Cinco décadas con la gente
Por Tomás Gutiérrez
Jefe de Redacción de EL CHUBUT entre 2010 al 2022.
por REDACCIÓN CHUBUT 11/10/2025 - 19.06.hs
El prestigio de un diario, como de cualquier medio de comunicación, se asienta sobre un camino de ida y vuelta: el reflejo fidedigno y responsable de los acontecimientos que marcan el pulso del desenvolvimiento social y el impacto y la receptividad que a su vez tiene en la propia sociedad la divulgación de esos hechos, muchos de los cuales se esfuman en la cotidianeidad y otros perduran en la memoria colectiva como parte del proceso histórico de una comunidad.
Es un itinerario dinámico en el que interactúan, sin visualizarse, pero con una conexión intelectual y emocional muy peculiar, por un lado, los periodistas y sus colaboradores, que operan sobre esos acontecimientos para difundirlos de manera prolija, coherente y confiable, y por el otro los lectores, que son en definitiva quienes dan relevancia y significación a lo que se publica día tras día. Estos últimos, que representan a amplias franjas de la población y exhiben disímiles situaciones personales, ejercen una suerte de escrutinio constante respecto de la labor llevada adelante por hombres y mujeres que, en su rol de comunicadores, tienen la misión de descifrar, interpretar y describir el acontecer colectivo. Textos y contextos, más allá de su hermanamiento gramatical, son conceptos que adquieren así una interrelación activa y vivificante que da sentido al inabarcable universo de la comunicación social.
Diario EL CHUBUT, que celebra orgullosamente su cincuentenario, tiene justamente en sus lectores y en su dotación de personal dos pilares que han sostenido su fecunda trayectoria a lo largo de años sin duda difíciles pero que, en definitiva, han resultado ser estimulantes y proactivos para ubicar a este medio de prensa en un lugar privilegiado dentro de las instituciones representativas del sur del país.
Aquel modesto periódico que Josecito Sáez fundó en 1975 creció, se expandió y se fue adaptando a las vicisitudes del cambio social y los vaivenes económicos hasta llegar a su actual conformación: un multimedio que mantiene su formato papel, tiene su espacio digital, incursiona con creciente peso en las redes sociales y cuenta con su propia emisora FM.
En estos 50 años, que configuran un tumultuoso tiempo político de regímenes totalitarios y gobiernos democráticos de diverso signo, el diario construyó su edificio propio y posteriormente lo amplió a la par que fue modernizando su equipamiento y optimizando su operatividad en cada una de las secciones, sobre todo en el armado de páginas y la impresión. Lejos en el tiempo quedaron las entonces imprescindibles linotipos, que transformaban plomo en noticias, y las memorables Lexicon 80 que ajetreados cronistas aporreaban hasta altas horas de la noche, urgidos por el cierre de la edición. El sistema offset agilizó los procesos y posibilitó la llegada del color para engalanar las publicaciones. El accionar integrado de computadoras domina ahora todo el desenvolvimiento estructural del diario y la Inteligencia Artificial es casi un miembro más del staff de producción informativa.
Los cambios introducidos no modificaron un ápice –por el contrario, potenciaron- los principios, los lineamientos y la orientación que EL CHUBUT adoptó desde que su primer número ganó la calle. Esto es, un diario al servicio de la gente, anclado fuertemente en las aspiraciones y necesidades de la comunidad, abierto a la discusión seria y constructiva de los grandes temas que coadyuvan al desarrollo económico y social de la provincia y la región. Todas las expresiones políticas y cada una de las organizaciones sociales han tenido y tienen su espacio en el diario. Respeto a los valores democráticos y republicanos, utilización responsable de la libertad de expresión y apoyo incondicional a la paz social han sido ejes potentes que continúan guiando la trayectoria de este activo medio de comunicación.
