Recuerdos de Trelew: la época del carnaval, la payana y la “vuelta del perro”
Tila Bones nos brinda un vistazo a la Trelew de antaño, una época donde las calles eran conocidas por todos, las festividades como los carnavales y las fiestas en el San David eran apreciadas, los gerentes de bancos eran figuras importantes, y las travesías en bicicleta a Gaiman eran aventuras emocionantes. Las Hermanas del colegio organizaban picnics y celebraciones, uniendo a la comunidad en tiempos más simples y llenos de diversión.
por REDACCIÓN CHUBUT 16/10/2023 - 11.44.hs
De paseo. “Mafalda Abraham, Blanquita Tomaselli, yo (Tila Bones) y la hija de un gerente de un banco”.
(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).
TESTIMONIO. Esther 'Tila' Bones.
“Cuando yo era chica, tendría tres o cuatro años, mi mamá me llevaba a la casa de mis tías, que vivían en la calle Sarmiento, y a mí me parecía que se acababa el pueblo, porque en realidad en las calles siguientes, Moreno y Urquiza, en verdad se acababa. Y después me traía a la calle 25 de mayo 117, porque nosotros siempre vivimos ahí, a las once de la noche... esos días de frío”.
“A veces, en invierno, los únicos que estaban en la calle eran el vigilante que estaba frente al Banco Nación, tocando, porque justo a cada hora tocaba el silbato. Y se comunicaba con el otro que estaba en el Banco Anglo. Nosotros le decíamos Banco Anglo al Banco de Londres. Y los únicos que estaban en la calle eran ellos. Y las bombitas de luz eran de las comunes, así es que estaba muy poco iluminado”.
“Cuando éramos más grandecitos, que nos dejaban salir a jugar, de noche nos gustaba jugar en la calle, a las escondidas, con los chicos vecinos. Nos reuníamos todos los días. Jugábamos a la payana, a las escondidas... Los fines de semana había mucha actividad, porque el Distrito Militar organizaba, cuando había alguna fiesta, carreras de embolsados, carreras pedestres... Y nos entretenían bastante con eso. Y como yo iba al colegio de las hermanas, todos los domingos había algo para entretener. Así que nos gustaba ir”. “Improvisábamos teatro, cualquier entretenimiento. Lo que más me gustaba era uno al que le decían 'el horno'". "Uno ponía la pala como si fuera un horno de pan y alguien ponía algún regalito. Eso nos encantaba”.
La adolescencia y los carnavales
"De más grande empecé a hacer deportes. Iba a la cancha del Tenis Club. Era el deporte que más se hacía acá”.
“Las fiestas se hacían en el San David o si no en El Molino de Oro, donde ahora está el estacionamiento de ABG. Primero estaba cerrado, pero no tenía techo. Y como en invierno hacía mucho frío, hicieron unos fogones, salía un olor a humo, y nosotros impregnados de olor. Después, con el tiempo, lo techaron. Y la gente iba. En un tiempo también se bailaba de tarde en el Teatro Español. La pasábamos muy bien. Me pasaban a buscar mis amigas y salíamos todas juntas. Nos descalzábamos y nos íbamos con los zapatos en la mano, porque con los tacos altos de tanto bailar ya no aguantábamos, nos cansábamos”.
“Eran muy lindos también los carnavales de Trelew. Tengo muy buenos recuerdos de cuando nos disfrazábamos. Mi mamá, cuando éramos chicos, todos los años pensaba de qué nos iba a disfrazar. Una vez de Pierrot, otro año de Colombina, otro año de payaso... Tanta era la diversión que al otro día pasaban los carros de la Municipalidad, con palas, recogiendo los colchones de papel picado que había en las calles. Era impresionante”.
“Nosotros llevábamos mucho papel, los sacábamos de las librerías, se compraba directamente papel picado y serpentinas. Muchas veces terminé empapada, pero no me podía quejar porque nosotros también tirábamos agua desde el techo de mi casa. Nos subíamos y tirábamos baldazos”.
El señor gerente
“Los gerentes de los bancos eran personajes aquí en Trelew, era gente muy importante. Ser un bancario en aquellas épocas era algo muy trascendente. Por ejemplo, el gerente de La Anónima era un personaje, tenía status. Al primer gerente de La Anónima al que yo conocí, el señor Dugnac, le dieron la casa que está en diagonal a la plaza Independencia, una casa hermosa.
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