Breve reflexión a favor del voto a los 16 años

Para analizar el proyecto del voto a partir de los 16 años,  es oportuno  comenzar con el punto central del debate: “la aptitud de un menor de edad  para elegir a sus autoridades políticas a través del voto directo”.

por REDACCIÓN CHUBUT 27/09/2012 - 00.00.hs

 En ese marco, es preciso citar algunas expresiones en contra del proyecto, como por ejemplo, las de la Socióloga Susana Voloscin, quien afirmo que “un chico a los 16 años es muy maleable y  todavía se lo puede convencer fácilmente”. Expresiones como esas, responden a la dicotomía - conocida y legitimada por nuestra sociedad- en la que se delibera la inclusión ciudadana de los jóvenes: “la idea de que los menores de edad carecen de competencias necesarias para ser sujetos políticos”.
Dicha dicotomía radica en la existencia de una división socialmente construida entre “menores y mayores”. Es decir, afirmar que un joven de 16 años no es “apto” para elegir un presidente, da la pauta que nuestra sociedad asignó maneras de actuar inmodificables para cada franja de edad de la adolescencia. A ello, se le suma el proceso estigmatizador y generalizable durante las últimas décadas que han sufrido los jóvenes, donde se le atribuyó apatía y desinterés respecto de los asuntos públicos.

 


Por todo, consideramos que para lograr más adhesiones al proyecto consideramos que se debe comenzar en la erradicación de tal dicotomía. Primero, trabajar sobre la eliminación de todo tipo de estigmatización hacia los jóvenes respecto del poder y las instituciones. Y, posteriormente, flexibilizar la institucionalización del curso de la vida. Esto último, implica hacer notar que el concepto de juventud no es concepto aislado. Y que, el mismo, debe utilizarse en plural para comprender que cada franja de edad está compuesta por distintos grupos sociales.
Al margen de cómo se trabaje,  los puntos centrales por los cuales nos pronunciamos a favor del proyecto tienen que ver, en primer lugar, con el contexto regional. Vale destacar  que el proyecto tendrá amplio apoyo, en esta década donde los países de nuestra región están recuperando el activo rol del Estado. Este momento histórico, es el marco ideal para la atracción de los menores a votar.
Por otra parte, el gran aporte que hará el voto a los 16 será la aceleración los tiempos de discusión política dentro de la familia, y en la escuela. Al margen de que los jóvenes opten por ir a votar o no, el debate se dará indefectiblemente a la hora de ir a votar.


 


Por último, se hace preciso recordar que la cuestión de la participación activa juvenil (menores de 18) no es nueva en los partidos políticos. Nuestros partidos políticos, reconocen la figura de “adherente” a partir de los 14 años hasta los 18 años, edad en la que pasa a la condición de afiliado, adquiriendo a partir de allí el derecho de elegir y ser elegido. La figura del adherente a un partido político da la pauta de que el Estado da garantías de participación juvenil activa mucho antes que los 16 años y dentro de un partido.
En conclusión, creo que al calificar a un joven como “maleable” respecto al poder, se continúa juzgando a la política más que a los propios jóvenes. El carácter “maleable” (que indica la Socióloga) sobre la facilidad para el convencimiento de los jóvenes no debería alarmar, ni generar miedo sino todo lo contrario. Seria síntoma de buena salud que un joven tenga facilidad para convencerse ante una propuesta electoral, sino no, no hace otra cosa que continuar situando a la política en un lugar suspicaz.
Por  Carlos Pascuariello  (h)


 

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