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Alfred Lothar Wegener padre de la “Deriva Continental” y “Abuelo de la Tectónica de Placas”

Por Julio Stampone.

Alfred Lothar Wegener. 1880 - 1930. Este ilustre explorador alemán nació en Berlín y falleció a los 50 años investigando los hielos de Groenlandia, él dedicó prácticamente su vida al estudio de la naturaleza tratando de descifrar los enigmas que esta encierra. En parte lo logró, por lo que por su interpretación de los movimientos continentales es considerado padre de la geología, destacándose también en las disciplinas astronomía, meteorología y geofísica.

 

 

Parece ser, que después de su primer expedición a Groenlandia de dos años de duración, entre 1906 y 1908; al observar los movimientos de desprendimiento y deriva de los témpanos, lo inspiró para elaborar la hipótesis de la movilidad horizontal de los continentes, que él así relata: "la primera idea de las translaciones continentales me ocurrió en 1910, al notar en un mapamundi la perfecta coincidencia de las costas atlánticas, pero de momento no le presté atención por juzgar inverosímiles dichas translaciones. En otoño de 1911 me enteré por un boletín, que vino a mis manos casualmente, de los resultados paleontológicos, ignorados por mí hasta entonces, que prueban la primitiva comunicación terrestre del Brasil y el África. Esto me indujo a hacer un examen previo de todos los datos geológicos y paleontológicos que interesaban a la cuestión de las translaciones continentales, que quedé profundamente convencido de la exactitud de la teoría" (sic).   

 

Representación de la Deriva Continental de Wegener de 1922

 

 

Wegener, expuso por primera vez sus ideas el 6 de enero de 1912 en una conferencia celebrada en la Sociedad de Geología de Frankfort con el título de "La formación a base geofísica de los grandes accidentes de la corteza terrestre (continentes y océanos)". Cuatro días después, el 10 del mismo mes, da otra conferencia en la Sociedad para el Progreso de las Ciencias Naturales, de Marburgo, acerca de "Las translaciones horizontales de los continentes". Y, el mismo año,  publica dos breves comunicaciones con igual  título " La génesis de los continentes".

 

 

La primera versión de su teoría, extendida y desarrollada la publica en 1915 en su libro "La génesis de los continentes y océanos". Posteriormente, en los años 1920, 1922 y 1929 se publican sucesivas ediciones revisadas. La edición de 1922, fue traducida al inglés, francés, ruso y español, y publicada en estos idiomas en 1924; el título de la versión española fue traducido como "La Génesis de los Continentes y Océanos". En esta edición, el autor menciona a Juan Keidel (1877-1954), en ese entonces geólogo de la Dirección Nacional de Minas y Geología de Argentina, y a Windhausen, A. (1921) por su publicación "Una ojeada a la estratigrafía y tectónica de la Patagonia meridional".

 

 

Antes que Wegener, algunos pensadores ya habían esbozado el concepto de movilidad  continental, pero en el momento histórico en que Wegener hizo pública su teoría primaba el criterio de una Tierra rígida. En ese entonces, algunas voces se manifestaban en favor de la movilidad de los continentes y de cuencas oceánicas, pero los exponentes científicos importantes sostenían el pensamiento aristotélico de que los continentes y los océanos nunca habían cambiado de lugar y que la configuración general de la Tierra se había mantenido esencialmente estable desde siempre. Reafirmando este concepto, el científico Edward Forbes, desde la óptica biológica, estimó imposible explicar la migración de animales y plantas de un continente a otro, actualmente separados por aguas oceánicas, sin que medie un paso seco entre ellos; esto implicaba imaginar la existencia de puentes continentales, hoy desaparecidos.

 

 

Esta disparidad de ideas, encarnadas en “movilistas” y “fijistas”, desató una larga controversia que se extendió desde mediados del siglo XIX hasta la década del sesenta en el siglo XX, que es cuando aparece la Teoría de la Tectónica de Placas.

 

 

Wegener, basado en evidencias geofísicas, geológicas, paleontológicas,  paleoclimáticas y geodésicas, estableció un considerable número de detalles coincidentes en distintas partes del planeta, que lo llevaron a proponer que todos los continentes que hoy conocemos habían estado unidos en una única masa continental antes de comenzar la Era Mesozoica (unos 200 m.a. atrás); a esta unidad de tierras emergidas la llamó Pangea (del gr. pan, "todo", y gea, "tierra": todo tierra o una sola tierra). Y, acuñó el término Panthalassa para denominar a un hipotético océano que en los tiempos primigenios de la Tierra la cubrió totalmente o casi totalmente permitiendo emerger solamente algunas porciones pequeñas de la superficie terrestre. Al vocablo Panthalassa se lo suele usar para designar a toda la masa de agua que rodeó a la Pangea.

 

Actualmente se considera que "Pangea" fue una única masa terrestre que se formó durante el paleozoico medio a superior por la unión de otros continentes menores, y que a pocas decenas de millones de años de formada, comenzó a separarse.

 

 

Las ideas de Wegener fueron desestimadas durante casi cuarenta años primando el concepto de una Tierra rígida, donde mayoritariamente sólo aceptaban los movimientos verticales.

 

Los críticos más encarnizados a la teoría de Wegener fueron formuladas por geofísicos, hasta que en la década del sesenta, los estudios sobre el paleomagnetismo resultaron tan contundentes, que no hubo lugar a dudas sobre la apertura y expansión de los fondos oceánicos a partir de las dorsales oceánicas. Wegener estaba acertado: los continentes se habían movido.

 

 

Claro que a diferencia de lo expuesto por Wegener, quienes se mueven son las Placas Tectónicas, grande masas litosféricas de hasta 100km de espesor y superficies tan significativas que en varios casos abarcan todo un continente y más o una cuenca oceánica. A cada placa la podemos considerar un fragmento independiente rodeado de otras placas que en su totalidad conforman la estructura exterior de nuestro planeta (ver figura).

 

Los continentes en realidad sólo son pasivos viajeros transportados por las placas, las se mueven a velocidades similares al crecimiento de nuestras uñas, sólo nos pocos centímetros por año. 

 

 

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