EL MAR DE LOS BOSTEZOS
La columna de Susana.
por REDACCIÓN CHUBUT 24/11/2025 - 10.28.hs
Cuando entramos al salón los bostezos empiezan a aparecer. A medida que avanzamos hacia las mantitas y nos desplomamos en ellas, con cierta elegancia, se vuelven más sonoros e irreprimibles. Ya estamos a tono con el lugar.
Con la voz de Irene algunos se vuelven gigantescos y desfachatados. Pareciera que necesitan ese permiso para desatarse. Y eso que recién empieza la clase.
En la relajación final los bostezos se vuelven un mar de olas que se atropellan por llegar a la arena. Van cayendo en cascadas repetidas…
Hay de todo tipo: algunos son tímidos, como los míos cuando creía que eran una descortesía. Otros son abultados, excesivos, exagerados, exuberantes, descomunales… Los hay femeninos y también masculinos.
No tienen vergüenza, están autorizados. Irene dice ¡Desperécense! ¡Y si quieren bostecen! ¡Estíiiiirense! Y bueno, así quién los detiene…
Usted profe, con esa voz tan suave y relajante, nos invita a volvernos etéreos y volátiles…
¡Mar de bostezos en la clase de Yoga! Un día vamos a desaparecer todos juntos y de una sola vez. Y vaya a saber adónde iremos a parar…
Susana Arcilla
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