Margarita Scandroglio obsequió una obra de Miguel Angel Guereña a EL CHUBUT por su 50º aniversario

Margarita Scandroglio es nativa de Entre Ríos y se radicó en Trelew en 1984, luego de una visita turística que realizó desde Tandil junto a su marido, médico de profesión. «Nos enamoramos», expresó al recordar aquel viaje que marcó el inicio de su vida en la ciudad. Es madre de tres hijos, un varón y dos mujeres, una de ellas patagónica, y abuela de cinco nietos. En Trelew presentó su primera obra literaria y en la actualidad cuenta con ocho libros publicados, además de numerosas participaciones en antologías, revistas, ensayos y otras publicaciones.
La obra donada está fechada en 1988 y lleva su nombre, escrito por el propio Guereña. Scandroglio recordó el momento en que el artista se la entregó y las palabras que la acompañaron, en relación a la figura que representó, y su relación con la escritora: «esa mujer es la que tuvo la valentía de cumplir lo que soñó siempre». A partir de allí Margarita reflexionó: «Yo soñé ser poeta. Y los sueños, tenés que seguirlos y perseguirlos. Porque soñar, soñamos todos. Y más siendo poeta, no te da ganancia, nada. Es dar amor».

«UN OBSEQUIO DESDE EL ALMA»
Sobre el gesto hacia EL CHUBUT, afirmó: «Yo quiero ese cuadro, entonces, es un obsequio, desde el alma y desde lo más profundo. Lo quiero por el autor, y por mí, porque me acompañó una vida, y es un regalo para el Diario que acaba de cumplir sus 50 años. Es mi humilde presente». También recordó que «para él era como su obra maestra. Esa obra ha viajado por el país», evocando además a Guereña como «un hombre sumamente generoso» que solía retratar las obras de escritores y escritoras de la región.
Scandroglio continúa activa en la escritura y adelantó que trabaja en nuevos proyectos: «Estoy haciendo un compendio. Tengo tres cosas para terminar, pero no me dan los tiempos. Es lo que yo pienso dejar antes de morir. Pero es tanto, tanto el trabajo que las noches se me van». En ese sentido, compartió una reflexión que suele transmitir a sus hijos: «Yo sé que estoy bien, porque mi mente es un avión», destacando la rapidez y amplitud que le brinda la palabra.
Finalmente, definió a la poesía como su gran pasión: «La poesía tiene un misterio tan importante porque pasás a ser el personaje que elegiste para la obra». Con humildad, concluyó: «Nunca seré ni Alejandra Pizarnik, ni Borges, ni Alfonsina Storni, pero al menos cumplí con mi sueño y mi pasión». Desde este medio, le agradecemos a esta querida escritora su gesto, su obsequio, su eterno amor por la palabra.