Emocionante culebrón atómico

Periodista especializado en temas nucleares recientemente puso en conocimiento público que China presiona al gobierno argentino para suscribir en noviembre el convenio final de provisión de un reactor nuclear de su tecnología.

En el 2006 el Plan Nuclear Argentino se hallaba dormido desde antes de la crisis que agobió al país al inicio del siglo. El gobierno de Néstor Kichner decidió reactivarlo. Nació entonces la idea de construir dos nuevas centrales atómicas con apoyo chino, que fueron materia de Memorandums, Acuerdos, Convenios, cartas y planes, matizados con viajes de funcionarios, conversaciones internacionales, etc. etc.

 

En el 2009 se sancionó la Ley 26.566 de relanzamiento del Plan Nuclear Argentino.

 

El 5 de setiembre de 2013 se suscribió con China un “Memorandum de Entendimiento”.

 

El 18 de julio de 2014 se suscribió el “Convenio Marco de Cooperación”.

 

El 4 de febrero de 2015 se firmó el “Acuerdo entre ambos gobiernos para la Construcción de un Reactor de Agua Presurizada”

 

El 25 de febrero de 2015 se sancionó la ley de aprobación del Acuerdo. En noviembre de ese año en representación de la Presidenta de la Nación en la Cumbre del G20 en Turquía, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido celebraron convenios con China para la construcción de la cuarta y la quinta central nuclear en Argentina.

 

El 30 de junio de 2016 se suscribió el “Memorando de Entendimiento en el cual el Gobierno argentino se compromete a comenzar la construcción del reactor de Agua Pesada no más allá de 2019”

 

En enero de 2017 se adquirió un terreno con una extensión de 110 has. situado junto a los reactores Atucha I y II, en la localidad de Lima (P.B.A.) para la radicación del nuevo reactor.

 

El 12 de mayo de 2017 se aprobó el “Plan Quinquenal Integrado China-Argentina” en el que ambas partes se comprometieron firmar los contratos comerciales antes del 30 de setiembre de 2017 y comenzar la construcción de la IV Central Nuclear en 2017 y la V Central Nuclear en 2019. Se preveía una inversión total de 14.000 millones de dólares (para ambos). China financiaría el 85 %, dando un período de gracia.

 

A esta altura eran incontables los viajes de funcionarios a China, incluidos el ministro De Vido, el presidente Macri, el gobernador de Rio Negro, Secretarios de Energía, subsecretarios, etc.

 

A China solo le interesaba el reactor de su tecnología, que entonces se designaba como 5ta. Central Nuclear. Argentina le había propuesto a manera de condición a China, que financiara un reactor Candú de uranio natural y agua pesada, de tecnología canadiense, conocida y dominada por los técnicos argentinos. Canadá había cedido a Argentina el uso gratuito de la patente. A “regañadientes” después de innumerables vueltas China aceptó financiar el reactor Candú que iría en Lima prov. De Bs. As. junto a los existentes allí, con designación Atucha III. El de tecnología china que originalmente se pensaba para Neuquén, se ubicaría en Sierra Grande en la Provincia de Río Negro, con designación 4ta. Central Nuclear.

 

La reacción popular rionegrina en toda la provincia fue determinante. incluso en la vecina Chubut hubo repercusiones. Las manifestaciones fueron tan decisivas que cuando el presionado gobernador Alberto Weretilneck le informó al presidente Macri que desistía del reactor, el pueblo rionegrino no le creyó y le insistió para que presentase un proyecto de Ley que instrumentara esa decisión. Se sancionó la Ley casi por unanimidad. Así, Rio Negro no puede hoy instalar reactores productores de electricidad. Por un tiempo el restante reactor quedó sin definición de ubicación. Versiones lo situaban también junto a las Atuchas. Por entonces avanzado el 2018, las dificultades presupuestarias eran cada vez más agudas. Eran épocas de “vacas flacas”. El Plan Nuclear Argentino en la picota y al borde de la desactivación. Finalmente a mediados de año no solo se suspendieron los contratos con China, como lo manifestó el canciller Fourie, sino que por motivos presupuestarios, se resolvió cancelar definitivamente la construcción del reactor Atucha III de tecnología Candú con financiamiento chino, que implicaba una inversión en principio de 8.000 millones de dólares. Posteriormente el reactor de tecnología china se trasladaba (sobre ruedas) para integrarse al grupo de Atucha.

 

A finales de ese 2018, invitado por el país, estuvo en Argentina Xi Jinping, premier chino. Se había anunciado que firmarían un sin número de convenios de todo tipo, entre los cuales se encontraba el que avanzaría en la construcción del reactor chino de nueva generación.

 

Para esto Argentina había recibido advertencias, tanto de EEUU como de la Unión Europea, en clave diplomática, que alertaron al gobierno de Macri: No veían con buenos ojos esas negociaciones con China, así como la instalación de la estación espacial china en Neuquén y el eventual avance de la tecnología 5G en la región.

 

Pocos días antes, en la cumbre del G20, parece que el presidente Trump terminó de convencer a Macri de no firmar por ahora el convenio nuclear

 

previsto. Suficiente, el convenio no se firmó y el asunto entró en un cono de sombras largas sin definición, hasta ahora en que China, alentada por el cambio de gobierno, vuelve a la carga y presiona para que en noviembre se firme el contrato definitivo.

 

Hay muchas dudas. Dentro del ambiente técnico argentino se considera inconveniente realizar semejante inversión en un proyecto “llave en mano” por una tecnología que el país no controla y por tanto lo convierte en dependiente de proveedores extranjeros de un producto estratégico, como es el uranio enriquecido, que puede usarse para la fabricación de bombas atómicas. Además, no solo se prescinde de la tecnología canadiense que dispone y domina Argentina, sino que se desecha el aporte de mano de obra y técnicos, al recibir el reactor llave en mano. Por otra parte, como el reactor chino utiliza agua liviana, se descarta el uso de agua pesada, cuando somos uno de los principales productores en el mundo. (El a. pesada se utiliza en los reactores existentes).

 

Al gobierno le cuesta dar fin al asunto porque China, además de ser la segunda potencia económica mundial, es el principal socio comercial del país y aporta importantes monedas para la reserva del Banco Central. Tenemos que tener buenas relaciones con China sin olvidar las poco difundidas advertencias occidentales recibidas. Así también pensaba el gobierno anterior.

 

Electrizante, emocionante final para un muy buen culebrón

 

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