Mascotas Trelew, una peluquería canina bañada de amor

Debido a su enorme amor por los perros, ya han pasado por su familia varios rescatados. “Siempre fui perrera. Todos mis perritos son rescatados. A veces me llevé a casa perros para buscarles familia o castrar y terminaron quedándose a vivir conmigo”. 

Su amor por los peludos la llevó a crear su gran proyecto de peluquería canina, y así, casi de casualidad encontró esta profesión. 

“Todo nació gracias a Rocco, mi perrito. Cuando lo adopté estaba que se moría, tenía moquillo, virus y demás problemas por ser de la calle. Le empezaron a salir heridas en su piel, entonces teníamos que llevarlo siempre al veterinario para que lo bañe y pele”.

De esta manera, Mayra decidió un día comprarse su propia máquina, para poder cortarle el pelo a Rocco ella sola en su casa.  

Para poder compensar el gasto de la máquina, empezó a cortarle el pelo a algún que otro perrito de vecinos, o conocidos. 

“Empecé con los perros del barrio y ahí arrancó todo. Aunque yo no tenía el lugar tan preparado para poder trabajar y atenderlos, igual todos se coparon y los llevaban. La gente veía que sus perros se iban felices. Me fueron recomendando y se fueron sumando siempre más clientes” 

A partir de ahí, ya comenzó a tener su clientela fija. 

En este momento atiende desde las 8 de la mañana hasta las 17 o 18 horas, dependiendo el día, en un local que alquila cerca del centro. 

“Nunca me imaginé hacer esto. Si hace diez años me decías que iba a tener mi propio local y hacer esto no me lo creía ni ahí. Esto es lo que me gusta. Las veces que tuve que dejar de hacer esto porque no conseguía local lo extrañaba un montón”. 

Y agrega: “Por un lado renegas porque no es fácil trabajar con los perros, es re difícil.  Tienen sus días. Los perros son como nosotros, tienen su propia personalidad y carácter, pero los trato con paciencia y cariño”. 

“Yo trato de hacer hasta donde ellos quieran. Si veo que no quieren más estar ahí corto. “.

“Ahora, también empecé a sumar collares, ropa, juguetes y camitas”. 

“Mi amor por los perros me llevó a esto, a veces extraño estar arreglada y en la oficina, ahora vivo trabajando llena de pelos. Pero me encanta”. 

En su local, la atención es más que personalizada para cada perrito. “Trato de no juntarlos porque cada uno tiene su carácter. Además, no me gusta tenerlos en caniles. Asique atiendo de a uno y cierro con llave. Al perro no le gusta estar en canil enjaulado.  Los trato con amor y cariño y estoy al 100% con ellos”. 

Y agrega “A veces llegan temblando, los acaricio y se les pasa. Trato de entender qué les pasa. Hay que ir probando qué quiere el perro, y qué se deja hacer. Trabajo hasta donde el perro quiere y respetando eso”.

Y para finalizar confiesa: “Mi amor y mi paciencia se ven reflejados en mis clientes. Los perros siempre vuelven. Vienen contentos. Y eso es lo que importa”.