Fin de Semana

Por siempre, Fangio

El pasado 24 de junio se cumplieron once décadas del nacimiento de Juan Manuel Fangio, el argentino pionero en cobrar fama mundial, por permanencia y audacia.

por REDACCIÓN CHUBUT 26/06/2021 - 10.54.hs

"El Chueco" se coronó legendario, no sólo en su país de nacimiento sino en el mundo de la Fórmula 1 al ganar cinco títulos en las ocho temporadas iniciales de la categoría, récord que conservó hasta 2003 cuando el alemán Michael Schumacher logró su sexta consagración mundial.

Con 38 años, Fangio estuvo presente en el nacimiento de la F1, el 13 de mayo de 1950 en el circuito de Silverstone, Inglaterra, donde debió abandonar por un problema de motor en su Alfa Romeo.

Ese año el argentino fue subcampeón detrás de su compañero de escudería, el italiano Giuseppe Farina, pero en la siguiente temporada se cobró revancha y festejó su primer campeonato con la misma marca.

 

Tras ausentarse un año, Fangio volvió a la F1 en 1953 con una Maserati que condujo hasta la segunda carrera de 1954 en Bélgica cuando pasó a Mercedes y coronó dos títulos consecutivos.

Su reinado se extendió dos años más porque en 1956 descorchó con Ferrari y en la siguiente temporada con Maserati.

 

 

Una victoria eterna

 


El 4 de agosto de 1957, luego de batir diez veces el récord del circuito, Juan Manuel Fangio protagonizó la carrera más "alocada" de su vida y se adjudicó el triunfo en Nürburgring, Alemania.

El oriundo de Balcarce se detuvo en boxes para cambiar neumáticos y demoró más de lo esperado. Pero el 'Chueco' recuperó la desventaja y llegó primero a la bandera a cuadros con su Maserati 250F.

Ese infierno de Nürburgring, de 22 kilómetros de extensión y 176 curvas, le dieron a Fangio la posibilidad de plantear una estrategia. El argentino pretendía sacarle 30 segundos de diferencia a sus rivales directos, los británicos Peter Collins y Mike Hawthorn, ambos con sendas Ferrari.

 

El balcarceño había entrenado a sus mecánicos para cambiar las cubiertas en 30 segundos, pero cuando promediaba la competencia, tuvo que ingresar a boxes, con una ventaja de 29 segundos sobre las Ferrari.

Los mecánicos no tuvieron una jornada feliz y realizaron el recambio de gomas en casi un minuto.

"Pensé en ese momento que tenía la carrera perdida definitivamente, y volví a la pista algo desilusionado. Pero me juré a mi mismo que intentaría ganar", contó oportunamente Fangio.

Con un automóvil con neumáticos nuevos y tanques llenos, Fangio comprobó que Hawthorn y Collins le extraían mayores diferencias. La solución consistía, entonces, en asumir riesgos y hacer 'volar' a la máquina en los lomos de asfalto para recorrer como una bola roja los caracoles y toboganes del 'anillo embrujado', tal como le decían a Nürburgring.

Los ocasionales testigos dieron cuenta de que Fangio utilizaba la cuarta velocidad en sitios en los que se debía usar tercera y esa marcha a fondo, en algunos virajes de segunda. Así fue descontando la ventaja.

"Yo tenía un sitio donde recuperaba bastante y era un salto en el kilómetro 12. Ahí frenábamos y aún así el auto volaba como 50 metros. Decidí entrar a fondo y el auto cayó a medio milímetro del alambre. Como me salió bien, lo seguí repitiendo. Ese día hice lo que nunca había hecho: di espectáculo", relató el quíntuple campeón mundial.

 

 

Reverencia del "Zorro plateado"

 


El piloto bonaerense batió el récord de vuelta con 9m. 17s. 4/10 y se acercó a las dos Ferrari. Aunque el 'Chueco' intuía que perseguía a una sola, con la ilusión de ganar la carrera y alcanzar el quinto título de su cosecha.

En la trepada de Adenau (sector emblemático de Nürburgring), vio llegar a lo lejos a las dos Ferrari y, aunque le pareció una insolencia, Fangio pasó por el centro de dos curvas a ambos pilotos ingleses, a falta de una vuelta y media, cuando restaban solamente 7 kilómetros para la meta.

El bonaerense alcanzó así una verdadera hazaña, logro que fue reconocido tanto por Hawthorn como Collins, quienes lo abrazaron como caballeros una vez que las máquinas ingresaban al parque de boxes.

La escena final corrió por cuenta del germano Karl Kling, compañero del balcarceño. El piloto al que apodaban 'Zorro plateado' ingresó a la habitación en la que se hospedaba el 'Chueco' y, sin pronunciar palabra, se arrodilló y le hizo una reverencia al ganador, para luego alejarse en silencio.

 

El impulso del Estado Nacional al campeón

 


La construcción de Juan Manuel Fangio como leyenda deportiva se produjo sobre la base de factores diversos y, entre ellos, además de los relativos a sus atributos personales, se destaca el respaldo de Estado argentino en tiempos que el deporte era decididamente un pilar de la política pública.

