Carta del Lector

España y sus minas de uranio

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Durante décadas el sector del uranio fue clave en España. En 2021, la Ley de cambio climático decretó que no se concederían "nuevos permisos de exploración, de investigación o concesiones de explotación de minerales radiactivos" debido "a sus perjuicios y a su costo". Un clavo en el ataúd del uranio español. En 2000 se cerró la última mina.

En los últimos años intentó resucitar. Tuvo la oportunidad de revivir con un proyecto que fue tronchado por el Ministerio de Transición Ecológica.

 

Considerado estratégico por la dictadura de Franco, fue ganando fuerza y llegó a acariciarse el sueño de que las centrales que empezaron a levantarse en los sesenta pudieran abastecerse con el mineral extraído en suelo español.

 

Se hicieron decenas de prospecciones que sirvieron para constatar la existencia de uranio en diversos puntos del territorio y se abrieron varias minas allí donde el uranio se presentaba de forma más concentrada.

 

Las más importantes fueron las de Saelices el Chico, en Salamanca, y La Haba, en Badajoz. Sus reservas llevaron a que España se situara en los años ochenta como segundo productor de uranio en Europa, después de Francia.

 

Hoy Francia ni España explotan minas de uranio en su territorio metropolitano. En junio del año pasado, la compañía finlandesa Terrafame inició la extracción de uranio natural en la mina Sotkamo, en el noreste del país. Es la única mina de uranio operativa en Europa.

 

Instalaciones de La Haba | Enresa

Cuando empezaron a subir los precios, varias empresas se interesaron en los yacimientos españoles ante la posibilidad de explotar una mina de uranio en Europa.

 

El proyecto que llegó más lejos fue el de Berkeley Minera, en Retortillo (Salamanca). La empresa australiana se hizo con la mayor parte de licencias para la extracción de uranio en España y comenzó a diseñar un proyecto consistente en una mina y una planta de procesados en los yacimientos de Ciudad Rodrigo con la previsión de operar durante catorce años y alcanzar una producción de unas 2.000 toneladas de uranio al año a pleno rendimiento.

 

Pero el ataúd no se abrió. La explotación de Retortillo en Salamanca tendría que ser a cielo abierto, "con un fuerte impacto en el lugar", lo que en su día dio lugar a protestas por las primeras talas de encinas, y un coste de restauración alto al finalizar la explotación.

 

El 12 de julio de 2021 el Consejo de Seguridad Nuclear español puso el último clavo en el ataúd del proyecto de mina de uranio Retortillo, que impulsa la empresa NBerkeley y que ya ha tenido impacto sobre el Campo Charro, donde se ubica, y sobre el que ha planeado desde un primer momento el fantasma de la especulación.

 

Manifestantes contra Berkeley Minera en Salamanca. Fuente: Stop Uranio

El proyecto, que lleva vigente desde hace quince años, recibe así una negativa que apunta a definitiva, en un dictamen que da la razón a las organizaciones ecologistas y a la oposición a la mina de este pueblo de 200 habitantes.

 

Los peligros del tratamiento y almacenamiento de los residuos radiactivos han sido definitivos para que Berkeley no obtenga la licencia. En concreto, se han valorado los riesgos sobre la hidrogeología y las posibles filtraciones de sustancias peligrosas a los acuíferos de la comarca salmantina del Campo Charro.         

 

En defensa de su ambiente, Europa prefiere importar uranio del tercer mundo a producirlo. (Fuente José Ramón Barrueco Sánchez - Redacción El Salto)

 

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