Espantoso asesino pide asistencia para riesgoso desarrollo nuclear
El príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman pretende un acuerdo con los Estados Unidos que le permita enriquecer uranio. A fin de tentar al país del Norte, ofrece incluir en el acuerdo la normalización de los vínculos entre Israel y Arabia Saudita, como forma de apoyar la paz en el Medio Oriente.
Un exfuncionario de inteligencia, Saad al-Jabri, dijo que en 2014 Bin Salman le comentó a un primo que quería llevar a cabo un plan para quitarle el trono a su padre. Recurriría a usar un "anillo envenenado" para matar al rey Abdullah bin Abdulaziz.
El príncipe heredero, gobernante de facto, es un "psicópata, asesino, con infinidad de recursos en Medio Oriente, que representa una amenaza para su gente, para los estadounidenses y para el planeta" dijo Saad al-Jabri.
El gobierno saudita ha tachado a Jabri de "exfuncionario desacreditado con un largo historial de invenciones".
Al Jabri, un veterano del gobierno de Arabia Saudita, huyó al exilio en Canadá hace tres años y desde entonces ha estado bajo protección de seguridad privada en Toronto.
El príncipe ha sido acusado de enviar un escuadrón a Canadá para matar a Saad al Jabri. El complot fracasó cuando agentes fronterizos canadienses sospecharon del escuadrón cuando intentaba ingresar al país por el Aeropuerto Internacional Pearson de Toronto, según documentos judiciales.
El frustrado plan ocurrió poco después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Turquía.
Jamal Khashoggi, de 59 años, vivía en un exilio autoimpuesto en Estados Unidos, debido a su postura crítica con el gobierno de su país y con la participación saudita en la guerra de Yemen.
En setiembre de 2017 había dicho. “…Yo puedo hablar mientras que tantos otros no pueden" (por estar encarcelados).
El 2 de octubre de 2018 entró en el consulado de Arabia Saudita en Estambul para obtener un documento de certificación del divorcio de su exmujer para poder casarse con su prometida turca, Hatice Cengiz y, dentro, fue asesinado por un escuadrón de la muerte.
Una captura de pantalla muestra a Khashoggi entrando al consulado saudí en Estambul el 2/10/2018.
En Ginebra, Agnes Callamard, funcionaria de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos asegura que las pruebas son lo suficientemente sólidas como para que haya una investigación internacional imparcial y más extensa al respecto.
Las autoridades de Arabia Saudita insisten en que no estaban actuando por orden del príncipe Bin Salman, actual viceprimer ministro del país y llamado a suceder en el trono a su padre.
Durante más de dos semanas, Arabia Saudita repitió la misma versión: que Jamal Khashoggi, se había ido tras realizar unos trámites. Finalmente admitió que había muerto allí durante una "acalorada pelea".
En un mensaje televisado, el gobierno saudita indicó que una investigación inicial realizada por el fiscal general sugiere que Khashoggi se encontraba en "conversaciones" en el consulado cuando estalló una pelea que tuvo un desenlace fatal.
Posteriormente el ministro de Relaciones Exteriores, Adel al Jubeir, dijo a Fox News que el hecho fue un "error enorme", además de que negó que el influyente príncipe heredero hubiera ordenado el asesinato, como se acusa.
"Estamos decididos a averiguar todos los hechos. Y estamos decididos a castigar a los responsables de este asesinato", dijo el canciller.
Las autoridades turcas, que han liderado las denuncias e investigaciones del caso, aseguran que el periodista fue asesinado y desmembrado dentro del consulado por unos 15 agentes sauditas que volaron expresamente a Turquía con ese fin, y que disponen grabaciones que lo atestiguan.
Por este caso, el rey Saudita despidió al jefe de inteligencia, Ahmed al-Assiri, a Saud al-Qahtani, asistente principal del príncipe heredero y a otros tres funcionarios y 18 sospechosos fueron detenidos.
Ordenó también la formación de un comité ministerial para reestructurar los servicios de inteligencia, encabezado por el príncipe, que ya tiene el control de la mayoría de los poderes del país.
El presidente Donald Trump, envió a Riad a su secretario de Estado, Mike Pompeo, para reunirse con el rey saudita y obtener información sobre el caso y prometió "severas sanciones" en caso de que se confirmara la implicación del gobierno saudita en el asesinato.
Una cosa que se sabe ahora es que los lugartenientes de Biden están presionando intensamente en el Senado para que se acepte la demanda del príncipe heredero saudita, del acceso a la tecnología de enriquecimiento de uranio, lo que proporcionaría combustible para plantas de energía nuclear que Arabia Saudita no tiene.
El enriquecimiento es un paso en la producción de combustible, pero también es una parte vital del camino hacia una bomba atómica, verdadera razón de la demanda.
Por otro lado, en una entrevista de CBS News de 2018, el príncipe heredero dijo que su país obtendría un arma nuclear si Irán lo hiciera. Dijo: “Arabia Saudita no quiere adquirir ninguna bomba nuclear, pero sin duda, si Irán desarrollara una bomba nuclear, haremos lo mismo lo antes posible”.
No mencionó la posibilidad de trabajar a través del sistema internacional para impedir una bomba iraní. Quiere un programa de energía nuclear en un abrir y cerrar de ojos, listo para convertirse rápidamente en un programa de armas nucleares.
En Estados Unidos se levantan voces: consentir al príncipe en su búsqueda ilícita es demasiado peligroso. (Fuentes: Víctor Gilinsky Bulletin of Atomic Scientists – BBC Mundo)
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