Hoy Juan Carlos Segura

“Lo más importante para mí, es que encontré la verdad, encontré a Cristo”

De cada una de las personas que he entrevistado, siempre tengo algo que rescatar, no solo sus anécdotas o recuerdos, sino también sus buenos ejemplos, consejos.

por REDACCIÓN CHUBUT 15/03/2018 - 13.58.hs

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En esta oportunidad conoceremos un poco más de Juan Carlos Segura, no solo como artista sino también como persona y el cambio que ha sido para él conocer alguien muy especial. 

 

Juan Carlos nos cuenta que nació el 04 de Septiembre de 1936 en Buenos Aires, Capital Federal, vivió en el Barrio de Once, donde cursó la primaria en la Escuela Mariano Acosta, la cual quedaba frente a su casa.
Su papá Salvador tenía varios oficios, como trabajar el fieltro, la carpintería y repartidor de trajes para una sastrería en Buenos Aires y su mamá Victoria Argentina Herrero, ama de casa y costurera, que se especializaba en hacer los forros para sombreros. Único hijo varón de la familia; mellizo de su hermana Esther, ambos, hermanos de Emelina Ana, la mayor.

 

HERMOSOS RECUERDOS DE LA ESCUELA PRIMARIA 
Recuerdo que en la escuela siempre me peleaba, era muy pendenciero (ríe).  Con algunos de mis compañeros de primaria  como Fosatti o Balones todavía me comunico. En ese tiempo, también había muchos de la colectividad judía, cuyas familias habían emigrado de la Segunda Guerra Mundial.
Tuve maestros y profesores varones, porque la escuela era únicamente de varones, cursábamos hasta los días sábado.
Durante la primera hora, nos daba clase el maestro de grado y el resto, teníamos practicantes según la materia que vinieran a dar.
El primer maestro que tuve fue Aurelio César López Ocon, era extraordinario, un petisito, morocho, divino. Me acuerdo que yo le tenía miedo a las tormentas y él  me lo quitó.  
Fue quien junto a Otto Alfredo Freitas, su amigo de la infancia,  hizo los primeros títeres didácticos. 
Hay un monumento en Azul, provincia de Buenos a Aires dedicado a los titiriteros.
 Ellos tuvieron muchos inconvenientes durante los primeros años, porque el Ministerio no les permitía utilizar los títeres como medio didáctico hasta que se impuso porque vieron los resultados.
Otro maestro que recuerdo con aprecio es Omar Pedroni, escritor santafecino que vivía cerca de mi casa o también Luis Arena,  que fue escritor y publicador de libros de manualidades.
En música teníamos un coro de 300 voces, grabamos para la radio del Estado, teníamos hermosas canciones, la tendencia de la música era más a lo clásico, música de grandes que cantábamos los chicos.
Teníamos muy buena base de estudio, tuve una muy buena educación. Había muy buenos profesores y maestros. 
En la primaria participé en distintos  concursos de dibujo que organizaba la conocida tienda Gath & Chaves (comúnmente dicho Gatichaves)  y Haro. Había ganado tres concursos y eso me animó. También en esa época se hacían pisco-test laborales  de vocación y siempre me daba lo mismo (la inclinación hacia la plástica).
Cuando terminé la escuela primaria, tuve la opción de trabajar o continuar estudiando. Pero  para cursar la Escuela de Bellas Artes, tenía que ir a la mañana y como había comenzado a trabajar no podía; a la tarde cursaban  únicamente las mujeres. 

