En Gastre no lo permitimos

La Energía Nuclear ha ocasionado un problema difícil. ¡Qué hacer con los residuos! Por de pronto reducir al mínimo la producción, no aumentar la cantidad de reactores. Sea cual sea la solución que se adopte para gestionar los residuos, se necesitarán miles de años para saber si fue acertada.

En los países que desarrollan energía nuclear, sobrevuela cierta angustia que se multiplica en las poblaciones cercanas a la actividad, por el siempre latente riesgo de accidentes, y porque en ellos se producen residuos tóxicos. En Argentina, reactores nucleares ya los tenemos y aunque no nos hagan gracia, hay conciencia que algo debe hacerse con los combustibles gastados que se siguen acumulando junto a las centrales y que serán radiactivos por decenas de miles de años. Como hasta ahora los expertos dicen que la mejor opción es enterrarlos profundamente, se reconoce la necesidad de los cementerios nucleares, pero el asunto es que nadie quiere vivir cerca de las sepulturas.

 

La energía atómica es muy sucia. Hasta que llegue el día en que se pueda sustituir por energías limpias, hay que tender a reducir al mínimo la producción de desechos y pensar qué hacer, cómo y dónde enterrarlos.

 

Envuelto en un retaceo de información, la Comisión Nacional de Energía Atómica resolvió en los años 90, construir un repositorio en la localidad de Gastre, en nuestra provincia.

 

Si no resultaba misteriosa la decisión, por lo menos era sospechosa, ¿Cómo puede ser que Argentina, que entonces tenía en funcionamiento solo dos reactores productores de electricidad, relativamente chicos, resolviera construir en su territorio un basurero, cuando los países centrales ya disponían más de un centenar de reactores más grandes y no había en el planeta un solo repositorio? La sospecha hoy está plenamente justificada. NO HAY

 

TODAVÍA EN EL MUNDO UN ALMACEN GEOLÓGICO PROFUNDO, que reciba combustibles gastados de los reactores. Se ve con toda claridad lo que entonces se suponía, que el cementerio nuclear de Gastre sería para recibir también residuos de otros países, ninguna duda. En gran parte si no hay aún cementerios es por lo que dijimos, nadie los quiere cerca.

 

En pleno invierno, junio de 1996, quienes conscientes del despropósito que se estaba gestando, nos manifestamos con una caravana de protesta que, partiendo de distintas ciudades de la provincia e incluso de Río Negro hacia Gastre, recorrió centenares de kilómetros en repudio al basurero, mostrando nuestra disconformidad. El gobernador de la provincia, al ver semejante manifestación, no pudo sino apoyarla.

 

Si bien hay excepciones, porque la construcción de un cementerio crea muchos puestos de trabajo, en otros países sucede lo mismo. En Alemania se están adaptando minas de hierro abandonadas, pero se sabe que no serán almacenes DEFINITIVOS. En el pueblo que está a unos dos minutos de la entrada principal a la mina de hierro abandonada de Konrad, a ambos lados de la carretera y en los jardines de los pobladores hay barriles de petróleo amarillo brillante, pintados para simular recipientes de material radioactivo. Esta es una de las formas cómo algunos de los 600 residentes de la localidad están demostrando su oposición a la transformación de la mina en un vertedero de desechos nucleares. También un elaborado mural pintado en la puerta de una granja advierte sobre los peligros de la radiación. Alemania, que ya resolvió cerrar todas las centrales para el 2022, recién ahora está realizando estudios para seleccionar el lugar dónde construirá un AGP.

 

En EEUU se entierran desechos, en Carlsbad, pero no son residuos de reactores de potencia sino de armas nucleares. En el estado de Nevada, en 1987, el área de Yucca Mountain, a casi 90 millas al noroeste de Las Vegas, fue designada para enterrar hasta 80.000 toneladas de desechos nucleares, provenientes de 126 puntos del

 

territorio nacional, iniciativa que contó con el visto bueno del Congreso en 2002. Sin embargo, la intensa oposición que el proyecto levantó desde su concepción, llevó a que el Gobierno Federal, bajo la administración del expresidente Barack Obama, cortara el grifo de fondos en 2012 y que no haya recibido desechos nucleares hasta la fecha. Ahora el estado de Nevada se vuelve a enfrentar al controvertido proyecto, tras la intención del presidente, Donald Trump, de reactivar esta iniciativa criticada por ambientalistas y funcionarios locales. El país actualmente tiene más de 100 plantas nucleares de electricidad y no dispone dónde almacenar sus combustibles gastados.

 

En Finlandia se está construyendo uno que se proyecta terminar en el año 2100. Probablemente empiece a recibir residuos este año.

 

España planeó radicar un enterratorio provisorio en Cataluña, pero la oposición a tal proyecto derivó en que finalmente se resolviera en 2014 construir un almacén de desechos nucleares en Villar de Cañas, Cuenca, para concentrar los de todas las centrales distribuidas en su territorio. Pobladores, agricultores, organizaciones ambientalistas, partidos políticos, el gobierno regional, etc. durante años, hicieron oír su voz de oposición, hasta que la empresa pública encargada de los residuos nucleares decidió, en febrero de 2020, poner punto final a la construcción del denominado Almacén Temporal Centralizado de Villar de Cañas.

 

El asunto es que la Energía Nuclear con los residuos ha ocasionado un problema difícil y SEA CUAL SEA LA SOLUCION QUE SE ADOPTE PARA ELLOS, NO SE SABRÁ SI FUE ACERTADA HASTA DECENAS DE MILES DE AÑOS.

 

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