Un recorrido por los ejemplares que han jalonado cinco décadas de periodismo bien patagónico (disponibles en ese sorprendente túnel del tiempo que constituye la colección encuadernada de todas las ediciones del diario) permite verificar con claridad y precisión como esos principios se han preservado enhiestos, inconmovibles. Posibilita asimismo visualizar el acompañamiento de EL CHUBUT a obras públicas y emprendimientos industriales y comerciales que, a despecho de las recurrentes crisis económicas, se fueron materializando paulatinamente. A lo que se suma el incansable reclamo por iniciativas comprometidas una y otra vez desde la tribuna política y cuya concreción se sigue aguardando, día a día.
En algunas circunstancias, cabe señalar, ciertos temas abordados con criterio eminentemente periodístico y con el objetivo de contribuir al debate en torno al desarrollo provincial causaron irritación en ciertos ámbitos, sobre todo aquellos vinculados de un modo u otro al poder político de turno. Las represalias suelen ser solapadas o escandalosas. Dentro de esta última calificación debe incluirse el feroz ataque incendiario contra las instalaciones de EL CHUBUT, en ese tenebroso diciembre de 2021, en el marco de manifestaciones contra la megaminería que grupos de violentos aprovecharon para quemar –además del diario- la Casa de Gobierno y otros edificios públicos. En determinados casos hubo, aunque atenuadas, algunas condenas. El atentado contra EL CHUBUT, uno de los más graves en la historia del país contra un medio de comunicación social, quedó impune por decisión de un jurado popular. Decisión que impidió asimismo que se identificara públicamente a los autores intelectuales de un hecho deleznable que puso en riesgo la integridad física de numerosas personas que se encontraban trabajando en el diario esa noche terrible.
Pero ese penoso episodio, imposible de esquivar en la recordación de este importante aniversario, no enturbia la riquísima historia del diario y su dinámica relación con la comunidad. Padrinazgo de escuelas, auspicio de eventos deportivos y culturales, respaldo a iniciativas solidarias y charlas y exposiciones en el siempre disponible Salón Azul, constituyen ejemplos de acciones que EL CHUBUT viene sosteniendo desde sus comienzos.
La interacción entre el diario y sus lectores ha conservado antiguas formas y a la vez se ha enriquecido con nuevas características. Hay quienes se han mantenido fieles a los ejemplares en papel, otros en cambio se muestran activos en las plataformas digitales que reproducen las ediciones del diario. Muchos lectores dejan en este caso sus opiniones al pie de determinadas notas, fortaleciendo el debate público. Algunos hasta se permiten dar consejos acerca de qué modo se debe ejercer el periodismo, pero todo tiene respaldo en la libre expresión de ideas que, como se sabe, no solo tiene rango constitucional, sino que además forma parte indeleble de nuestra idiosincrasia.
LA REDACCION, MOTOR DE MEDIO SIGLO
La actividad cotidiana en un medio como EL CHUBUT abarca múltiples facetas, la principal de las cuales, obviamente, es la captación y difusión de informaciones de interés público. Desde los cadetes hasta los canillitas hay diversos roles que se desempeñan con el objetivo de que cada edición llegue a los lectores en tiempo y forma. Secciones como Administración, Publicidad y Expedición acompañan con distintos grados de responsabilidades el proceso periodístico centralizado en la Redacción. En apoyo de esta se escalonan las áreas de Fotografía, Armado, Corrección, Fotocomposición e Impresión, todas operando de manera concatenada a lo largo del día hasta concluir, tras el estricto cierre de la edición, con el diario en la calle. Las agencias de Puerto Madryn y Esquel se acoplan, cada una en su escala, a esta actividad general cuya precisa rutina sólo exhibe cambios en el contenido, es decir, en la información que varía de una jornada a otra.
La Redacción es el alma del diario. Y ha sido un auténtico motor con durabilidad garantizada durante 50 años.
Quienes han tenido y tienen la posibilidad de trabajar en ese ámbito pueden dar crédito y testimonio de lo que significa. Los redactores (tanto de información general como de Deportes) comparten junto a diagramadores, armadores de páginas y correctores un espacio donde la labor individual se amalgama coordinadamente para que las noticias se reciban, se seleccionen, se escriban y titulen, se distribuyan en las páginas correspondientes en orden a su importancia y finalmente estas se deriven a las áreas responsables de su formato de impresión para conformar la edición de cada día.
