Por Luis López Salaberry

El reclamo de las provincias

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Esta «negociación» es indudable que se desentiende del rol que corresponde a los diputados y senadores, seguramente porque no se confía en ellos o no saben cuáles son los derechos no delegados al gobierno nacional, y les impiden defender la integridad de las provincias en un sistema federal.
No obstante muchas veces se confunde la soberanía del pueblo con el estatus de la provincia negando tal condición a la Nación. Pero si de confiar se trata es de destacar que en nuestra provincia no todos aquellos que han arribado a desempeñar la honorable tarea de deliberar y representar a la ciudadanía, de un mismo partido o coalición, comulgan en un mismo cáliz. La falta de presencia de uno de los diputados de la coalición de Juntos por el Cambio demuestra la existencia de una coalición electoral para la conquista del poder, más que un reflejo de la voluntad ciudadana en la búsqueda de un cambio en los actos de gobierno. Me estoy refiriendo precisamente al diputado nacional Avila quien no concurrió, hasta ahora, a las sesiones de votación de la llamada Ley Omnibus pese a que, como lo demuestran las crónicas periodísticas, se encontraba en la ciudad de Buenos Aires. Sería interesante haber podido escuchar su voz dado los antecedentes ideológicos que lo han llevado en gobiernos anteriores a expresar sus opiniones. Es que con ciertos antecedentes se demuestran como se han flexibilizados las formas cuando éstas, según mi entender, no hacen más que reflejar el fondo en la superficie.

 

 

Estamos viviendo un cambio de paradigma como Nación, un cambio votado por la mayoría de los argentinos que no dudó en dejar de lado prácticas que nos destruían en nuestros objetivos comunes y que nos relegaban al fondo de la tabla entre los países democráticos. Este cambio que es complejo obliga al debate, por cuanto se discute un cambio cultural, que tiene la particularidad de entender la palabra, aún institucionalizada, de un modo correcto o de un modo equivocado. De esos debates debieran salir las alternativas lógicas que tiene nuestro país dentro de un mundo donde reina la confusión. Hay una realidad y una historia que por efecto de observar la primera nos demuestra que aún en democracia se han tomado determinaciones que hundieron en la pobreza prácticamente a la mitad de nuestra población pese a los recursos y posibilidades que teníamos y tenemos. Si sólo queremos aprender de la experiencia debemos concluir que en muchas cosas nos hemos equivocado y entonces estamos obligados a reflexionar sobre todos los temas para encontrar el rumbo adecuado.

 

Esa reflexión es el debate y corresponde efectuarlo a través de aquellos que han sido elegidos para ello. La abstención, la ausencia o la confrontación violenta no puede ayudar en un momento muy difícil para nuestro país. Probablemente en muchos casos sea necesario aprender, en otros recordar y en general en saber, pero nunca en pretender tropezar con la misma piedra, lo cual hemos efectuado muy seguido como sociedad pero fundamentalmente la clase dirigente. El cambio supone crisis y no hay duda que los argentinos sabemos mucho de ellas por cuanto se repiten en los años y siempre por las mismas causas, lo que significa que no se ha entendido el concepto de subdesarrollo. Pero en alguna oportunidad podría ser la última. Para eso debemos tener, sobre todo los que gobiernan, dado que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes, una gran sabiduría para desprenderse de sus intereses personales y pensar en los del conjunto. No es lo mismo para las provincias que a la Nación le vaya bien o le vaya mal. Le pase una u otra cosa. No es lo mismo para quienes desde el llano observamos la necesidad del cambio y el orden porque más allá de ciertos atributos pretendemos que prime la razón, para poder comprender qué es lo que nos hace más Nación.
 

 

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