Chubut

Principales razones para rechazar la energía nuclear XXIII

Poco a poco y con ayuda de algunos estados las organizaciones delictivas pueden obtener capacidad técnica y financiación para encarar un acto de terrorismo nuclear. En la preparación y ejecución de un atentado con un Artefacto de Emisión Radiactiva, salvo la obtención del material radiactivo, no hay ningún paso que sea especialmente difícil para una organización terrorista. 

     Tradicionalmente la mayoría de los grupos terroristas buscan sembrar el pánico en una población para conseguir sus objetivos. Estos grupos saben que la muerte de demasiadas personas en sus acciones, o el uso de violencia excesivamente indiscriminada en las mismas, puede acabar volviéndose en su contra, incluso entre la masa social que los apoya. 
     La excepción la constituyen los atentados islamistas, cuyos autores pretenden realizar macro atentados con gran número de víctimas para obtener una repercusión mundial de sus acciones.
      Los grupos terroristas tradicionales siempre han deseado disponer de armas cuyo uso causara gran miedo y alarma social sin que el número de víctimas fuera realmente elevado. Aunque nunca han sido utilizados, los Artefactos de Dispersión Radiológica, podrían cumplir con los requisitos soñados por determinados grupos terroristas. 
      Un Artefacto de Dispersión Radiológica está formado por material radiactivo que sería dispersado en un área más o menos grande, una ciudad, por ejemplo. Si para provocar esta dispersión se utiliza la detonación de un explosivo convencional adosado al material radiactivo, se trata de una bomba sucia. 
      El material radiactivo también puede diseminarse sobre el área objetivo por otros medios que no sea el uso de un explosivo. Si el artefacto está diseñado para emitir radiación de forma estática en un periodo de tiempo más o menos largo, afectando a una pequeña área, se trata de un Artefacto de Emisión Radiactiva. 
      El uso de un Artefacto de Emisión Radiactiva es menos impactante y, por los tanto, menos útil como arma terrorista. En la preparación y ejecución de un atentado con este artefacto no hay ningún paso que sea especialmente difícil para una organización terrorista. Salvo por la necesaria obtención del material radiactivo, estos pasos son similares a los que seguirían para la comisión de un atentado con cochebomba.
      Todos los isótopos utilizables en uno de esos artefactos pueden encontrarse en fuentes radiactivas comerciales: tratamientos contra el cáncer, esterilización de alimentos, radiografías industriales, investigación científica, etc. 
       El cesio137, el candidato con mayor probabilidad de ser utilizado en un Artefacto de Dispersión Radiológica puede ser fácilmente dispersado al encontrarse en forma de cloruro de cesio, mientras que el cobalto-60 se encuentra en forma de pastillas metálicas y su dispersión sería mucho más difícil.
       Las instalaciones nucleares constituyen un objetivo atractivo para muchas organizaciones terroristas. El factor psicológico, el miedo que todo lo concerniente a la radiación despierta en la población, será siempre una tentación para los terroristas.
       Las instalaciones nucleares son un objetivo debido al material radiactivo que contienen y que, al sufrir un ataque, podría ser liberado a la atmósfera afectando a la población incluso a distancias considerables.
       Debido al número de bajas relativamente pequeño, si se compara con un atentado con un arma nuclear o con un Dispositivo Nuclear Improvisado, este tipo de ataques podría ser elegido por un mayor número de organizaciones terroristas, al igual que el uso de un Artefacto de Dispersión Radiológica.
       Instalaciones susceptibles de un ataque de estas características son las centrales nucleares y las piscinas de combustible agotado que se encuentran en las mismas, pero también los reactores de investigación, plantas de reprocesado y plantas de almacenamiento de residuos radioactivos de alta actividad.       
       El 25 de abril de 2002, un grupo de activistas de Greenpeace lograron introducirse en la central nuclear «José Cabrera» en Almonacid de Zorita (Guadalajara), logrando escalar la cúpula del edificio de contención del reactor y colocar una pancarta que decía: “Zorita, cierre ya”.
       En diciembre de 2011, varios activistas de Greenpeace se infiltraron en la central nuclear de Nogent-sur-Seine, (ver imagen) un centenar de kilómetros al sureste de París, en una operación con la que pusieron en evidencia los fallos en los mecanismos de seguridad y demostraron la vulnerabilidad de la central. 
 


       Un ataque terrorista a una central nuclear podría tener como objetivo no solo la liberación de la radioactividad, sino también la suspensión de su funcionamiento. 
      El mayor riesgo que puede imaginarse sería que los terroristas dispusieran de información técnica detallada del funcionamiento y distribución de los distintos sistemas de seguridad de la central.
     Con esta información, podrían planear un ataque que pusiera fuera de combate un sistema determinado y sus redundantes. 
 

 

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