Historias

El viejo guardián de la costa

El faro de Punta Leones, un veterano de la noche que apagó su luz y encendió la leyenda. 

por REDACCIÓN CHUBUT 24/02/2023 - 19.54.hs

A la distancia, a medida que la geografía costera y el movimiento del mar lo permiten, empieza a divisarse la estructura.

 

Lo primero que se ve es la torre del faro y un techo rojizo que después se torna oxidado, acompañado por el sonido del mar, lo que invita a elaborar una imagen sobre aquello que nos vamos a encontrar, jugando con la ansiedad de todos, esperando percibir mucho más de lo que nos generaron las imágenes que surcan en el mar digital; pero claro, estando allí, tendrá otra relevancia el solo instante donde posemos la mano sobre la pared, encontrando los rasgos del tiempo que dejaron su huella, rasgada por el viento, castigada por la sol y el sal.

 

Los pastizales y el mar, como fondo de toda postal, hace que la construcción tenga ese toque de entrañable más allá del abandono, dejando en las mejillas una sensación de tristeza y asombro a la vez. Sin embargo, la maravilla del entorno nos silencia.

 

El aire es frío, deja silbidos y hasta canciones como un viejo eco que recorre cada lado, dando vuelta al edificio, atrapado en una calesita del tiempo. Ahora sí, estamos en el lugar esperado: el Faro de Punta Leones.

 

Se trata de uno de los faros más antiguos del sur argentino, y está en Chubut. Fue declarado Patrimonio Cultural Argentino. Se ubica a 150 kilómetros al noroeste de la ciudad de Comodoro Rivadavia. Pero, para hacerlo más claro, está frente a Camarones, en el actual Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral.

 

La isla en la que se asienta se halla en la boca norte del Golfo San Jorge que está deshabitada. Forma parte de un pequeño archipiélago junto con la isla Península Lanaud, el islote Rojo, así como otros islotes y rocas menores.

 

El faro de Punta Leones se puso en funcionamiento en 1917, sin embargo, fue abandonado en 1968 y luego reemplazado por el faro San Gregorio, a 3 kilómetros de distancia en tierra firme.

En 2017, a 100 años de su nacimiento, se presentó un proyecto para refaccionarlo y ponerlo en valor.  

MAGIA Y MISTERIO

Los faros de la Patagonia tienen una mágica única, y cada una posee sus historias y leyendas, rodeadas de un escenario natural sublime, ideado estratégicamente para que un artista pueda desarrollar una gran obra maestra a través de un paisaje intenso.

 

El faro fue abandonado, pero no dejó de ser testigos selecto de la belleza de las costas patagónicas, y son parte de preciosas postales, imágenes habituales para aquellos visitantes que se animan a viajar al sur, buscando la inmensidad del horizonte, abatidos de placer por los colores de los atardeceres.

 

El faro de Punta Leones es uno de aquellos lugares especiales, animados por el espíritu imponente de un viejo guardián costero que supo guiar con su luz la navegación para aquellos atrevidos que buscaban rasgar del fin del mundo.

 

Tenía un alcance geográfico de 38,4 km y uno óptico de 51,2 km. Su luz emitía un destello cada 10 segundos, y tenía una altura de 79 msnm.

El faro es un símbolo de la zona. Fue reemplazado por el faro San Gregorio, aproximadamente a 3 km de distancia en tierra firme. 

 

Llegar al faro es una odisea signada por complejas corrientes, fuertes vientos y ausencia de muelle en la que, por el momento, solo se embarcan adelante científicos y guarda parques. No existen prestadores habilitados para navegar el Parque Marino Costero.

 

El viento deja aquel extraño lamento. Cerramos los ojos y nos queda un punto en la mente, como aquella luz que supo jugar con la oscuridad, y regalar elegancia con el alba, junto a la bruma mañanera en un ambiente rústico y sublime.

 

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