además los 425 miligramos de plutonio. ¿Qué hacer con ellos? No íbamos a seguir adelante para fabricar una bomba atómica ni combustible para reactores que no teníamos. Se lo mantuvo almacenado debidamente protegido por un tiempo hasta que se decidió declararlo desecho y, como tal, se resolvió genialmente arrojarlo a una de las trincheras excavadas.

 

En el año 2000, una carta de lectores enviada al diario La Nación, redactada por el Dr. Valentín Stirlinz, presidente de la Asociación Contra la Contaminación Ambiental de Esteban Echeverría (ACCAEE), denunciaba contaminación radiactiva de las aguas.

 

Fue leída por gente idónea que advirtió la gravedad del hecho. Comenzó una investigación que dio como resultado la causa judicial 5452 sobre averiguación de contaminación de aguas, con residuos peligrosos. Quedó a cargo del juzgado criminal número 1 de Lomas de Zamora a cargo del juez Santamarina. Un perito, por orden judicial, accede a los archivos e instalaciones del centro atómico Ezeiza donde descubre el enterramiento de plutonio en las trincheras comunes, más la disponibilidad de cientos de tambores, algunos enterrados y otros al aire libre, expuestos a la oxidación provocada por las lluvias y el medio ambiente.

 

Líquidos radioactivos fueron percolando hacia las napas de aguas. A su vez las napas habían crecido, porque Aguas Argentinas dejó de bombear las napas inferiores y de esa manera se llegó rápidamente a que la contaminación pasara de las napas freáticas al acuífero Puelche, del cual se extraía el agua para potabilizar, para el servicio de los partidos de La Matanza, de Esteban Echeverría y también de Ezeiza.

 

Una locura total, con alto grado de irresponsabilidad, se suponía que los residuos de las trincheras no tocarían las napas de agua. En tan solo 20 años las napas de agua subieron y llegaron hasta donde estaban los 425 miligramos de plutonio. Tan solo 1 miligramo, es decir una millonésima parte de un gramo, alcanza para contaminar y envenenar decenas de miles de metros cúbicos de agua.

 

Hubo varios análisis que establecían contaminación, pero ante una controversia en torno a los elementos que se encontraron, se mandó a hacer uno más profundo a un laboratorio de España. Ese análisis el gobierno no lo retiró de la Embajada de España, aduciendo falta de fondos. Si bien le rebajaron el costo para que sean retirados, el gobierno no se atrevió a buscarlos. Nunca se divulgó al público qué valores estaban dando.   

 

En febrero de 2007 el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santamarina no conseguía fondos para pagar el peritaje que establecería científicamente si el acuífero Puelche estaba contaminado como denunciaron vecinos y organizaciones ecologistas que responsabilizan al Centro Atómico Ezeiza, dependiente de la CNEA.

 

Desde hacía un año que el juez trataba de resolver de dónde sacar el dinero para pagar el peritaje. Después de innumerables trámites ante distintos organismos del estado, el juez Santamarina envió un exhorto al jefe de ministros Alberto Fernández con el propósito de obtener del gobierno el dinero.

 

Agotado los tiempos (y la paciencia) el juez emitió una resolución en la que disponía el archivo de la causa de Ezeiza hasta tanto se pueda completar la pericia técnica que no se hacía por falta de presupuesto.

 

La Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), para tranquilizarlo, le emitió al juez de Lomas de Zamora un extenso informe que hacía hincapié en supuestos «errores técnicos» cometidos en los primeros análisis.

 

Se impuso la burocracia. “Quedo en aguas de borrajas” la contaminación radiactiva de las aguas de consumo humano de varios partidos del conurbano.

 

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