(Relato)

En busca del Mimosa

Quiero contarles esta historia que fue muy especial para mí:

por REDACCIÓN CHUBUT 03/08/2017 - 14.01.hs

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Quiero contarles esta historia que fue muy especial para mí:
En el 2013 con motivo de la víspera del sesquicentenario de la llegada de los galeses a la Patagonia, en Esquel y Trevelin se conformó una comisión para organizar dicha conmemoración “Pwyllgor yr Andes” de la cual fui el coordinador. Muchos proyectos nacieron en ese contexto donde se quería celebrar de todas la maneras posibles la rica cultura galesa aún viva en este rincón del mundo. Entre estos proyectos de recuperación y fortalecimiento del idioma galés, de las tradiciones, de los valores, de la historia… nació este de construir una maqueta del mítico “Mimosa”, el barco emblemático de la Gesta Galesa en Patagonia.
Conocía la existencia de una única maqueta en escala 1:50 que se encuentra en exposición en el Museo Marítimo Merseyside de Liverpool, puerto de donde zarpó el Mimosa con los galeses abordo rumbo a Patagonia en 1865. Y se me ocurrió tener una maqueta igual en Museo del Desembarco de Puerto Madryn, punto donde el Mimosa dejó a los galeses después de su legendario viaje (soy un amante de las maquetas desde niño).
Comencé a buscar posibles maquetistas y descubrí que en el 2008 un maquetista naval con muchos años de experiencia ya había construido una maqueta escala 1:100 del clíper Mimosa en Buenos Aires a pedido de una descendiente (Nancy Humphreys) de uno de los carpinteros que reacondicionó el barco para el viaje de los galeses. Me contacté con él y le propuse hacer una nueva maqueta escala 1:50, y para mi sorpresa me respondió enseguida con un sí rotundo. Allí comenzó mi relación con Héctor Martinoia (71 años).
Me puse me contacto con Fernando Coronato del Museo del Desembarco de Puerto Madryn para proponerle este proyecto, por supuesto estuvieron interesados enseguida y nos pusimos en campaña de conseguir toda la información posible del Mimosa para Martinoia, solo se conoce del barco original una pintura que justamente ese año se había encontrado la auténtica en Australia y en colores, hasta entonces solo eran reproducciones en blanco y negro. Susan Wilkinson bisnieta del médico irlandés que viajó con los galeses y que escribió un libro muy completo sobre el Mimosa aportó con mucha información y ayudó a contactar a Tony Fancy quién fue el modelista naval que construyó aquella maqueta de Liverpool, como no existe ningún plano del barco original, él nos envió unos planos de un clíper estándar que fue de mucha utilidad sumado a los conocimientos muy amplios y precisos sobre arquitectura naval de todos los tiempos por parte de Martinoia, fue que se logró construir esta maqueta con todos los datos disponibles hoy de la nave original, inclusive pudo recrear los camarotes y compartimientos de la cubierta inferior que los galeses habían construido en el seno del navío. 
El 25 de mayo de 1865 se embarcan, el 28 de mayo sopla el viento y el “Mimosa” parte al fin hacia la Patagonia. Más de 150 almas galesas le dan vida en este viaje épico, y hoy más de 70 mil argentino/galeses patagónicos soplan sus velas. Es uno de los tantos clíper construidos en los astilleros de Escocia y que reinaban los océanos en el siglo 19 plena era victoriana, señores de la famosa Ruta del Té. Una nave que ya transitaba su decadencia después de ya 12 años de vida útil y de varios viajes a lugares remotos del mundo pero no cesó de prestar servicios especiales para quienes la contrataran, su temple estaba por inmortalizarse en este viaje. Casi por casualidad pasó a la historia junto a estos galeses aventureros que pensaban viajar en otro barco, pero el destino quiso que se unieran para siempre en este punto de sus caminos, donde fue padrino de la “Gesta Galesa” persiguiendo una Causa más que justa, un sueño casi imposible, la de salvar su cultura e idioma. Estos galeses modificaron su vientre, como si supieran que iba a ser su madre benefactora. Lograron hacer camarotes habitables en sus bodegas que solo conocían de cargas, bultos y especias, solo podemos imaginar hoy los perfumes y olores de esa madera veterana. Los clíperes fueron diseñados para ser más veloces, más