 

TIEMPOS DE NOSTALGIA E INCERTUMBRE POR HECHOS HISTORICOS, QUE LE HICIERON INTERRUMPIR SUS ESTUDIOS   
Recién a los 15 años pude entrar a cursar en la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano” allí hice la preparatoria de dibujo y escultura. Trabajaba de día y estudiaba de noche. 
Antes tuve que rendir examen de ingreso. Teníamos 11 materias. Los lunes teníamos escultura durante toda la clase; debíamos empezar y terminar una escultura en una noche. Nos ponían modelos  de yeso y debíamos copiarlos, cumplíamos cuatro horas reloj, había  un clima estupendo, me hace recordar lo lindo que era trabajar allí, si bien a mí la escultura me interesaba como un modo más de expresar la plástica, no era lo mío,  por eso no me dedique a ello.
Cuando cursaba el tercer año, lamentablemente me sorprendió la revolución que sacó a Domingo Perón del poder y estuvimos mucho tiempo sin clases. 
Juan Carlos recuerda con mucha tristeza, que en ese tiempo falleció  una compañera en un  trolebús cuando tiraron una bomba.
Trabajaba como dibujante en una empresa textil, en Suixtil, estábamos en diagonal al Departamento de Policía, en la  calle Moreno cuando bombardearon la Casa de Gobierno y el  Ministerio de Marina. Nuestro atelier estaba en el séptimo piso y de allí veíamos como los aviones tiraban bombas, recuerdo que  nosotros estábamos parados sobre un tanque de agua muy grande cuando pegaron dos balas y sacudió todo el tanque, nos salvamos de casualidad.
A pesar de todo logré terminar de cursar y continúe mis estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes  “Prilidiano Pueyrredón”.
Me salvé del servicio militar,  lo que agradecí mucho  porque me permitió terminar de estudiar.  Me gustaba el clima que se vivía en aquellos años dentro de la Escuela de Bellas Artes, además tenía  muy buenos compañeros, que se han hecho famosos a nivel mundial,  Leparc, Distefano, García Rubio; ellos han seguido la plástica, se casaron con el arte (ríe). 

 

SU LABOR SIEMPRE ESTUVO LIGADA AL ARTE
Siempre que pude me metí a agencias de publicidad, comencé como cadete,  el “che pibe” (ríe), como mandadero y después cuando adquirí cierta habilidad dentro del estudio de bellas artes, sobre todo en dibujo, trabajé como ilustrador y armador de avisos.
Todo lo que se relaciona con lo que hoy soy;  está relacionado no solo con la plástica, en dibujo y pintura sino que hice además,  grabado, escultura, escenografía, diseño gráfico. 

 

LA MUDANZA A MAR DEL PLATA Y COMIENZO DE UNA NUEVA VIDA 
Trabajando en una agencia de publicidad “Irupé propaganda”, un día me encontré con un tío que venía de Mar del Plata,  tenía una  carpintería y  me propuso ir a trabajar con él;  renuncié y decidí ir a probar suerte. Durante un tiempo estuve bien, hasta  que a mi tío se le terminó el trabajo.
En ese tiempo tenía una bicicleta, entonces  agarré la guía telefónica y comencé a recorrer todas las agencias de publicidad que encontraba, hasta que el dueño de una de ellas, vio mi carpeta de trabajos. Me contrató enseguida, se llama Jalil Industria Publicitaria, el dueño era descendiste de sirio libanes.
Recuerdo que como el espacio era muy chico al principio, mi mesa de dibujo estaba dentro del  lugar donde se guardaba  la reserva de comida; por eso  trabajaba con olor rico ajo y cebolla (ríe), bastante creativo, ahí salían todas las ideas. Con esa empresa trabajé tres veces. 

 

EL DIA QUE CONOCIO A SU COMPAÑERA DE VIDA
Un día fui acompañar a un amigo de la pensión a bailar. Fuimos a uno de los clubes que había en esos tiempos donde tocaba una orquesta típica y una de jazz. 
Las chicas iban con las madres, y los varones teníamos que ir mesa por mesa preguntando si querían bailar, por supuesto rebotando hasta lograr que alguna quisiera (ríe).
Allí  conocí, a mi esposa, Nerea Almenta. Nos casamos antes del año de estar saliendo de novios; fue el 05 de octubre del 1960. Tenemos dos hijas Natalia y Grisela, ambas nacieron en Mar del Plata, y se inclinaron hacia el arte.
  
