Fin de Semana

“El faro del fin del sueño”

Escrito por Roberto Miguel Cerda, fue uno de los cuentos seleccionados en la categoría para mayores de 18 años en el Concurso Literario de Aventura y Ciencia Ficción, en homenaje a un nuevo aniversario del natalicio de Julio Verne.

 

por REDACCIÓN CHUBUT 09/07/2021 - 22.51.hs

 

EL FARO DEL FIN DEL SUEÑO

 

Por Roberto Miguel Cerda

 

¿Te diste cuenta que si tu viejo, el Encargado del Destacamento de Balizamiento no se hubiera opuesto a lo nuestro, no estaríamos aquí, juntos y felices?

 

 

Con su porfía de no querer que yo, un conscripto a su mando, fuese tu novio, y con su decisión de mandarme de torrero a este faro, justo al momento de empezar la guerra de Malvinas, sólo consiguió que te trajera conmigo a escondidas… y aquí seguimos, solos en la torre, al lado del mar, viendo los albatros, pescando, escondidos en la niebla o entre la arena de los vientos del oeste…

 

 

No se cómo estarán las cosas, pero se oyen aviones a reacción y el movimiento de buques es alto, y oímos por las noches conversaciones en clave de los nuestros y de ellos. Ya pasará esto ¿verdad? Y estaremos juntos, pero a la vista de todos y no escondidos y hasta olvidados como ahora.

 

 

¿Te acordás cuando vinimos?. Casi nos descubren los perros de los que llevaban las ovejas al campo de invernada de la estancia… de no haber estado la osamenta del caballo donde nos arrimamos, nos hubieran olfateado.

 

*

 

Ya termina mayo, está oscureciendo y son apenas las cinco de la tarde. Se pone frío… ¿sabés?, vamos a ir adentro a tratar de seguir descifrando lo que dicen los ingleses y los nuestros. Hay bastante carbón de piedra para la salamandra. No quiero que pases frío.

 

 

Mirá lo que resulta del descifrado, parece que cuando empiece la niebla van a desembarcar en la ría… de noche… acá no entiendo en qué… hablan de volar… ¿paracaidistas?...

 

*

 

Dame la mano, volvamos al faro. Tenemos dos pescados grandes. Mientras los hacemos voy a ponerme en escucha radial a ver si sabemos algo más, porque no pueden ser paracaidistas en la niebla… y con el oscurecimiento no hay luces en el puerto, ni en el pueblo, al otro lado de la ría. Ni el faro ni las balizas hacen funcionar, sólo tenemos las luces de las estrellas y la luna cuando la niebla lo permite.

 

 

Un submarino… botes… comando… ¿volar?... volar… ¡van a volar la Compañía de Municiones del Ejército!... mañana a la noche, cuando baje la niebla… nevará luego… ¿te das cuenta?, parece que van a desembarcar unos comandos.

 

No podemos avisar, nos van a encontrar y no queremos que nos separen… ¿qué hacer?... sentate, hablemos, hay que hallar alguna solución. Abrazame, no dejemos que se arruine lo nuestro…

 

*

 

¿Viste?... todo tiene salida. Dejame terminar los cálculos para cambiar las ruedas de los engranajes y poder copiar los destellos del faro de entrada al puerto, que también tiene luz blanca como éste… ya está, tengo el número de dientes, vamos a la sala de máquinas y busquemos… algo de acetileno he visto y podemos encenderlo para cuando se aproximen a la costa y en lugar de ingresar a la ría, se metan en la restinga de éste lado.

 

*

 

¡Qué frío se está poniendo!... ahí están hablando… parece que tres botes a la mar… una hora hasta el ingreso a la ría estiman… los recogerían a las seis de la mañana… vamos a hacerles tres series de destellos cada diez minutos… tendrían que verlos…

 

 

Listo, bajemos a la costa a ver qué pasa. Alcanzame el fusil… vamos… deberían estar por llegar si los pudimos engañar… se oye bravo el mar… qué poco se ve… ¡parece ruido de motor!... apostémonos entre las piedras… ahí vienen dos botes entre la espuma ¡son buenos! están navegando por un canal de restinga cada uno… y así van a llegar a la costa, nomás. Si llegan, la vamos a pasar mal. No tienen que hacerlo, los voy a ametrallar, dejame el otro cargador a mano.

 

 

Ya está, un cargador para los dos. El oleaje los está destrozando en la restinga… ¿y el tercero?, ésos oyeron las descargas… no pueden virar en la restinga… van a desembarcar y no tenemos municiones para frenar ocho o diez comandos advertidos… no quiero que te pase nada… cubrime con el fusil, voy a intentar meter una costilla del esqueleto de ballena que está entre las piedras del final de la canaleta que vienen navegando, si pierden el control naufragarán, el oleaje los matará arrastrándolos entre las rocas.

 

 

Ahí vienen los desgraciados, y no pude calzar la costilla en los bordes del canal… pero si hago pie como puedo, la apoyo en el fondo, la sostengo de punta y que la embistan de proa… se van a desparramar igual, el mar no perdona. ¡Enseguida vuelvo con vos! ¡Ya los tengo encima!

 

*

 

- ¿Te acordás del colimba cobarde que desertó cuando empezó la guerra, llevándose el fusil?

 

 

- ¿Cuál, el pirado ése que se la pasaba resolviendo acertijos y problemas matemáticos y de ajedrez?

 

 

- Sí, el que quería casarse con vos.

 

 

- Sí, me acuerdo. ¿Te imaginás tener un yerno así? Menos mal que se fue, no me dejaba en paz.

 

 

- Bueno, ahora apareció.

 

 

- Qué, ¿lo agarraron?

 

 

- No. Apareció. Cuando la baja de la marea extraordinaria de diciembre, los ovejeros que andaban arreando para la esquila vieron cosas raras en la restinga norte y ahí estaban los huesos del loquito con algo del correaje del uniforme y la chapa de identificación. Lo más raro de todo es que aparecieron restos de unos botes, armas, explosivos británicos… además de otros cadáveres.

 

 

- ¿La Embajada británica dijo algo?

 

 

- Niega cualquier acción bélica en costa continental durante la guerra… Todo más misterioso que los destellos del faro abandonado a finales de mayo del año pasado.

 

 

 

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