No es tarea sencilla. Se estima que los medios de prensa publican no más del treinta por ciento de las informaciones que recolectan. Esto implica una actividad muy delicada para la correcta y adecuada selección de cada una de las notas que eventualmente serán editadas. El criterio es simple: prioridad para las noticias que siempre interesan a todos los lectores y a partir de ahí las que abarquen asuntos de gravitación para los distintos segmentos de la sociedad. Temas institucionales, políticos, gremiales, empresariales, vecinales y que atañen a todos los estamentos de la vida comunitaria tienen cabida en el diario, con especial hincapié en lo que se refiere a la educación, la cultura, la salud, el trabajo, la producción y el desarrollo general de una comunidad siempre expectante y esperanzada en materializar necesidades y aspiraciones individuales y colectivas.
Pero la edición cotidiana tiene una determinada capacidad de contenido y de ahí la importancia de saber escoger que información debe publicarse y la que es menester desechar. Cada nota editable tiene su valor en sí, aunque su contenido sea modesto, porque siempre significa algo para alguien. Desde los inicios del diario las directivas para los redactores y cronistas se han mantenido inalterables: apego a la veracidad de los hechos, precisión, concisión, sencillez y correcto uso del idioma. Siempre teniendo en mente que los lectores abarcan un espectro social muy vasto, desde jóvenes estudiantes a jubilados y de personas con escasos estudios a profesionales, por lo que es norma ya hecha carne entre los periodistas del diario escribir con claridad para posibilitar la comprensión de todos y cada uno de los que leen las noticias.
Por la Redacción de EL CHUBUT han pasado numerosos trabajadores de prensa, algunos de singular talento y fino olfato para encontrar el tono justo de una nota en medio de la hojarasca informativa de cada día. Hombres y mujeres de distintas edades y aún de diferentes posturas ideológicas han cumplido, cada cual, en su momento, un desempeño valioso en la determinación y definición del estilo periodístico del diario, en línea con las prescripciones y los postulados trazados desde la Dirección.
Hay artículos memorables que, por su contenido y profundidad, aún después de largos años resultan impactantes. Son el acervo cultural de un medio de comunicación que ha sido testigo –y de algún modo protagonista- de los acontecimientos que han ido modelando la historia de la región durante la última cuarta parte del siglo veinte y la primera de la nueva centuria. Epoca de cambios conmocionantes y trascendentales en los campos de la política, la economía, la ciencia, la cultura y la dinámica social en general.
La Redacción, que en pequeña escala puede ser comparable al bullicioso Agora griego, fue siempre un espacio vibrante, eléctrico, intenso. La génesis de cada nota suele ser acompañada por debates, discusiones y polémicas entre quienes participan del quehacer periodístico. Y con una refrescante dosis de humor siempre presente.
La prohibición de fumar impuesta hace algunos años en las instalaciones del diario privó a la Redacción, con obvio beneficio para la salud del personal, de la antigua escenografía envuelta en el humo de los interminables cigarrillos que secundaban la escritura y las conversaciones. Ahora la atmósfera interna es límpida, al tiempo que se han atenuado los ruidos de las máquinas de escribir, cuyos ecos nostálgicos perviven tras el silencio respetuoso de las computadoras. El pulso de las redes sociales y la acelerada gravitación de la IA han modificado en parte los tradicionales hábitos de trabajo y convivencia en el seno de la Redacción. Pero la antigua magia no se extingue con el avance tecnológico: perduran las acaloradas conversaciones, el intercambio de ideas, la necesidad de acoplar el trabajo individual al colectivo, la importancia de encontrar el concepto preciso para que el contenido de un artículo llegue correctamente a los lectores y las urgencias de completar labores en función de la tiránica hora de cierre.
Como rasgo distintivo, acaso fundamental, en la Redacción de EL CHUBUT, más allá de las dificultades y tribulaciones que a veces enturbian la convivencia, ha sido visible siempre una notable camaradería y un fuerte compañerismo. Condiciones estas que habitan en los suburbios de la amistad pero que resultan relevantes y aleccionadoras para enriquecer el crecimiento personal y robustecer el trabajo en conjunto.