PARTICIPACIONES Y PREMIOS QUE LE “ABRIERON MUCHAS PUERTAS”
 En el año 1962, gané el primer premio del concurso para el afiche del Festival del Cine de Mar del Plata.
Con el dinero que gané de premio, me compré el primer autito, con motor de un solo cilindro, un Henkel, recuerdo que se abría por adelante. Ese y otros  premios,  me abrieron muchas puertas.
Además participé y di clases como profesor de composición fotográfica en el “Foto Club Mar del Plata” durante los años 1970 al  1976.
En ese momento, compré mi primera  cámara Cannon, y todo el equipo completo para hacer un taller; si iba a ser fotógrafo tenía que hacerlo completo, así formé mi propio laboratorio.
Fui contratado por el Diario La Mañana como fotógrafo, durante los años 1977 y 1978. 

 

LLEGADA AL SUR Y UN VALLE QUE LOGRO CAUTIVARLO 
En Mar del Plata ya teníamos todo el proyecto de vida, tanto es así que habíamos comprado un terreno frente al mar, a unos 30 km de la ciudad, e  íbamos a empezar a construir la casa para nuestra vejez; chica pero muy divertida y atrevida. Dejábamos en el terreno una casilla rodante que la usábamos para ir los fines de semana.
Cuando mi hija Natalia se casó, se mudó a  Trelew, un día  viajamos  de paseo y a traerle los muebles que le  habían quedado en Mar del Plata. 
Durante esos días, ella nos trajo a tomar el té a Gaiman, me acuerdo que  cuando  veníamos de la meseta que es todo piedra y bajamos a Gaiman; vimos el verde  que había, nos quedamos impresionados; confundimos los techos de las 40 viviendas  con un lago (ríe), eso fue en el año 1985.
Empezamos a recorrer Gaiman, nos gustó muchísimo, y nos empezamos a preguntar si viviríamos aquí. A la noche ya no podíamos dormir, pensando dijimos, si nos gusta porque no vamos a “quemar las naves”.
Vimos esta propiedad que nos gustó mucho;  perteneció a una sucesión del señor López.  
Durante un almuerzo  con mi hija Grisela y su esposo nos decidimos venir a vivir al valle. Así fue como a los 50 años empecé devuelta.
Al instalarnos, pusimos un taller de cerámica, lo  que era algo novedoso para Gaiman. Nos fue muy bien, trabajaba con mi esposa,  hijas y yernos.
Los hornos no paraban nunca. Trajimos como caballito de batalla la tetera en cerámica que sirve como platito para apoyar el saquito de té.

 

REFLEXIONES PARA UNA MEJOR FORMA DE VIVIR 
Lo más importante acá para mí es que encontré la verdad, encontré a Cristo.
Al principio no los quería escuchar, los escuché, entendí y al entender pude creer. El evangelio me muestra a mí mismo como Dios me ve. A empezar de vuelta, pedir perdón por mis pecados.
Si uno cree que Dios existe, él está esperando, lo único que hay que hacer es  dar el paso.  
Entre muchísimos temas hablados con Juan Carlos era inevitable tratar sobre la juventud y su indecisión a la hora de elegir una carrera, a lo que Juan manifestó sabiamente; “aquello que me hace feliz a la larga es más que rentable. 
La felicidad es vida y la felicidad es el producto de una vida en paz, una vida en ganancia con el buen humor, con una buena memoria, con la buena amistad, con el perdón y todas esas cosas las tengo que descubrir y cuando el talento que tengo se manifiesta me siento feliz y no me importa lo que me digan lo que me da o no me da.
Lo que hago hoy sea pintura, escultura, fotografía, trabajos con piedras,  escenografía, lo hago feliz porque es lo que soy, es importantísimo descubrir lo que uno es, y no es porque tu papá te lo enseñó, lo podemos traer en los genes pero tenemos que descubrirlo”.
Carina Andrea Pugh.
 

 

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