Regionales

Más de 100 perros sobreviven en el basural municipal

Con escasos recursos y enfrentando desafíos constantes, una pareja de Trelew, Adrián Contreras y Daniela Giménez son dos héroes anónimos que han dedicado su vida a la protección de los perros abandonados en el basural.

por REDACCIÓN CHUBUT 04/02/2024 - 00.00.hs

A través de su página de Facebook «Ayuda Perritos del Basural Trelew», comparten su arduo trabajo y las dificultades que enfrentan día a día para ayudar a estos animales desamparados.
La pareja se enfrenta a un problema grave de superpoblación canina en los barrios de Trelew, donde la falta de castraciones masivas ha generado una proliferación de perros callejeros que terminan en el basural, reproduciéndose sin control. Según Contreras, «en los barrios es tremenda la cantidad de perritos que andan en las calles, reproduciéndose a granel». Esto lleva a una situación insostenible, con hasta cien perros viviendo en condiciones precarias en el basural, alimentándose de los residuos y enfrentando diversos peligros.

 

«AYUDAMOS A LOS ANIMALES»
En el basural se encuentran entre 60 y 100 perros cuando están todos, distribuidos en jaurías, de 5 a 15 perros. «Es tan grande el predio que a veces no los encontramos. Solo con tres perritos tenemos vínculo y los podemos acariciar. Son los tres que en algún momento vivieron con nosotros, pero no se adaptaron a una casa y se volvieron a basural. De adultos es difícil que se adapten. Distinto es con los cachorros, que de chicos, con buenos adoptantes, sí se acostumbran a un hogar». Actualmente, solo queda una camada de cachorritos que nació ahí, pero al resto de los que han nacido en el basural, los han podido sacar a casi todos y otorgarlos en adopción. 
El testimonio directo de Adrián Contreras ilustra la dura realidad que enfrentan: «Estamos complicados, tenemos dos problemas: los perros que se reproducen y no se pueden castrar fácilmente porque son perritos ferales, ariscos que nacen lejos de la ciudad, en un campo, sin estímulos, sin caricias, sin personas y están los perritos que van a abandonar la gente que sabe que ayudamos a los animales los tiran de cachorritos o de más grandes. También otros llegan perdidos: cruzan la ruta por el olor a basura, o porque hay alguna hembra en celo que los atrae. Los perros pueden detectar a las perras en celo a 300 metros».  
«Nacen en el campo del basural y viven ahí. Se reproducen en cantidad. Para trabajar rescatando y castrándolos, hay que hacer un trabajo fino que demanda tiempo. Son todos ariscos desconfiados. Un quirófano móvil en el basural no serviría. Hay que saber trabajar con perritos ferales», comenta Adrián. 
Una de las problemáticas con la que conviven los perros ferales es el encuentro con perros de los barrios: cuando van perritos de los barrios que tienen otro comportamiento, otro lenguaje, otro acercamiento a las personas, hacen desastres porque los perros de los barrios van y lastiman a los del basural que son ariscos pero bien sumisos. En cambio, el perrito de barrio va sacando pecho, cola en alto, no dejan comer a los perritos cuando llevamos comida porque los muerden».

 

RESCATES
Sobre el comportamiento de los perros del basural, Adrián describió: «Están acostumbrados a comer todos juntos desde cachorros, cuando cazan una liebre comen todos juntos, lo mismo pasa cuando llevamos alimento nosotros. Uno al lado del otro sin pelearse».  
Otro de los problemas que enfrentan los perros abandonados es el estar expuestos a enfermedades que transmiten las garrapatas o las pulgas: «No sé si muchos lo sabrán, pero existe una enfermedad de la garrapata que en dos semanas a un perrito sin protección, lo consume. Lo termina fulminando y lo mata», advirtió. Y agregó: «Hemos rescatado a perritos enfermos o lastimados, llevándolos a upa. Hemos sepultado a varios también, y sin herramientas. El Municipio sabe. Pero no aporta nada». A pesar de las dificultades, la pareja continúa su labor con pasión y dedicación, brindando atención médica, alimento y refugio a los perros que tanto lo necesitan.

 

BASURAL ACTIVO
Además de enfrentarse a la superpoblación canina y a la dificultad de trabajar con perros ferales, Contreras y Giménez también lidian con la contaminación a la que se exponen cuando van a contribuir al bienestar de los perritos abandonados. Cuando vuelven del basural «llegamos a casa con dolor de cabeza, pasados de olor a humo», reconoció. Y comentó que siempre hay algo prendido fuego: cubiertas, o la propia basura, y cuando cambia el viento, el olor a goma quemada llega hasta la casa de ambos, ubicada en barrio Santa Catalina: «Estoy en mi casa sintiendo el olor del basural, lo mismo que respiro cuando voy a ayudar y rescatar perritos», lamentó. La labor de Adrián Contreras y Daniela Giménez es un recordatorio de la importancia de la empatía y la solidaridad en nuestra sociedad, así como la necesidad de un abordaje efectivo para atender el pasivo ambiental que general los residuos, y su correspondiente correlato en la importante cantidad de animales abandonados.
 

 

¿Querés recibir notificaciones de alertas?