UNA EMPRESA CON RESPONSABILIDAD SOCIAL
En oportunidad de celebrarse el 40º aniversario del diario, en 2015, su actual director, José María Sáez, pronunció un sentido discurso en el que, entre otros conceptos, remarcó que “EL CHUBUT no es una fábrica de noticias, es una empresa con auténtica responsabilidad social”.
El concepto es mucho más profundo de lo que aparenta. Refleja una condición que este medio de prensa chubutense hizo suya desde el vamos: ser un espacio, una plataforma donde se visibilicen los problemas, necesidades, reclamos y expectativas de todo el conjunto social que le sirve de contexto, de por si complejo y difícil de sintetizar. En una labor que ha excedido largamente su función periodística basal, EL CHUBUT fue asumiendo con los años –como ya se señalara- un compromiso expansivo con el desenvolvimiento de distintas entidades de bien público y la realización de numerosísimas actividades educativas, culturales y deportivas.
El diario fundado por Josecito Sáez, un hacedor multifacético, tuvo orígenes sobrios. Creció gracias al esfuerzo de sus directivos y su personal, agigantándose a medida que lectores y anunciantes lo fueron adoptando como una experiencia cotidiana. La gente, propia y externa, hizo importante a EL CHUBUT. Y esto generó una raigambre muy fuerte en el seno de la sociedad, que aún hoy, no obstante, las enormes transformaciones del entorno, todavía perdura. Celebrar en la puerta del diario un triunfo deportivo o una graduación, con la consecuente fotografía en la edición del día siguiente, es un ritual que en su simplicidad simboliza el fuerte apego de la sociedad a un medio de comunicación que nunca le dio la espalda.
Cuando los miembros de una empresa se consideran parte de una familia es porque con los años y los esfuerzos individuales y grupales se han establecido lazos que van más allá de lo meramente laboral. EL CHUBUT es un ejemplo de ello. La consideración y el respeto hacia su personal por parte de la conducción del diario tienen su complemento en el cariño y el sentido de pertenencia que acreditan los hombres y mujeres que han trabajado o trabajan en este medio de prensa. Y entre quienes modestamente se incluye el ex jefe de Redacción que ha escrito las presentes líneas.
Josecito Sáez, fallecido en 2011, sin duda estaría hoy emocionado y orgulloso por la trayectoria cumplida por el medio que puso en marcha en la turbulenta primavera del 75. Y sobre todo por la manera en que sus hijos José María y Lili, con el acompañamiento de Elsa, han llevado adelante la empresa en medio de las agitaciones que la política y la economía provocan en la vida nacional. Lo hecho es enorme: una familia trelewense formó a su vez una gran familia laboral que echó raíces firmes y perdurables en la comunidad donde está inserta. No es poca cosa.
Los 50 años que conmemora EL CHUBUT no constituyen un simple aniversario. Son una tajada de historia que se expresa a través de las páginas impresas en más de 16.000 ediciones durante un tiempo en que las cosas no han sido fáciles ni para los chubutenses ni para los argentinos. Allí están contenidos los logros, las frustraciones, las dificultades, los sueños y los anhelos de una sociedad que, pese a la dura alternancia de alegrías y dolores, mantiene levantados sus ideales y sus esperanzas para un porvenir mejor.
Este cincuentenario, considerable y relevante por sí mismo, representa por tal razón una plataforma de lineamientos y valores que, aún con los defectos implícitos en cualquier obra humana, puede servir de estimulante aliciente para que nuevas generaciones recuperen el valor del esfuerzo y la perseverancia como condiciones necesarias del crecimiento personal y social.
Un medio de prensa no tiene éxito ni jamás lo logrará si pretende imponerse, con la ayuda de influencias políticas y monetarias, a contramano de las reales y legítimas demandas de la sociedad. La gente es lo que lo hace importante y valioso.
EL CHUBUT nació, evolucionó y pervive apoyado en el respaldo popular a su desenvolvimiento sin pausa y sus contenidos fiables. Intangible pero significativo, ese es el regalo más extraordinario que es merecedor de recibir hoy el diario en su medio siglo de existencia.
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