estilizados y largos que sus antecesores, se convirtieron en formidables dueños de los mares. No había mucho espacio para tanta gente en sus cubiertas inferiores, aun así estas personas sencillas que venían diferentes puntos del interior de Gales soportaron los dos largos meses, las tormentas, las muertes, el hacinamiento y la precariedad con inigualable entereza y valentía. “Mimosa”, la suerte no podía elegir otro hermoso nombre para unirse en la eternidad con el sueño galés. Este nombre seguramente inspirado en su homónima, una de las cuatro estrellas de la Cruz del Sur, esa que lo guió en tantos viajes, y que en este en especial seguramente fue madrina y protectora de la suerte de ambos. 
En 2017 Héctor Martinoia, después de 3 años, termina al fin el modelo escala 1:50 y llega la hora de trasladarlo a su morada final, anteriormente tuve el atrevimiento de preguntarle qué pensaba hacer con la maqueta escala 1:100 (mitad de tamaño que la nueva) y si no le gustaría donarla al Museo Regional de Trevelin (mis galensos cordilleranos me matarían sino los contemplaba a ellos también, jajá) y nuevamente me dijo sin pestañear que sí con gusto. Héctor completó esta maqueta, realmente un trabajo hermoso, y hasta le construyó la pecera de vidrio para protegerla. Y fue así que entregó “dos maquetas” del Mimosa que ahora ya son parte del patrimonio de toda la provincia, ubicadas cada una en los extremos del cosmos galés de la Patagonia (La Costa y Los Andes), antes de esto no había ninguna maqueta precisa y pública del Mimosa en Chubut. 
Lo más delicioso de esta historia es que Martinoia nunca quiso recibir dinero por la construcción de estas maquetas, durante estos años mientras él con su paciencia, la que se requiere para hacer una maqueta así, me costaba muchísimo explicarle a la gente que ansiaba ver la maqueta que el maquetista no quería dinero por su trabajo, no podían entender y hasta sospechaban, que alguien pudiera hacer algo solo por la pasión de hacerlo. Como si el mundo ya estuviera tan perdido que ya ni son posibles, ni la voluntad, ni la dignidad, ni la honorabilidad, porque amigos, esos eran los valores que traían esos galeses del Mimosa y Martinoia los captó enseguida, él, un hombre totalmente ajeno a la historia de los galeses, oriundo de Longchamps Buenos Aires, entendió mucho mejor el mensaje que muchos de los descendientes de aquellos galeses hoy. Un apasionado y enamorado de la historia de la Patagonia y de la Gesta Galesa, para él fue un gran honor haber construido estas dos maquetas del Mimosa, eso no se puede pagar con dinero, porque simplemente una cosa así no tiene un valor mensurable. Una vez que lo visité le entregue un poco de dinero de mi bolsillo con la excusa de que era una pequeña colecta de la colectividad galesa de Esquel para la maqueta y para por lo menos cubrir algunos gastos porque realmente me ponía en compromiso que él solo pusiera todo para la maqueta que yo le había encargado.
Héctor enseña modelismo naval a alumnos de una escuela técnica de Buenos Aires, les hace construir goletas y barcos icónicos de la independencia de la Nación Argentina, qué manera más contundente de enseñar historia. Y en cada oportunidad que tiene cuando presenta sus maquetas en diferentes exposiciones, no se olvida nunca de comentar la historia del Mimosa y los galeses de la Patagonia.
En junio de 2017 me comuniqué con la gente del Museo del Desembarco de Puerto Madryn para organizar el traslado de las maquetas a Chubut, hablando con Facundo López Morgan se nos ocurrió casi naturalmente de porque no ir a buscarlas nosotros mismos. Enseguida imaginé esta aventura, que iba a ser más que nada simbólica. Cuando formulé este proyecto de la maqueta la premisa principal era que tenía que ser de todos y que mejor para que se la apropien que decirles a algunos amigos galensos de diferentes ciudades que nos acompañen en este viaje. Fue así que invité a Juan Carlos Ledesma (presidente del Eisteddfod de Trevelin) y a Daniel Hughes (presidente de la asociación San David de Trelew) y Facundo, representante de la asociación galesa de Puerto Madryn y del Museo. Todos ellos con ancestros venidos en el Mimosa. En el 2015 ya habíamos compartido una aventura juntos, escalamos el Gorsedd y Cwmwl en Trevelin, y este sería sin dudas un viaje fantástico y todos no dudaron en ir.
