Los recuerdos de Fernando Albornoz
En el marco de los 50 años de Diario EL CHUBUT, que se conmemora el próximo 10 de octubre, distintas voces que formaron parte de su historia comparten anécdotas y vivencias de aquellos tiempos en que la tarea periodística era un verdadero desafío colectivo.
por REDACCIÓN CHUBUT 17/09/2025 - 21.11.hs
Fernando Albornoz es uno de ellos. Con una vida entera vinculada a la imprenta, suele decir que tiene «tinta en las venas». Su paso por EL CHUBUT, donde se desempeñó muchísimos años, le dejó recuerdos imborrables de la llamada «salida del diario», aquel momento en que la tapa estaba lista y los ejemplares comenzaban a circular en las calles de Trelew en horas de la noche y hasta la madrugada.
«Era importante salir primero», rememora, recordando que los canillitas aguardaban en largas filas y salían corriendo o en bicicleta a vender los ejemplares, sobre todo en las noches de viernes y sábados, cuando la ciudad tenía una intensa vida nocturna. Entre las 23 y la 1.30 de la madrugada, asegura, se jugaba buena parte de la venta.
Ese instante era vivido como un verdadero ritual por todos los trabajadores, donde cada uno aportaba su parte para que el Diario finalmente estuviera en la calle, y en lo posible, antes que la competencia. A veces, cuenta, la espera se prolongaba por noticias de última hora que llegaban desde Buenos Aires, ya fueran deportivas o políticas, lo que demoraba la tapa que los chubutenses tienen en sus hogares desde hace cinco décadas.
Con emoción, Albornoz fue testigo de la «adrenalina de la salida del Diario», un ritual que «vivían todos los empleados con mucha intensidad», un ritual por el cual todos estaban atentos, todos trabajaban, todos querían colaborar, y que todos hacía posible que «finalmente el diario esté en la calle «, y en lo posible, primero. A veces había noticias que demoraban la tapa, porque se trataba de informaciones que venían, generalmente de Buenos Aires, y podían ser de carácter deportivo o político.
Recordar esas noches de hiperactividad y movimiento en el diario, donde entre las maquinas, impresoras, computadoras, teletipos, los trabajadores parecían hormigas que se movían incesantemente en ese gran hormiguero que era todo el edificio de EL CHUBUT, comenzando por la planta alta y terminando en la imprenta donde se imprimía el Diario. Fueron tiempos increíbles para los que tuvimos la suerte de vivirlo, y donde la agenda de las noticias del día siguiente la marcaban los diarios impresos, y EL CHUBUT siempre estaba a la vanguardia.
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