Carta del Lector

La violenta energía nuclear produce residuos sin destino

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La «primera» central atómica comercial estadounidense, ubicada en Shippingport, Pensilvania, que alcanzó la criticidad en 1958, fue en realidad el decimocuarto reactor nuclear industrial construido en Estados Unidos; los otros trece solo fabricaban plutonio, que para entonces constituía los núcleos fisionables de miles de armas nucleares.

En diciembre de 1953 el presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, en un discurso en la Asamblea General de la ONU, anunció un programa denominado ATOMOS PARA LA PAZ, reconociendo así que hasta entonces el desarrollo nuclear había tenido solo un objetivo bélico.

 

Central Nuclear de Shippingport (1958). Foto Westinghouse Electric.

En los reactores nucleares utilizados para generar electricidad, este plutonio no se separa para su uso en armas. Sin embargo, todas las centrales nucleares siguen siendo fábricas de plutonio.

 

Sucede que hay tanto plutonio producido y separado sin dónde aprovechar, que ya se lo considera un residuo. El plutonio no sirve para otra cosa que para armas.

 

Uniendo plutonio de los combustibles gastados con uranio, se produce una combustible denominado MOX que puede utilizarse en algunos reactores. Son muy pocos los que lo permiten, por ser un combustible de difícil y riesgosa manipulación.

 

El hecho de que la mayor parte de toneladas de plutonio permanezcan en las barras de combustible gastado no significa que permanecerán allí para siempre. Dentro de miles de años, algún gobierno o ejército podría extraer el combustible gastado de los almacenamientos  y separarlo para construir armamento nuclear. 

 

Solo se necesitaría la tecnología ya conocida y la voluntad. En 1962, Estados Unidos detonó con éxito un arma nuclear ensamblada precisamente con ese plutonio de grado reactor. El uso que hace nuestra generación de la energía nuclear acumula silenciosamente material fisionable que seguirá siendo militarmente viable durante milenios.

 

¡Qué bueno sería que lo que la industria nuclear dice de sí misma fuera cierto! ¡Que fuera verde y renovable!

 

Deseo que no existieran múltiples yacimientos de uranio en todo el mundo con miles de toneladas de residuos abandonados y expuestos a la intemperie, que siguen perjudicando la salud  de las generaciones nacidas mucho después de que cesara la mineria.

 

Desearía que no se necesitaran proyectos mineros inmensos y con altas emisiones de carbono para extraer uranio de la Tierra y, posteriormente, para depositar el combustible nuclear gastado de los reactores a medio kilómetro de profundidad.

 

Antes de que comenzara la construcción del depósito de combustible gastado de Onkalo, en Finlandia, se estimaba que el proyecto, con un cosoe de quinientos millones de euros, generaría unos 2.500 años-persona de empleo y tardaría cien años en completarse.

 

Y eso solo para contener el combustible gastado de cinco centrales nucleares, unas 6.500 toneladas en 2100.

 

Todavía no hay plan concreto para el inmenso y costoso vertedero que se requerirá para enterrar las más de 140.000 toneladas de métricas de combustible nuclear gastado en estados Unidos, con la esperanza de que puedan almacenarse para miles de generaciones futuras.

 

Esto sin contar las miles de toneladas de combustible nuclear gastado procedentes de los reactores nucleares operados por el ejército estadounidense para fabricar los núcleos fisionables de más de 70.000 armas nucleares durante la Guerra Fría, que desde 1999 se almacenan en Carlsbad, Nuevo México.

 

Montículo de relaves de uranio junto a una antigua mina en Moab. UT (USDOE, dominio público).

Por supuesto, tampoco hay plan para enterrar las más de 400 mil toneladas de combustibles gastados acumuladas en el mundo. Y no hablemos de las colas radiactivas de las explotaciones de yacimientos de uranio.

 

La industria nuclear ignorará sus dilemas de mercado mientras los contribuyentes sigan respaldando a sus inversores. Creer que esta gigantesca industria con fines de lucro y de base militar se preocupa por el bienestar de la Tierra y sus habitantes, es como creer en los Reyes Magos.

 

Reinterpretar los argumentos de la industria nuclear con una supuesta preocupación genuina por los seres vivos es un recurso que seguirá explotando permanentemente.

 

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