Facundo consiguió un transporte adecuado prestado de sus padres, y galensos en capital serían nuestro apoyo logístico; su hermano Estanislao y mi hermana Helga y familia.
El jueves 15 de junio partimos desde la cordillera con Juan en medio de una tormenta de nieve, una de las más grandes de las últimas décadas, pero no nos detuvo, en Madryn nos reunimos con nuestros compañeros de viaje y al otro día bien temprano partimos hacia Capital Federal. Yo reflexionaba, estamos locos haciendo esto, quién hace una cosa así, dejar todo y viajar más de dos mil kilómetros a buscar dos maquetas y volver enseguida. Pensaba: evidentemente no podemos evitar que la aventura nos llame, no tenemos escapatoria, es que la traemos incorporada en nuestros genes, somos descendientes de aquellos galeses intrépidos, los que se animaron a arriesgar todo por su libertad, los que se lanzaron al mundo, los que quisieron algo más. Los otros se quedaron en Gales.
El viaje es largo, y es un viaje muy especial para cualquier argentino, uno puede ver la esencia de la Argentina profunda y donde es inevitable hacer un diagnóstico y sentenciar ligeramente. Viajar por esas rutas es palpar de primera mano las entrañas de nuestro país, y en muchos tramos es realmente muy desalentador. Pero sostengo que los argentinos tenemos una visión positivista, nos quejamos, nos compadecemos, nos maldecimos, pero siempre seguimos, seguimos adelante igual y el mate y las charlas que solo los argentinos podemos entender nos hace olvidar y nos conecta de nuevo con nuestra tierra, el país que aún falta por construir. La lluvia en la ruta puede ser melancólica, el atardecer en las pampas interminables puede ser inspirador, la niebla y la noche pueden despertar la ansiedad, pero entrar en el centro de Buenos Aires cantando viejos tangos a viva voz puede hacerte entender tu identidad, que a pesar de todo, es lo más importante.
Tengo la teoría que todos y cada uno de los argentino/galeses que vivimos en Patagonia, de alguna u otra forma vinimos en el Mimosa. En mi caso mi abuela (Nain) paterna que era de apellido Davies por parte de su madre, seguramente su sangre vibró en el Mimosa, todos los “galensos”, o por sangre, o por genética, o por historia, vinimos en el Mimosa, es como nuestra Arca. Sino como podemos explicar entonces la nostalgia por este barco 152 años después...
El sábado fuimos a visitar a Martinoia y esposa a su casa en Longchamps, nos recibieron con mucha calidez, entregamos algunos regalos de Chubut, vimos las maquetas que estaban “fondeadas” en su taller meticuloso que tiene esa atmósfera particular que te transporta al tiempo de los artesanos donde las herramientas de las manos crean la magia del hombre. Cargamos las maquetas y después disfrutamos una larga charla y unos cafés que sirvió su compañera Graciela Susana y compartimos una exquisita e inolvidable torta negra galesa que había hecho la madre de Facundo. Sí que pasamos un grato momento. Nos despedimos y los invitamos a ir en Octubre a Chubut y conocer esos lugares donde se desarrolló la Gesta Galesa y visitar los museos.
Después nos fuimos a disfrutar de la noche porteña, no olvidaré esas imágenes bizarras de este grupo de locos galensos sueltos por la gran ciudad elevando canciones galesas al pie del obelisco. Al otro día partimos temprano de nuevo hacia Chubut. 
El 28 de julio de 2017, el día que el Mimosa llegó a nuestras costas, se descubrieron estas maquetas cada una en su puerto final, donde todos podrán disfrutarlas. Quedarán en estos Museos protegidas para siempre. Serán testimonio de voluntad, dignidad y honorabilidad.
Quiero agradecer a Don Héctor Martinoia, a su esposa Graciela Susana Caviglia de Martinoia, y a todas las personas que colaboraron de una u otra manera en este proyecto, unos de los últimos aún pendientes de mi gestión como coordinador del “Pwyllgor yr Andes”, con la convicción de que la continuidad y la perseverancia son las armas más poderosas. No olvidemos nunca de dónde venimos.
Arquitecto Marcelo Andrés Roberts.
Facundo López Morgan Daniel Hughes Juan Carlos Ledesma Marcelo Andrés Roberts Héctor Francisco Martinoia.

 

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