Carta del Lector

La energía nuclear nació violenta

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La separación entre las tecnologías nucleares civiles y militares no existe. Se impulsa el uso pacífico para mantener personal y la cadena de suministros en forma, entrenados, para cuando sea necesario el uso militar, una manera de esconder su objetivo bélico.

Desde sus inicios, y hasta hoy, la energía nuclear ha dependido de las subvenciones gubernamentales para ser económicamente viable, subvenciones concebidas como cargas para el contribuyente.

 

La síntesis más simplista de los argumentos de la industria nuclear se da cuando se disimula o desestima las preocupaciones sobre los residuos nucleares y se ensalza la mítica separación entre las tecnologías nucleares civiles y militares.

 

Los defensores de esta industria afirman que la mayor parte de los residuos nucleares pueden reciclarse para generar más electricidad, una afirmación que se remonta a más de medio siglo y que ha sido repetida ritualmente por un ejército de profesionales de relaciones públicas de la industria nuclear.

 

Sin embargo, 50 años después, muy poco combustible nuclear gastado se ha reciclado realmente. El país con mayor éxito en el reciclaje nuclear es Francia, que es improbable que alguna vez utilice este combustible reciclado.

 

Las instalaciones de reprocesamiento, como la planta de Rokkasho en Japón, nunca han funcionado correctamente, a menos que se considere que su papel es permitir que Japón acumule plutonio para cubrir futuras necesidades armamentísticas como un objetivo fundamental.

 

Según el International Panel on Fissile Materials (IPFM), para inicios de 2024 el stock mundial de plutonio separado, no irradiado, es de aproximadamente 565 toneladas. De esas 565 toneladas, unas 425 toneladas vienen de programas civiles. El resto, unas 140 toneladas, es plutonio “en armas o disponible para armas”.

 

Existe una diferencia entre lo que se podría hacer y lo que realmente sucede. En lugar de ser recicladas, cientos de miles de toneladas métricas de combustible nuclear gastado aguardan una solución tecnológica que después de más de 80 años y fortunas invertidas, no se ha conseguido. Argentina tiene ya más de seis mil toneladas de combustibles gastados y ni miras de su reciclado.

 

En el 2021 un panel asesor de la UE sobre la categorización de las centrales nucleares como energía verde y, por lo tanto, elegible para recibir financiación europea como inversión sostenible, concluyó que los problemas derivados de los residuos nucleares impiden esa designación.

 

Podemos comparar con el plástico. Si bien los fabricantes de plásticos aseguran que la mayor parte del plástico se puede reciclar, seguimos viviendo en un mundo con cantidades cada vez mayores de residuos plásticos. Su estrategia de lavado de imagen verde, no se ha traducido en un mundo repleto de plásticos fabricados con materiales reciclados.

 

La realidad del mercado es que resulta más barato fabricar plástico nuevo que fabricarlo a partir de materiales reciclados. Del mismo modo, es más barato desechar el combustible nuclear gastado que reprocesarlo.

 

Combustible nuclear gastado procedente de la fabricación de plutonio en una piscina de combustible gastado en Hanford (USDOE, dominio público).

Como se sabe en Hanford se fabricó el plutonio de la bomba arrojada en Nagasaki.

 

La operación civil de las centrales nucleares también expone a un riesgo militar. Acabamos de ver como Rusia ataca las estaciones transformadoras junto a los reactores nucleares de Ucrania y como Ucrania ataca centrales nucleares rusas con drones.

 

Históricamente, los reactores nucleares nacieron violentos. Fueron inventados por el Proyecto Manhattan a principios de la década de 1940, para fabricar plutonio destinado a armas nucleares, y fueron fundamentales para la muerte de casi 100 000 personas en 1945.

 

En el discurso inaugural del primer reactor del Reino Unido, la reina mintió diciendo que su objetivo era civil, cuando en realidad se trataba de una fábrica de plutonio para armas.   

 

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