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Vergüenza

Esta palabra de la lengua castellana, según el diccionario Larousse, significa: «Turbación del ánimo causado por alguna ofensa recibida, por una falta cometida, por temor a la deshonra, al ridículo, etc.: pasar vergüenza. Timidez, apocamiento. Tener vergüenza. Estimación de la dignidad: si tiene vergüenza hará lo que debe hacer. Cosa que indigna, escándalo. Pena o castigo infamante que consistía en poner al reo en público». Y otros calificativos más, pero que en definitiva está marcando lo correcto o incorrecto de un proceder. Pero la verdad pareciera que esta palabra en nuestros días ha caído en desuso, porque la vergüenza a varios niveles ya no existe.

Hoy vemos que un juez no tiene vergüenza en dejar en libertad a un individuo que ha matado dos o tres veces, o a un ladrón que ha cometido varias docenas de robos, y ni qué hablar de los de guante blanco que se pasean muy horondos por la vida sin ser castigados. Aquí la vergüenza faltó a la cita.
Individuos que hacen trampa, ya sea en el trabajo, en la vida cotidiana, en la familia y más etcéteras que podríamos agregar, pero que en definitiva descoloca el proceder del individuo que ha procedido incorrectamente. Aceptar cargos sin estar preparados para desempeñar esa tarea, engañar al prójimo con falsas promesas, valerse del otro para lograr fines determinados, y el rojo que debería aparecer en el rostro se fugó vaya a saber cuando, ya que la costumbre de hacer cosas indebidas ha mandado al «tacho» a la vergüenza.
Pero la vergüenza de aquéllos que mamaron las enseñanzas de un buen proceder, perdurarán durante toda su vida, a pesar que las circunstancias y los avatares que en algún momento intenten torcer el camino. Porque lo que está bien, está bien, y entonces saber en qué lugar está la diferencia será la clave para no pasar vergüenza.
Hoy se habla de muchos males: las guerras, el hambre, las enfermedades, los desplazamientos poblacionales, los gastos desmesurados en aventuras políticas y muchos más etcéteras que se pueden enumerar, pero en ese contexto a nadie le da vergüenza. El mundo sigue andando y el hombre insertado en un modelo global, se va perdiendo dentro de un entramado que hace a la vida nuestra de cada día, en donde la vergüenza ha pasado a un segundo plano, y en algunos casos hasta ha desaparecido de los sentimientos del hombre.
Los años por venir necesitarán de planes que puedan conformar a una gran parte de la población en todo el mundo, ya que los problemas se multiplicarán y todo ese entramado necesitará indudablemente de la fuerza de voluntad, donde exista la vergüenza para hacer las cosas bien en beneficio de los afectados.
 

 

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