Por Dra Vanina Botta. Médica MP 2536. Especialista en Psiquiatría y en Medicina Legal Forense

LA SALUD MENTAL DE LAS MUJERES.

“ Nos despojamos de todo lo que estorba, de la ropa, maquillaje y los prejuicios y quedamos desnudas, tan completas con neuronas, con ovarios, hemisferios, intelecto y con toda nuestra fortaleza”. ( Susana Chavez)

por REDACCIÓN CHUBUT 19/01/2025 - 09.57.hs

Introducción

 

Todas las investigaciones coinciden en que los trastornos del estado de ánimo son más frecuentes en las mujeres.

 

Diversas teorías tratan de explicar estas diferencias en la prevalencia de los trastornos afectivos. Se encuentran involucrados y estudiados factores biológicos (genéticos, neuroquímicos, hormonales), sin lugar a dudas lo neuroquímico y la variabilidad de los ritmos hormonales del sexo femenino jugaría un rol fundamental.

 

Es de destacar el papel de los estilos cognitivos en el desarrollo de la mayoría de los trastornos psiquiátricos, dichos estilos cognitivos determinan la forma en que las personas pensamos acerca de nosotras mismas, acerca de las relaciones con las demás personas y de la visión del mundo.

 

Los síntomas depresivos difieren de una persona a otra en intensidad, gravedad, envergadura y configuración. Existen depresiones endógenas o exógenas ( es decir reactivas a situaciones o eventos).

 

Estos síntomas causan un malestar clínicamente significativo o de deterioro social y laboral.

 

Las cifras
La Organización Mundial de la Salud, en su informe sobre salud de la mujer, señala que la depresión es más común en las mujeres (5.1%) que en los hombres (3.1%).

 

A nivel mundial, como en el ámbito nacional, la depresión en las mujeres más es frecuente en edad reproductiva, por lo que el embarazo y el postparto podrían ser etapas de relevancia para el desarrollo de depresión.

 

La Organización Panamericana de Salud ha catalogado a los trastornos afectivos como epidemia en nuestro continente.

 

De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, así como a diferentes estudios las mujeres son más propensas que los hombres a la depresión y a la ansiedad. Unas 73 millones de mujeres adultas sufren cada año en todo el mundo un episodio de depresión mayor.

 

Depresión como cuadro clínico caracterizado por, estado de ánimo decaído, dificultades para concentrarse, un sentimiento de culpa excesiva o de baja autoestima, falta de esperanza acerca del futuro, pensamientos negativos o de muerte, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso, sensación de cansancio o de falta de energía, falta de placer en actividades que previamente daban placer, etc.

 

Algunas causas
Entonces, cuando hablamos de este tipo de circunstancias y factores asociados con la condición de ser hombre o ser mujer, ¿a qué nos estamos refiriendo?: ¿al sexo o al género? Recordemos que el sexo se refiere a las diferencias biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres, y se entiende por género la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de hombres o de mujeres.

 

A través del aprendizaje de numerosos estereotipos y prejuicios impuestos a uno u otro género, se van desarrollando una serie de creencias, valores y actitudes diferenciadas, los denominados “mandatos de género” cuya finalidad es aprender a ser una buena mujer o un buen hombre.

 

se van introduciendo otro tipo de refuerzos de género, unos exclusivos para los varones, como son el poder, el dinero, la acción, el control de los demás y de las situaciones y, por supuesto, el amor “propio”. Y otros exclusivos para las mujeres, que son todos los relacionados con el ser y estar para los demás (ser buena hija, hermana, esposa, madre, amiga, compañera), con la búsqueda del amor romántico (el buen marido).

 

El aprendizaje del género, para hombres y mujeres, en un sistema social sexista, que promueve la dominación del hombre y potencia la sumisión de la mujer, genera graves consecuencias para ambos sexos, pero indudablemente son muchos más peligrosos para las mujeres porque las coloca en una posición de vulnerabilidad para su desarrollo vital.

 

Desde que somos pequeñas, o prácticamente desde que nacemos, nos inculcan una serie de pensamientos, creencias, valores y actitudes diferentes según nuestro sexo. Solo si cumplimos con estos mandatos de género seremos una buena mujer o un buen hombre.

 

 

La salud de las mujeres

 

Definido el concepto de salud como el bienestar físico y mental que permite realizar satisfactoriamente actividades de trabajo, de relaciones, de recreación y de ocio; y no solamente como la ausencia de enfermedad. Nos lleva a evaluar y a pensar en los distintos determinantes e inter-seccionalidades de la salud de las mujeres.

