Puerto Madryn

Luis Piedra Buena, una de las glorias notables de la Marina nacional

Por el Centro de Estudios Históricos y Sociales y el Club Náutico

por REDACCIÓN CHUBUT 30/08/2025 - 19.32.hs

El viaje con su flamante esposa (Julia Dufour), en su primer destino fue Isla de los Estados, dejando un hato de cabras allí, continuando a la isla Pavón, iniciando para ella una nueva vida. Miguel, observando la casa en su entorno salvaje, el rio, las visitas de los tehuelches y sus propios peones, entendió que no era lugar para una dama y la llevó a Punta Arenas.

 

Su relación con Julia, fue de una ternura profunda, según la correspondencia que se conserva, y una muy buena relación con su familia política. Su cuñado Pedro fue uno de los más fieles colaboradores y su concuñado Juan Richmond, ganadero inglés supo administrar sus propiedades. En un rincón suboccidental de Santa Cruz hay una pequeña población llamada Julia Dufour.

 

Navegó a las islas australes trasportando más cabras a la Isla de los Estados, izando la bandera nacional en las mismas, construyendo viviendas para su personal y resguardo para tripulantes de naufragios, mientras Félix Frías fue designado representante del gobierno, en Chile, Meses después, por marzo, el marino explorador inglés George Musters llegó a Punta Arenas y en abril lo hace a la isla Pavón, coociendo allí y conviviendo con las parcialidades tehuelches, iniciando un recorrido con ellos al norte, con Casimiro Biguá al frente.

 

Los intereses chilenos sobre el atlántico continuaban, y el gobernador Viel se proponía avanzar, por esos días unos desertores chilenos se fugaron y Piedra Buena con buenas relaciones con Viel, a pesar de lo comentado anteriormente, participó, participó en la persecución.
Dejando de lado sus empresas por un importante asunto familiar, trasladó a su esposa a Carmen de Patagones donde vivían tanto familiares de ella como de él. Allí, doña Julia dio a luz a su primogénita el 16 de agosto. Le dieron el nombre de Ana Vicenta.

 

Posteriormente, los Piedra Buena tuvieron otros cuatro hijos, Luis Miguel, nació en Punta Arenas el 11 de abril de 1871 y murió a los pocos años. En 1873 nació María Celestina quien tambien murió tempranamente en 1887, Julia Elvira (apodada la negra) llegó al mundo en Buenos Aires el 31 de marzo de 1876. Finalmente un nuevo Luis, aunque como segundo y tercer nombre fueron José Pascual, nacido en Buenos Aires el 17 de marzo de 1878.

 

Las tensiones entre los gobiernos argentinos y chilenos por las tierras del estrecho y del atlántico continuaban, y Sarmiento designó a Félix Frías como ministro plenipotenciario en Chile, destino difícil. Piedra Buena no tenía idea de la telaraña que se tejía entre los gobiernos y que a veces lo incluían como protagonista, recordando que él tenía intereses comerciales en ambos lados con sus altas y bajas en su negocio.

 

En 1871 participó en la búsqueda de náufragos de la nave inglesa Trespons, comandando la Riplling Wave. Naufragó e 1873 por una tormenta con su velero Espora, y con sus restos construyó el Cúter Luisito (fue construido a ojo sin poder hacer un plano previo). En vez de brea, usó grasa de focas y pingüinos para calafatear y proteger la madera, tarea que le llevó de marzo a mayo de 1873. No fue un modelo de elegancia el Luisito y por eso fue apodado «el sapo».

 

Ese mismo año instaló una fábrica para extraer el aceite de los pingüinos y preparación del cuero. Dejó a su gente trabajando en la misma y viajó a Chile por una invitación de Félix Frías (representante diplomático argentino en Santiago para escuchar del invitado sobre la situación territorial de las costas australes).

 

Rescató en 1874 a la tripulación del velero inglés Eagle, ese mismo año a la tripulación del velero alemán Dr. Hansen, recibiendo del rey Guillermo I de Alemania un catalejo con su hermoso estuche de madera con la inscripción de agradecimiento.
Mudados los Piedra Buena a Buenos Aires en 1875, compró allí la goleta Santa Cruz, pues planeaba realizar viajes de cabotaje a la Patagonia y recibe el título de capitán con sueldo durante el gobierno de Avellaneda, quién le había ofrecido ser cónsul en Brasil o España, pero él no aceptó.

 

Tampoco quiso ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo para el que efectivamente fue elegido. Si, ocupó una banca en la cáma de diputados provincial en la que fue presidente. Trasladó en la Santa Cruz, a Carlos María Moyano, para hacerse cargo de la gobernación del territorio homónimo. Todo lo implicó la venta del Luisito, así como el boliche en Punta Arenas. Participó en los trabajos limítrofes con el naturalista Francisco Pascasio Moreno (el perito).

 

En 1881, acompaño a Giacomo Bove a la Antártida, periplo de un año.
Cuando Sarmiento creó la Escuela Naval Militar y la armada nacional hacía presencia en la Patagonia austral, su capacitación deseaba mucho que desear y los cursos la realizaban en la nave Cabo de Hornos. En dicha escuela, Piedra Buena fue su primer director y cambio la calidad de la
En 1883 ya con el grado de teniente coronel de la marina de guerra, la muerte lo sorprendió mientras preparaba otro viaje. Para ese entonces, ya había perdido a su esposa en 1878.

 

Cándido Eyroa, su primer biógrafo, escribió: «En aquel momento, el capitán tomaba la rueda del timón. En su simpático semblante se distinguía entonces, en toda su plenitud, una satisfacción sublime. Sus ojos resplandecían, dejando ver el placer inefable que sentía al arrancar del seno de las olas, de los brazos de la más desesperadas de las muertes, una tripulación más». La descripción tiene mucho de épica, pero también mucha verdad en la esencia de lo que describe.

 

El Centro Naval lo nombró socio honorario. El Instituto Geográfico Militar le concedió una medalla de oro. Roca le otorgó el grado de teniente coronel (hoy capitán de fragata) de la armada nacional.

 

Recibió diversos honores y siguió pensando en embarcarse pese a su deteriorada salud. Quince días antes de su muerte se le confirmó como capitán de navío en el buque Cabo de Hornos. Murió el 10 de agosto de 1883, poco antes de cumplir 50 años. Una vida lamentablemente corta, pero de ese modo fue una demostración de que no importan tantos los años que se vivan como la intensidad que se ponga en ellos. Bien se puede decir que nadie hizo más para que hoy, la bandera azul y blanca ondee en toda la Patagonia.
 

 

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