El cambio climático, un peligro más grave que el coronavirus

El cambio climático, junto con la globalización y el turismo de masas pueden contribuir a extender a nuevos territorios enfermedades desconocidas en ellos.

No está demostrado científicamente que la actual pandemia sea consecuencia de la crisis climática, pero… el deshielo de zonas que han estado cubiertas durante milenios, por el permafrost ártico, y zonas de Groenlandia y la Antártida, no solamente está sacando a la luz una base norteamericana de lanzamiento de misiles nucleares, sus combustibles nucleares gastados y animales milenarios perfectamente conservados, como los mamuts, sino que está dejando salir al aire microorganismos que han estado por decenas de siglos en estado latente. Algunos son viejos conocidos, como la viruela o la “gripe española”. De otros tal vez no sabremos nada.

 

Para colmo los deshielos están liberando también metano, gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global y están cambiando el paisaje ártico al provocar deslizamientos de tierra, drenar lagos y alterar la vegetación.

 

En agosto de 2016, en un remoto rincón de la tundra siberiana, en la península de Yamal, al norte del Círculo Polar Ártico, un niño de 12 años falleció y al menos 72 personas, 41 de ellas niños de poblaciones nómadas de la zona, fueron hospitalizadas después de haber sido infectadas por ántrax. Los investigadores llegaron a la conclusión de que 75 años antes, renos infectados con la bacteria murieron en la zona y quedaron sepultados bajo la capa de permafrost. Allí permanecieron hasta que los descongeló una ola de calor en el verano de ese 2016. Liberó el ántrax en el medio ambiente, en el agua y el suelo de la zona, y lo introdujo en la cadena trófica. Más de 2.000 renos se infectaron, lo que generó un cierto número de casos en humanos, afortunadamente pocos en un territorio muy escasamente poblado. Pero fue un primer aviso.

 

A medida que la Tierra se calienta, más permafrost se derrite. Las capas superficiales, de unos 50 centímetros de grosor, se funden cada verano y en invierno se vuelven a reponer con la nieve caída. Pero ahora el calentamiento global está sacando a la luz capas cada vez más antiguas de permafrost. El

 

proceso se está acelerando: la temperatura en el Círculo Polar Ártico está aumentando aproximadamente tres veces más rápido que en el resto del mundo. En la mayoría de los casos, los microorganismos liberados están muertos, pero alguno ha podido sobrevivir al no alterarse la cadena del frío durante el tiempo que ha permanecido enterrado.

 

Los científicos han encontrado fragmentos en buen estado del ácido ribonucleico del virus de la llamada “gripe española” de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska. Esta pandemia arrasó al mundo y mató a más de 50 millones de personas.

 

Los investigadores rusos Boris Revich y Marina Podolnaya advirtieron en un estudio de 2011 que "como consecuencia del derretimiento del permafrost, los vectores de transmisión de la viruela y la peste bubónica de los siglos XVIII y XIX pueden volver, especialmente cerca de los cementerios donde fueron enterradas las víctimas de estas infecciones".

 

Debido a que el hielo marino del Ártico se está derritiendo, la costa norte de Siberia se ha vuelto más fácilmente accesible por mar. Como consecuencia de ello, la navegación por la zona, hasta ahora imposible, es cada día más viable, y la explotación de minerales, petróleo y gas natural se están volviendo rentables. Y Rusia, un país escasamente preocupado por el medio ambiente, está sedienta de ellos.

 

El biólogo evolutivo Jean-Michel Claverie, de la Universidad de Aix-Marseille advirtió: "Por el momento, estas regiones están desiertas y las capas profundas del permafrost no se ven afectadas. Pero podrían verse expuestas por la excavación minera y la perforación petrolífera. Si todavía hay allí virus viables, esto podría significar un desastre". Advirtió además “… podríamos resucitar patógenos que afectaron a especies de humanos extintos como Neandertales y Denisovanos.

 

El cambio climático ha ilusionado a los británicos con la posibilidad de una mejor competencia con los franceses en la producción de vinos, ya que cada vez más al norte se puede cultivar la vid. Pero a medida que la Tierra se calienta, los países del norte serán cada vez más susceptibles a brotes de enfermedades actualmente "meridionales" como la malaria, el cólera y el dengue, ya que estos patógenos prosperan a temperaturas más cálidas, y a

 

que los mosquitos y otros vectores que los transmiten pueden viajar con facilidad gracias al intenso tráfico marítimo y aéreo que hoy enlaza todos los rincones del planeta. La experiencia del COVID-19 podría ser tan solo una antesala de lo que nos puede deparar el cambio climático combinado con la globalización.

 

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