Suecia resolvió el abandono de la energía nuclear
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Actualmente, los fuertes intereses nucleares forzaron un cambio en la política energética del país. Suecia fue uno de los primeros países en proponer el cierre de sus centrales nucleares. Sin embargo, hubo cambio de política.
Tras el accidente de Three Mile Island en Estados Unidos en 1979 y un referéndum en 1980, el parlamento sueco decidió que no se construirían más centrales nucleares y que la energía nuclear se eliminaría gradualmente para el año 2010.
Luego la política energética respecto de la nuclear experimentó un cambio significativo. En 2010, el parlamento sueco votó a favor de revocar la política de eliminación gradual de la energía nuclear, permitiendo el reemplazo de los reactores existentes por otros nuevos.
En junio de 2023, el nuevo gobierno sueco cambió totalmente el objetivo energético nacional. A partir de entonces el plan apuesta decididamente por la energía nuclear, entre ambiciones climáticas y preocupaciones económicas, contempla la construcción del equivalente a 10 nuevos pequeños reactores modulares (SMRs), para 2045.
En noviembre de 2023, el gobierno anunció, además, planes ambiciosos para construir dos reactores a gran escala para 2035.
Este cambio de postura aparece impulsado por la creciente demanda de electricidad, especialmente para la industria y la digitalización, incluyendo la inteligencia artificial, los objetivos de descarbonización y la búsqueda de una mayor estabilidad de precios y seguridad en el suministro energético.
Por supuesto, con apoyo financiero estatal. El parlamento sueco aprobó en mayo de 2025 una nueva ley que prevé préstamos estatales y un precio mínimo garantizado por la electricidad producida para las empresas que inviertan en nuevos reactores nucleares.
Se estima una ayuda económica para el equivalente a cuatro grandes reactores (5.000 MW), con una financiación estatal del 75% a través de préstamos en condiciones favorables.
En síntesis, Suecia ha pasado de una política de eliminación gradual de la energía nuclear a una de expansión masiva, con planes concretos para construir múltiples reactores nuevos en las próximas décadas y un sólido apoyo estatal para su financiación.
Este vuelco político ha provocado un acalorado debate entre los expertos. Algunos lo critican como una estrategia costosa y obsoleta.
Pero, ¿qué llevó a Suecia a tomar una decisión tan controvertida? ¿Y cuáles son las implicaciones reales de esta elección para el futuro energético del país?
Suecia, conocida desde hace mucho tiempo por su sólida ética ambiental y sus impresionantes paisajes, siempre ha buscado estar a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático.
Lars J Nilsson, profesor de la Universidad de Lund y miembro del Consejo Asesor Europeo sobre el Clima, cuestionó la necesidad de estos nuevos reactores. Según él, la expansión de la producción de electricidad en Suecia puede realizarse fácilmente gracias a la energía eólica. También argumentó que toda la medida puede ser más simbólica que práctica.
Si estos reactores se construyen realmente, los costos recaerían en gran medida sobre los contribuyentes suecos, pero no se trata sólo del dinero, la reputación de Suecia como líder ecológico a nivel mundial se desbarranca.
Karin Lexen, secretario general de la mayor organización medioambiental de Suecia, acusó al gobierno de desviar la atención de los problemas climáticos reales.
Las críticas internas al plan nuclear sueco son fuertes y bien fundadas. Solo si se supone falsamente que la energía nuclear puede producir grandes cantidades de electricidad sin emitir gases de efecto invernadero, entonces hay beneficio. Y es precisamente el argumento que se utiliza para apoyarla, pero se sabe muy bien que a las centrales hay que alimentarlas con un combustible que requiere grandes emisiones para su producción.
Por otro lado, a pesar de estos beneficios potenciales, siguen existiendo dudas importantes sobre la viabilidad y eficacia del plan. La construcción de centrales nucleares es un proceso largo y costoso, y existe el riesgo de que, una vez terminadas, estas nuevas centrales dejen de ser la solución energética más eficiente o sostenible disponible. Además, la gestión de residuos nucleares sigue siendo un problema sin resolver y potencialmente peligroso.
Una cosa es segura: el debate sueco sobre la energía nuclear apenas ha comenzado y promete ser más candente que nunca.
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