La columna de Susana

LA TANA

La Tana Mirífico, conocida así por todos, se llamaba Ermanda. Fue mi profesora de Merceología en el Comercial, en la década del 70, en Trelew.

por REDACCIÓN CHUBUT 26/02/2023 - 11.40.hs

Entraba al aula y ya sabíamos que íbamos a aprender, porque siempre estaba de buen humor y porque llevaba la Química a ejemplos de la vida cotidiana.

 

¿A que no saben por qué limpia el jabón? O ¿Cómo se hace el vino y los destilados? Nuestras mentes volaban ante tantas preguntas… De esa manera captaba nuestra atención, o al menos la mía.

 

Usaba una cartera de cuero marrón que nunca cambió, su estilo era sobrio y a la vez elegante. Se ponía una hebilla en el cabello, sobre el lado izquierdo como levantando un mechón rebelde.

 

Venció los prejuicios de la época, siendo soltera y sin hijos siempre estaba de buen semblante, al contario de algunas de sus compañeras del plantel docente.

 

Una vez nos contó, porque ella matizaba, que el Flaco Lasaga le preguntó si recordaba el número de teléfono (fijo) de su casa y ella le contestó que las fórmulas de Química le ocupaban toda su capacidad mental. Al contarlo se reía de la ocurrencia del Flaco.

 

La vida nos llevó a encontrarnos, después de mi egreso, en otros ámbitos. Recuerdo un velorio donde nos sentamos juntas a hablar bajito y allí me confesó algunos aspectos de su vida, entre ellos que le gustaba fumar.

 

Cuando ya era bastante mayor entraron unos amigos de lo ajeno a su casa y la ataron a una silla mientras revisaban todo. Cuando se iban les gritó ¡llévense algunos libros a ver si aprenden algo! Su humor irónico también aparecía en los momentos de adversidad.

 

Uno siempre recuerda a quien le enseñó con una sonrisa…

 

 

Susana Arcilla

 

7/1/2023

 

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