"La relación entre (Juan Domingo) Perón y Fangio comienza cuando el Gobierno argentino, a través del Automóvil Club (ACA), le da la Ferrari con los colores de la bandera para que vaya a correr a Europa. Desde ese momento empezó una etapa muy importante en su vida deportiva", aseguró Juan José Carli, presidente del Museo Fangio, en diálogo con Télam.

El acercamiento entre el balcarceño y el expresidente argentino lo realizó el santafesino Clemar Bucci, primer piloto del país en correr en el Grand Prix europeo, antes que se denominara Fórmula 1.

En 1949, con la promoción de empresas públicas y el apoyo del Gobierno, que lo había designado embajador deportivo un año antes, Fangio viajó a Italia acompañado por Benedicto Campos, con quien formó equipo para su definitiva proyección internacional.

La primera victoria en el Viejo Continente llegó con una Maserati 4CLT 1.5 litros en San Remo, el 3 de abril. Los éxitos continuaron en Marsella, Francia, y la figura del "Chueco", que por entonces tenía 37 años, comenzó a seducir en la elite del automovilismo mundial.

 

Fangio sintió que sus aptitudes al volante necesitaban complementarse con una máquina mejor y buscó la aprobación del ACA para la compra de dos Ferrari 2000, con las que compitió y ganó el Gran Premio de Monza ante los ojos de Enzo, fundador de la Casa de Maranello.

La excursión europea del '49 terminó con seis victorias y en su regreso al país Fangio fue recibido como un ídolo por el pueblo argentino. Perón y Evita le realizaron una recepción en la Casa de Gobierno, le entregaron la medalla al "Caballero del Deporte" y lo acompañaron a saludar a la multitud desde el balcón enfrentado a la Plaza de Mayo.

El éxito del balcarceño coincidía con una época de auge para el deporte argentino, que un año antes había cosechado siete medallas en los Juegos Olímpicos de Londres (tres oros, tres platas y un bronce), la mejor producción histórica junto a la de Ámsterdam '28.

El fútbol, el atletismo, el boxeo y el básquetbol, campeón del Mundial organizado por la Argentina en 1950, eran otras disciplinas que brillaban en la época, como lo hizo Fangio en la Fórmula 1 desde ese mismo año hasta coronar el quíntuple campeonato en 1957 (récord recién alcanzado por el alemán Michael Schumacher en 2002).

 


Fangio nunca fue peronista pero expresó hacia Perón un sentimiento de respeto y agradecimiento por el impulso recibido cuando decidió ponerle fin a su etapa en el automovilismo nacional.

"En la parte política, Fangio nunca se metió con nadie, andaba bien con todos. No sabemos ni de qué extracción política fue", certificó Carli sobre su perfil ajeno a la militancia.

Sin embargo, en 1977, ya retirado y siendo una celebridad del deporte argentino, el expiloto quedó relacionado con la dictadura militar cuando aceptó un viaje a Venezuela junto al genocida Jorge Videla para promocionar al Gobierno argentino en el ámbito internacional.

 

El chueco; profeta de cuatro victorias en su tierra

 


Ganar una carrera de Fórmula 1 en el país propio es cumplir el refrán de ser "profeta en su tierra", máxima que Juan Manuel Fangio concretó en cuatro ocasiones.

El piloto balcarceño, fallecido en julio de 1995, se impuso en forma consecutiva en los Grandes Premios de Argentina de las temporadas 1954, 1955, 1956 y 1957. Los triunfos se alcanzaron con tres marcas distintas: Maserati, Ferrari y Mercedes.

La fábrica alemana Mercedes ingresa al mundo de la F-1 en 1954 y elige como primer piloto al astro del momento. Sus compañeros fueron los alemanes Karl Kling y Hans Hermann.

Fangio había obtenido el permiso de Mercedes para utilizar en las dos primeras competencias de 1954 una Maserati 250F, ya que la casa alemana no había terminado de alistar las "Flechas de Plata". Entonces, el 17 de enero en el autódromo 17 de Octubre (lo que es hoy el Oscar y Juan Gálvez de la Ciudad de Buenos Aires) el balcarceño cantó victoria.

 

El segundo triunfo en el escenario porteño se dio al año siguiente, un domingo 26 de enero. Al comando de un Mercedes y bajo un calor abrasador de más de 37 grados, Fangio dio cátedra de manejo en las tres horas de duración, al igual que su compatriota Roberto Mieres, que finalmente llegó tercero.

El "Chueco", que manejó toda la carrera (en esos tiempos era habitual que algunos pilotos recurrieran a reemplazantes en el medio de la prueba), terminó la exigencia con una quemadura en la pantorilla derecha y un desgaste físico notable. Recibió sentado el trofeo de ganador y se fue directo a su casa a descansar.

En 1956, ya sin Mercedes en la máxima categoría, Fangio fue contratado por Ferrari, que también tenía en sus filas al británico Peter Collins, más a los italianos prometedores como Luigi Musso y Eugenio Castellotti.

Ese domingo 22 de enero, el balcarceño se impuso por tercera vez en su país.

 

 

 

Y la última se dio el 13 de enero de 1957, con Maserati, con la marca que había empezado en la Fórmula 1 en 1950. Esa tarde, Fangio protagonizó otra recordada carrera y se quedó con el triunfo, que le permitió enderezar el rumbo hacia su quinta corona.

 

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