ITALIA Y SU REGRESO A LA ENERGÍIA NUCLEAR
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El gobierno italiano de la ultraderechista Giorgia Meloni está considerando volver a la energía nuclear con un plan de 35,000 millones de dólares para construir una red de mini-reactores nucleares que tardarían, si no hubiese ningún retraso, en torno a diez años en ser operativos desde el comienzo de su construcción, y que podrían llegar a suponer un total de un 11% de la generación total de electricidad en el año 2050.
La cuestión resulta como mínimo curiosa en un país que tuvo una experiencia con la energía nuclear completamente decepcionante (dejó dos reactores en construcción avanzada sin terminar), que la consideró un fracaso y que, luego de un plebiscito adverso, terminó cerrando sus reactores entre 1988 y 1990, tras haber llegado a cubrir únicamente un 4.6% del total de la demanda en el año 1986.
Meloni parece, al igual que Milei, mal asesorados. Casualmente hace muy pocos días el jefe de asesores de Milei, Damián Reidel, renunció. Veremos qué pasa ahora en materia nuclear.
Más de treinta y cinco años después del cierre de sus reactores, alguien le ha vendido a Meloni que los mini-reactores o SMR son el futuro, y la primera ministra, empeñada en ideologizar las tecnologías sostenibles y considerarlas «cosa de comunistas», pretende revivir la cuestión.
Pocas cosas hay más absurdas que, en un país con abundantes recursos de sol y de viento, dedicar fondos a construir unos mini-reactores que, cuando finalmente estén operativos, serán sin duda ya obsoletos.
En nuestra Patagonia sucede algo parecido. Se planean construir reactores pequeños para satisfacer las necesidades de los Centros de Datos de la Inteligencia Artificial que se instalarían por aquí. Los asesores de Milei tal vez no sepan que hay, con financiación china, dos centrales hidroeléctricas en construcción muy demoradas y además, que nuestra región es una de las que disponen de vientos aprovechables de las mejores del planeta.
Aluar, gran consumidor de energía, no tiene, y jamás va a tener, una central nuclear para satisfacer sus consumos. Para complementar la energía proveniente de Futaleufú, construyó una central a gas y luego ha construido, y sigue haciéndolo, parques eólicos que generan sin necesidad de consumir combustibles y que no generan nefastos residuos nucleares de alta radiactividad y milenaria persistencia.
Aparte de las eólicas, tecnologías solares mucho más baratas y eficientes, pueden estar disponibles en poco tiempo.
Invertir a estas alturas en el desarrollo de nuevas centrales nucleares, por pequeñas y modulares que sean, no es razonable. Como bien dicen algunos medios italianos, «la única certeza es el fracaso«.
Los únicos que ganan con la energía nuclear son los que la construyen, que reciben importantes aportes de dinero público que se comprometen, además, durante muchos años.
En el caso de Italia, como en el de otros gobiernos populistas, se trata simplemente de demostrar que «el gobierno hace algo» para ir más allá de unas energías renovables que ideologizan absurdamente con argumentos a cada cual más estúpido, cuando el país cuenta con suficiente sol, viento y costa en la que instalar aerogeneradores como para asegurar su autosuficiencia.
Son esas decisiones sin rigor tecnológico y tomadas a la ligera las que de verdad tienen que temer los ciudadanos de países con ese tipo de gobiernos. Hipotecarse en proyectos de construcción a diez años para terminar cubriendo únicamente un 11% de la demanda es una ridiculez. Invirtamos en lo que tiene sentido invertir: tecnologías probadas, con un costo de instalación razonable, y capaces de producir a un costo mínimo y de manera limpia con muy poco mantenimiento durante varias décadas. (FUENTE Enrique Dams)
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