Eddie Roberson: la leyenda oro y luto que nunca se apagará
El básquet de Puerto Madryn y de toda la región está de luto. Este jueves falleció en la ciudad Eddie Roberson, aquel gigante nacido en Brooklyn que con su carisma, talento y magnetismo marcó a fuego la historia de Deportivo Madryn y dejó una huella imborrable en el deporte patagónico. Tenía 65 años.
por REDACCIÓN CHUBUT 04/09/2025 - 20.16.hs
Nacido el 25 de febrero de 1960 en Nueva York, Eddie creció en un barrio difícil, entre carencias y desafíos. El básquetbol fue su refugio desde niño y, a los 25 años, lo trajo hasta Puerto Madryn, en tiempos en que el deporte vivía un boom en Argentina. Desde aquel agosto de 1985, la camiseta aurinegra encontró en él a uno de los extranjeros más trascendentes de su historia.
Con sus 2,05 metros, personalidad arrolladora y un estilo de juego tan frío como eficaz, Robertson se transformó en líder e ídolo. No necesitaba jugadas espectaculares: rebotes, triples oportunos y una inteligencia natural para manejar los partidos lo convirtieron en pieza clave del ascenso de Deportivo Madryn en 1986, cuando el equipo logró coronarse en la Liga C y acceder al segundo escalón nacional.
Su sociedad con Ellnes Bolling y Jorge “Cirilo” García fue recordada como una de las más potentes de aquella época, y sus duelos contra Michael Young, la estrella de Guillermo Brown, aún resuenan en la memoria colectiva. Los estadios colmados, el fervor de la gente y las noches de gloria lo consagraron como ídolo en la ciudad.
Pero la vida de Eddie también estuvo marcada por contrastes. Su disciplina dentro de la cancha convivía con noches agitadas y ausencias en entrenamientos que generaron fricciones con dirigentes. Finalmente, en 1988, su ciclo en Deportivo Madryn llegó a su fin.
Lejos de apagarse, su carrera se volvió itinerante: jugó en Independiente de Neuquén, en Guillermo Brown, en Racing de Trelew, en Gimnasia de Comodoro y en equipos de distintas provincias, además de dejar su huella en Uruguay y Chile. En el camino, fue construyendo familia: David en Estados Unidos, y Daiana, Sheila y Eddie Jr. en Argentina.
Hace más de una década eligió radicarse definitivamente en Puerto Madryn, cuando el presidente del Club Ferro en ese entonces, Gustavo Hernández, lo sumó a trabajar en el club. Allí, entre afectos y recuerdos, Eddie comenzó a escribir su último capítulo. El paso del tiempo y los excesos hicieron mella en su salud, obligándolo a vivir con asistencia de oxígeno, pero jamás le quitaron su carisma ni la admiración de quienes lo conocieron.
Hoy, Eddie Roberson deja este mundo, pero su figura permanecerá intacta en la memoria popular. No fue solo un basquetbolista extranjero que pasó por Madryn: fue un ícono, un símbolo de una época dorada, un hombre que llevó el oro y luto a lo más alto y que convirtió su vida en una historia digna de leyenda.
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