 

Los roles de género femenino inciden en el modo de enfermar de las mujeres (lo que se espera de nosotras, lo que hacemos para cumplir esas expectativas, la sobrecarga de trabajar adentro y afuera de la casa, etc) , como así también la posición social (con el acceso diferencial a recursos y a la salud, estilos de vida distintos y los riesgos asociados a dichos estilos).

 

En estos últimos años, a medida que se han ido produciendo cambios demográficos, económicos y sociales se ha observado una transformación de la posición social de las mujeres.
Una de las causas del mayor índice de mujeres que padecen alguna clase de depresión exógena es la sociedad en la que vivimos y el maltrato (real y simbólico) que esta sociedad ejerce sobre las mujeres, empezando porque nos educan de una forma diferente que a los hombres y terminando porque vivimos en una sociedad que permite la violencia hacia nosotras.

 

La violencia contra la mujer es mas que un sinónimo de agresión física, psicológica, sexual o patrimonial. Es un patrón de conductas violentas y coercitivas que tienden al aislamiento, control, intimidación, humillaciones y amenazas.

 

Muchas veces los síntomas depresivos no son solamente parte de una enfermedad biológica, ni genética ni neuroquímica, sino un conjunto de sufrimientos y malestares físicos y psicológicos que experimentan las mujeres debido a las desigualdades estructurales derivadas de la socialización patriarcal que origina la subordinación y la violencia de género contra las mujeres como por las contradicciones y frustraciones por la puesta en práctica de esos roles impuestos por la sociedad.

 

Someter a una mujer, día tras día, a la violencia psicológica consigue provocar en ella inhibición, desconfianza en sí misma, y disminución de su autoestima, además de sentimientos de desvalimiento, confusión, culpa y dudas.

 

Se puede afirmar entonces que la salud mental, así como la salud en general de la mujer es un proceso dinámico, multicausal y multifactorial que tiene que ver con todos aquellos procesos biológicos, psicológicos, sociales y culturales que afectan su persona y su condición social en las diferentes etapas de su vida.

 

 El efecto psicológico del maltrato ejercido hacia las mujeres, adolescentes y las niñas son un problema para la salud pública, sus repercusiones psicológicas implican un factor de riesgo de salud a largo plazo.

 

Resumiendo

 

Se reconoce que el ser mujer es un factor de riesgo para depresiones no bipolares, ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria. Es decir, que los problemas de malestar emocional (sensaciones de sufrimiento o preocupación) y de salud mental afectan más a las mujeres que a los hombres.

 

Recordando, además, que la salud mental no se puede aislar de la salud en general y que solo puede entenderse desde una perspectiva bio-psico-social integradora. Entonces la salud mental está determinada por factores biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales y muchos de los sufrimientos de las mujeres tienen relación con los estresores y factores de riesgo sociales y culturales.

 

Entre los factores culturales; los mandatos de genero afectan a las mujeres en cómo se ven, se valoran (autoestima) y se expresan las mujeres. El modelo cultural también afecta a cómo nos escuchan y nos atienden los servicios sanitarios, muchas veces no se tiene en cuenta que el padecimiento o sufrimiento mental también puede ser una respuesta emocional a las condiciones que vivimos.

 

Las normas sociales y culturales ponen cierta “fecha de vencimiento” a las mujeres; ya que, se vincula constantemente el éxito y la felicidad a la juventud, a la edad reproductiva y a la delgadez.

 

Se ensalzan el cuerpo físico, la delgadez y la juventud como criterio de belleza de las mujeres. Algo que, además, tiene fecha de caducidad, porque al no ser joven, al envejecer, al entrar en la menopausia, dejan de ser atractivas…

 

El resultado de la incorporación de estas creencias, es que la inmensa mayoría de las mujeres, tienen una insatisfacción corporal. Las mujeres valoran negativamente sus cuerpos y sus características físicas, lo que genera grandes malestares. La autoestima sana o saludable (centrada en nuestra visión de ellas mismas), pasa a ser foco en los cuerpos y en cómo las ven las demás personas. Es lo que se denomina falsa autoestima.

 

Esto también es responsable de episodios de ansiedad, desadaptación, decaimiento e incluso de trastornos de la alimentación.

 

Para conseguir el tan deseado bienestar emocional es necesario saber las razones sociales y culturales que afectan la salud mental y emocional de las mujeres, mas allá de las causas hormonales y neuroquímicas.  

 

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