“La Medicina es la más humana de las artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las humanidades”. (Edmund Pellegrino)
Por Dra. Vanina Botta Medica (MP 2536), Especialista en psiquiatría. Especialista en salud mental comunitaria. Especialista en medicina legal. Medica forense circunscripción judicial Puerto Madryn
por REDACCIÓN CHUBUT 03/12/2025 - 09.51.hs
Existe, desde hace muchos años, una especie de idea acerca de dos mundos diferentes: el de la ciencia y el de lo humano o social.
De hecho, en la escuela secundaria se elige entre sociales y naturales. Cuando preguntamos que le gustaría estudiar a alguien preguntamos si le interesan más las ciencias sociales o lo biológico y científico.
La medicina como carrera universitaria no escapa a esta lógica, siempre “entro” en lo biológico, en lo científico.
Sin embargo, ya muy temprano en el ejercicio de la profesión entendemos que eso científico, biológico, está intrínsecamente ligado a lo humano, a lo social.
Es imposible pensar hoy una enfermedad sin pensar en los modos de enfermar de las personas, sin pensar en la relación que tiene esa persona con su cuerpo, sin pensar en una unidad cerebro-mente-cuerpo-medio ambiente y social. Es decir, en los determinantes de la salud.
Los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen.
Nuestra salud está determinada en gran medida por estas causas fundamentales ajenas a lo puramente médico, que incluye, entre otras cosas un ambiente amoroso, respetuoso, una educación de calidad, el acceso a alimentos, acceso a salud, un medio ambiente libre de contaminaciones y unas condiciones de vivienda y trabajo dignas.
La medicina es, antes que nada, una ciencia aplicada y su saber teórico y práctico está nada más y nada menos que al servicio del bienestar de los demás.
Me gusta pensar la praxis médica como un humanismo, tal como lo menciono innumerables veces Favaloro, en tanto es profesada como una ética del cuidado con centro en los grandes valores humanos, desde la razón a la humildad y la compasión.
Una forma de cuidado que no aparece en los protocolos de las revistas científicas, un cuidado que implica respeto, silencios, tiempo; un tiempo más calmo, una forma de resistencia en un mundo que corre alocado sin saber por qué.
Estos gestos tan simples a veces cambian una vida o simplemente la alivian.
En este punto, la psiquiatría, es una de las especialidades médicas más holísticas y amorosas; porque integra aspectos complejos de la salud mental de la persona (integra lo biológico con lo social de un modo único) y es una disciplina con un gran potencial para el cambio social, porque además lucha contra el estigma y el prejuicio en torno a las personas con sufrimientos mentales y con discapacidades.
Desde hace mucho tiempo y en el acompañar y escuchar a personas que sufren entendí que la salud mental es el eje que atraviesa todas las cosas que nos pasan en la vida, es como ese hilo conductor. Pero también entendí que la salud mental está atravesada por numerosos factores sociales, económicos, ambientales, históricos y culturales y que es con otros; que los vínculos sociales y familiares cumplen un papel muy importante.
Vivimos en un mundo hostil, acelerado, hiperconectado pero con índices de sensación de soledad nunca vistos, muchas veces cruel, con numerosas injusticias sociales que producen sufrimientos que pueden tener síntomas psicológicos y psiquiátricos. La desocupación, las violencias, la explotación, la falta de acceso a la salud y la educación, la vivienda que no se tiene, las condiciones de marginalidad y de marginación producen sufrimiento agudo muy importante.
La ONU según sus informes indica que para el año 2050 la depresión va a ser la principal causa de enfermedad en el mundo, o sea que a pesar de los tratamientos farmacológicos nuevos existen claramente otras causas de enfermedad y también significa que si la característica de nuestra sociedad será la depresión algo estamos haciendo mal en nuestro modo de vivir, de relacionarnos, de comunicarnos, de escucharnos.
Médicas y médicos vamos entendiendo a lo largo de nuestra profesión que una persona que enferma, que sufre, no es una abstracción de la sociedad. Lo vamos aprendiendo en cada escucha, en cada atención, con cada historia de los pacientes, con cada muerte, con cada frustración que nos angustia, con el miedo cuando no funciona un tratamiento como esperábamos, con el estrés y la adrenalina de la urgencia. Pero siempre y sobre todo con la humildad de dejarnos enseñar por los y las pacientes.
3 de diciembre “Día del médico/a”
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