Historias

Autoras anónimas: Las escritoras que debieron firmar con nombre de hombre para publicar

Desde tiempos inmemoriales, la literatura ha sido una de las formas de expresión más poderosas y populares del mundo. Sin embargo, la historia de esta expresión artística es también la historia de la discriminación hacia las mujeres en la literatura.

Durante años, las mujeres han luchado por hacerse lugar en la literatura y por ser reconocidas por su trabajo, enfrentándose a barreras culturales, sociales y económicas que les impedían ser reconocidas como escritoras.

 

Una de las dificultades que se encontraron las escritoras del pasado fue la imposibilidad de firmar con su nombre, lo que las obligó a buscar formas alternativas de publicación y reconocimiento

La principal causa de que no pudieran firmar con su nombre era la discriminación de género, imperante en todas las etapas de nuestra historia. Existía la concepción fundamentada en el patriarcado, que las mujeres no estaban capacitadas para desarrollar actividades intelectuales, y se les exigía que se dedicaran exclusivamente a las tareas domésticas y a la crianza de hijos e hijas.

 

Esto iba acompañado por el temor irracional de que, si una mujer se dedicaba a la literatura (o cualquier otro tipo de expresión artística), podía poner en peligro su reputación y la de su familia.

A pesar de estas barreras, muchas mujeres en la literatura encontraron formas de publicar y dar a conocer sus obras. Una era la publicación anónima o con seudónimo. De esta manera, podían evitar la censura y la discriminación por su sexo, consiguiendo la oportunidad de que sus obras fueran juzgadas por su mérito literario y no por su género.

 

Algunos ejemplos más conocidos de una escritora que utilizó un seudónimo masculino es George Eliot. Eliot fue en realidad una mujer llamada Mary Ann Evans, que utilizó un nombre masculino para publicar a finales del siglo XIX. Mary Ann Evans no es el único ejemplo relevante.

 

Las hermanas Brontë (Charlotte, Emily y Anne Brontë) publicaron sus primeras obras bajo seudónimos masculinos (Currer, Ellis y Acton Bell) en la década de 1840.

Mary Shelley, la autora de «Frankenstein», publicó su obra bajo el nombre de su esposo, Percy Bysshe Shelley.

 

Louisa May Alcott, la autora de «Mujercitas» publicó su primera novela, «Moods», bajo el seudónimo de A.M. Barnard en 1864.

 

Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant firmo con el seudónimo George Sand, fue una novelista y periodista francesa, considerada una de las escritoras más populares de Europa en el siglo XIX.

 

Karen Christence Blixen-Finecke, nacida Karen Christentze Dinesen, fue una escritora danesa, también conocida por sus pseudónimos literarios Isak Dinesen en los países de habla inglesa.

 

La propia Virginia Woolf, aunque no escribió bajo seudónimo, se refería a sí misma como “Anon” en sus diarios y correspondencia. En su obra «Una habitación propia», habla sobre las dificultades que enfrentaban las mujeres escritoras de su época.

 

Aunque ha habido avances en cuanto a la igualdad de género en la literatura, todavía queda trabajo por hacer para asegurar que todas las voces, independientemente del género, sean escuchadas y valoradas en igualdad de condiciones.

 

Contactá a Marcelo Melideo al Instagram: @marcelomelideo2021

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