Regionales

Este fin de semana se realiza la colecta Más por Menos

-Por Roberto P. Alvarez Obispo Auxiliar de la Diócesis Comodoro Rivadavia- 

El deseo de «acortar distancias» puede ser visto como una indicación o mandato del marketing, un imperativo que recorre todas las instituciones y comercios en un mundo cada vez más atomizado e individualista. Con el objetivo de vender, las marcas intentan acortar distancias poniendo en sus propagandas gente que habla con tonadas y estilos cercanos, que se viste, pesa y se vincula al modo callejero. También aquellos que quieren tener la representación popular son invitados por consultoras a acortar distancias tocando timbres, escuchando la gente común, organizando escuchas de sus dirigentes, etc.
 

por REDACCIÓN CHUBUT 08/06/2022 - 00.25.hs

Cáritas sin duda también se nutre de eso, pero el origen de su «acortar distancias» se remonta mucho más allá en el tiempo y en la intención. Va hasta el corazón de la historia, y para «acortar» distancias bebe de la «conmoción» de Dios que nos ha revelado su deseo de salvar a los hombres comprometiéndose con su historia.
Cáritas repite el corazón del Dios del Antiguo Testamento, que ha escuchado el clamor de su pueblo, ha visto su dolor, conoce sus necesidades y «baja» para liberarlos. Es un Dios que en Moisés y en infinidad de mediaciones elige el «cuerpo a cuerpo», adopta como estilo ser una presencia que «acampa»; que en el medio de un contexto donde los dioses son lejanos o se sirven de los hombres, es un Dios compasivo y lleno de ternura, un Dios que se ha puesto como objetivo llevar a su pueblo a una tierra que le sea propia, a una tierra que mane leche y miel.
Cáritas emula el corazón de Jesús, aprende e imita su modo de latir, de sufrir y llorar ante cualquier necesidad humana pero no desde afuera, sino «pasando por el medio»; estirando sus días con sus horas para curar, enseñar, sanar las heridas del corazón. La prolongación del corazón abierto de Jesús: eso es Cáritas; es su sensibilidad ante lo que se descubre sólo cuando uno está cerca, cuando el encuentro es cara a cara, cotidiano. Es el llanto de impotencia ante la injusticia, y es el grito profético «denles ustedes de comer»; es detenerse frente a una viuda que con la muerte de su hijo lo ha perdido todo, y frente a ese padre que ante el estado de su hijo enfermo clama por ayuda. Cáritas no tiene corazón propio; vive del corazón de Jesús.
Y ese corazón de Jesús se repite en cada ciudad, localidad o paraje donde alguien en nombre de Cáritas atiende las necesidades, requerimientos y clamores de aquellos que viven a su alrededor. Algunas veces serán proyectos que tienen la complejidad de un conjunto de viviendas, o de ayudar a hacer perforaciones para conseguir agua potable. Será también estructurar apoyos escolares que rescaten a tantos niños, niñas y adolescentes que en estos años de pandemia se han caído del sistema educativo; o sostener la nutrición de los más pequeños cuando a las familias ya no les alcanza para una alimentación adecuada. En tantos lugares el corazón de Jesús se expresa en quienes roban tiempo a los suyos para abrir un Hogar de Cristo durante infinidad de horas, porque cada vez son más los que sólo ahí sienten calor de familia, lugar de encuentro, acogida; estén como estén sus vidas. Caritas es también ese sencillo ropero, o el refuerzo de un mate cocido caliente en medio de los crudos inviernos.
Cuando ayudás a Cáritas, ayudás a que alguien pierda ese sentimiento de orfandad, de soledad ante una vida que en nuestra Argentina cada día se vuelve más difícil; más parecida a un «sálvese quien pueda». Cuando una campaña te invita a acortar distancias te está pidiendo que saqués de lo poco o mucho que tengas -de tiempo, creatividad, dinero- para franquear los abismos generados por la desidia, la ambición o las peleas que sólo se entienden por la falta de conexión con la realidad, por la incapacidad de empatizar, de estar al lado de los que sufren y de generaciones que se quedan sin salud, educación, techo o trabajo.
Ayudar a Cáritas -como a otras instituciones que se dedican a «acortar las distancias»- es gritar, protestar, plantarse ante cualquiera que diga que ya no hay nada por hacer, o que se conforma con identificar culpables. Ayudar a Cáritas es permitirnos ser la voz de Jesús, que se sigue conmoviendo ante cada vulnerabilidad, que sigue resistiéndose a resignarse y desde el aliento, la compañía y el trabajo, aspira a que muchos de los nuestros se forjen un futuro mejor.
 

 

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